Entorno

Recesión: nuevo lastre psicológico para el consumo de moda

C. De Angelis

25 abr 2012 - 05:00

La temida recesión económica ha vuelto a ocupar los titulares de los principales medios españoles, azuzando el desasosiego entre inversores nacionales e internacionales, políticos y, por supuesto, consumidores.

 

El anuncio realizado el pasado lunes por el Banco de España, que hizo pública una estimación negativa sobre la marcha del Producto Interior Bruto (PIB) nacional de cuatro décimas en el primer trimestre, supone una nueva losa para el sector de la moda, fuertemente influenciado por los vaivenes de la situación económica.

 

El análisis económico acostumbra a vincular la marcha de la economía de un país al momento psicológico que atraviesan sus ciudadanos, entre otros muchos factores. El consumo privado, a su vez, es uno de los principales termómetros de esta confianza y, al mismo tiempo, un elemento clave en la medida de la evolución del PIB.

 

Con todo, la llegada de la recesión se produce en un momento en que la confianza económica está en mínimos y con el consumo en mitad de una larguísima cadena de descensos interanuales consecutivos. En productos de equipamiento personal, grupo en el que se inscriben los artículos de moda, en marzo se registró la décimo tercera caída interanual del consumo, del 2,7%, de los últimos quince meses.

 

Pese a todo, la recesión (esperada por los analistas desde hace meses) llega en un momento en que España se encuentra en el punto de mira de no pocos grupos internacionales del sector de la moda. Según un informe de la consultora inmobiliaria CBRE, España es el cuarto mercado del mundo preferido por los retailers internacionales, con dos ciudades, Madrid y Barcelona, en el top ten de las urbes mundiales con más marcas extranjeras.

 

Estimaciones como las de la consultora IHS Global Insight, que pronostica que a finales de año las ventas minoristas volverán a crecer en España, animan a grupos internacionales que ansían entrar en el que es uno de los cinco principales mercados europeos para el sector de la moda y que están tentados, además, por unos precios inmobiliarios más atractivos que antes de la crisis.

 

Pero las malas noticias económicas podrían enfriar los planes de algunos de los grupos internacionales interesados por el mercado español, contagiándose por la desconfianza hacia la solvencia del país del sector financiero internacional y el desánimo de los propios consumidores españoles, cuya percepción y perspectivas sobre la marcha de la economía no mejora.

 

De hecho, algunos operadores internacionales han dado marcha atrás en sus planes de expansión en el país ante la publicación de datos negativos sobre España o sobre países como Grecia y Portugal. La japonesa Uniqlo es un buen ejemplo de este vaivén, al haber iniciado y abortado su entrada en España en varias ocasiones.

 

El Indicador de Confianza del Consumidor (ICC) sube y baja prácticamente mes a mes y a duras penas ha superado en los últimos meses alguna vez los 70 puntos. En marzo, la confianza se situó en 68,3 puntos.

 

Ahora, el anuncio de una recesión puede acrecentar todavía más las dudas de los consumidores, que optan por el ahorro en lugar del consumo, perjudicando especialmente a un determinado perfil de empresas de moda e impulsando al low cost.

 

Josep Comajuncosa, profesor de Economía de Esade, explica que, aunque no son bienes de consumo duradero (como coches o electrodomésticos), cuyas compras caen de forma automática ante una caída de confianza, la moda “no es un bien de primera necesidad”. “El mundo de la moda -agrega- vive mejor en un momento mejor para el consumo”.

 

Grupos como la irlandesa Primark o las españolas Shana o Marypaz parecen haber encontrado la receta perfecta para el consumidor español de estos años, al ofrecer moda a precios de artículos de primera necesidad.