Entorno

La trampa de la democracia

El auge de la extrema derecha dentro de Estados miembro de la Unión Europea, como Hungría o Polonia, pone en duda la propia naturaleza e identidad europea, defendida siempre como el bastión de la democracia. Una nueva era se abre.

La trampa de la democracia
La trampa de la democracia

Celia Oliveras

14 oct 2024 - 05:00

“Hay mucha excitación en el gallinero europeo… y eso que el zorro ni siquiera ha entrado todavía”, afirmó en 1999 Jörg Haider, político austriaco que fue líder del Partido de la Libertad (FPO). Ese año, el ascenso meteórico de la formación política de extrema derecha, que se alzó como la segunda más votada en las elecciones generales de Austria, abrió la puerta al primero de los debates sobre la efectividad y legitimidad de la Unión Europea como un bastión democrático. A pesar de que Haider no llegó a ocupar un cargo en el gobierno austríaco, el FPO sí que formó parte de la coalición que gobernó el país hasta 2002: esta fue la primera vez que un partido de extrema derecha conseguía tanto poder dentro de un estado miembro de la UE.

 

 

Revista Modaes número 52
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“La Unión se fundamenta en los valores de respeto de la dignidad humana, libertad, democracia, igualdad, Estado de Derecho y respeto de los derechos humanos”, reza el Artículo 2 del Tratado de la Unión Europea, y es en base a esta idea que el organismo ha defendido su existencia a lo largo de los años.

 

La victoria del FPO fue la primera, pero no la última. Desde entonces, la extrema derecha ha ganado peso a lo largo y ancho de la Unión Europea, pero especialmente en países como Italia, donde su actual presidenta es Giorgia Meloni; Francia, país en el que actualmente gobierna una coalición de partidos políticos como un cordón sanitario ante el ascenso de Marine Le Pen; Alemania, donde el partido Alternativa para Alemania se ha impuesto este año en las elecciones regionales de dos estados del país, o Austria, donde la extrema derecha ha ganado por primera vez en unas generales.

 

Se ha visto un ascenso de la extrema derecha en los países clásicos dentro de la Unión Europea, pero en otros, como el bloque nórdico, su presencia se ha reducido”, destaca Toni Rodón, politólogo y profesor de la Universidad Pompeu Fabra. Aunque el auge de esta ideología, según el experto, todavía no ha alcanzado suficiente peso como para que pueda afectar a las tareas ejecutivas de la UE, la victoria de la extrema derecha recae en la aceptación y normalización de su discurso. Cuando el FPO entró en el gobierno de coalición en Austria, la reacción de la UE no tardó en llegar, y amenazó al país con “suspender todos los contactos políticos bilaterales” con el posible futuro gobierno.

 

A pesar del aviso de la UE, la coalición entre populares y la FPO salió adelante, y las sanciones propuestas quedaron olvidadas. La FPO, de hecho, volvió a entrar en un gobierno de coalición en el país en 2017. Esta vez, sin respuesta de la UE. En Hungría, Viktor Orban gobierna desde 2010 a pesar de los continuos expedientes regulatorios y sancionadores que la UE ha abierto en contra del Ejecutivo por aprobar leyes que van en contra de los supuestos “principios fundamentales” de la UE.

 

La última victoria de Orban es, de hecho, haber conseguido desbloquear parte de los fondos (decenas de miles de millones de euros) que la Comisión europea tenía bloqueadas para Hungría por “vulnerar el Estado de derecho” de la UE.  En su intención de convertirse en la meca de la democracia en el mundo, la UE estableció la necesidad de aprobar a través de mayorías absolutas la gran mayoría de los procesos. En diciembre de 2023, y a las puertas de la aprobación del presupuesto comunitario, la Comisión se vio obligada a liberar parte de los fondos congelados ante la amenaza de Orban de votar en contra de esos presupuestos, que incluían los paquetes de ayudas para Ucrania ante la invasión rusa.