Entorno

La inflación azuza de nuevo el fuego de la pobreza

La última actualización del Instituto Nacional de Estadística (INE) sobre las personas sin hogar data de 2012, cuando se contabilizaron en España 22.938 personas atendidas en centros asistenciales de alojamiento y restauración.

La inflación azuza de nuevo el fuego de la pobreza
La inflación azuza de nuevo el fuego de la pobreza
La tasa de riesgo de pobreza asciende al 28,9% entre los menores de 18 años en España.

Christian De Angelis

13 oct 2022 - 05:00

La de la pobreza extrema es una realidad desconocida para la mayor parte de la sociedad española contemporánea, pero no está ni mucho menos erradicada. A escala global, en cambio, ya era hasta el estallido de la pandemia un problema capital, aunque decreciente. Ahora, la inflación azuza el fuego de la desigualdad y la pobreza de una forma que no ha tenido precedentes en las últimas décadas, con consecuencias inciertas para el futuro del planeta

 

 

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La última actualización del Instituto Nacional de Estadística (INE) sobre las personas sin hogar data de 2012, cuando se contabilizaron en España 22.938 personas atendidas en centros asistenciales de alojamiento y restauración. El próximo 19 de octubre, el INE difundirá los datos obtenidos diez años después a través de la una encuesta realizada en centros asistenciales y revelará los efectos que la pandemia haya podido tener en este indicador de pobreza. Según estimaciones reciente de la ONG de la Asociación Provivienda, actualmente hay en España entre 30.000 y 40.000 personas sin hogar.

 

La falta de vivienda no es no obstante el único indicador pobreza. El INE considera que el umbral de riesgo de la pobreza para un hogar de una única persona estaba en 2021 en 9.535,20 euros de renta anual. Para un hogar con dos adultos y dos niños, el umbral se sitúa en 20.023,90 euros. La realidad es que, en España, a partir de estas cifras se estima que durante el año pasado el 21,7% de la población estaba en riesgo de pobreza, una tasa que asciende a 28,9% entre los menores de 18 años.

 

Con datos anteriores al inicio de la escalada inflacionista, el 33,4% de los residentes en España declaraba en 2021 que no tenía capacidad para afrontar pagos imprevistos. La carencia llega a no poder mantener la vivienda con una temperatura adecuada en el 14,3% de los casos, a haber tenido retrasos en gastos relacionados con la vivienda, en el 12,6%, o a no poder permitirse disponer de un ordenador personal, en el 6,5%. El 4,7% señala que no puede permitirse una comida de carne, pollo o pescado al menos cada dos días.

 

 

 

 

Otro ángulo de la misma realidad es el siguiente: el 10% de la población residente en España indicaba en 2020 que tenía mucha dificultad para llegar a fin de mes, el 12,8% reconocía dificultad y el 22,3% apuntaba a cierta dificultad.

 

Los indicadores de pobreza y riesgo material están, además, muy segmentados. El INE destaca por ejemplo que los porcentajes más altos de personas con mucha dificultad para llegar a fin de mes en el año 2020 correspondieron a los hogares formados por un adulto solo con hijos dependientes (19,7%). “En relación con el nivel de educación, en los grupos de personas que tienen mucha dificultad, dificultad y cierta dificultad los porcentajes disminuyen al elevarse los niveles de educación”, apunta el instituto.

 

“Si se considera la nacionalidad -prosigue el INE-, entre las personas que manifiestan mucha dificultad, el porcentaje más alto en el año 2020 correspondió a las personas de nacionalidad extranjera no de la UE (resto del mundo) con un porcentaje del 20,8%”. Por regiones, Canarias, Andalucía y Extremadura son las que registran mayores tasas de riesgo de pobreza.

 

 

 

 

En julio, Intermón señaló que la alta inflación reduce el poder adquisitivo de los hogares más pobres un 30% más que el de los hogares más ricos. “Claramente el aumento de precios está afectando especialmente a los hogares con menor capacidad de renta agudizando la desigualdad”, señala la ONG, aduciendo a la diferente composición de la cesta de la compra.

Según la organización, en los hogares con menor poder adquisitivo hoy es un 14% más caro mantener el mismo patrón de consumo que antes de la pandemia, mientras para los hogares más pudientes el precio de la cesta de la compra también ha aumentado, pero sólo un 11%.

 

Si la pobreza es una realidad todavía presente en España, su importancia a escala global es tan notoria que se ha convertido en el primero de los objetivos de desarrollo sostenible de la Organización de Naciones Unidas.

 

En 109 países analizados por la ONU, con una población total de 5.900 millones de personas, 1.300 millones de personas sufren la pobreza en múltiples dimensiones. Cerca de la mitad son menores de 18 años y el 85 % vive en dos regiones: África subsahariana (556 millones) y Asia meridional (532 millones). En términos cotidianos, los efectos de esta realidad es que cerca de mil millones de personas carecen de una vivienda digna y 788 millones de personas residen en hogares donde, al menos, una persona sufre desnutrición.

 

 

 

 

Lo cierto es que en las últimas dos décadas la pobreza en el mundo había ido en descenso, pero esta tendencia se rompió en 2020, con el estallido de la pandemia del Covid-19.  La población con pobreza extrema pasó de 119 millones a 224 millones de personas.

 

Ahora, el aumento global de la inflación se sitúa como un claro generador de nuevos millones de pobres en el mundo. Ya lo alertaba así el informe de 2018 Inflación en las economías emergentes y en desarrollo: Evolución, factores y políticas, del Banco Mundial, que sostiene que “los efectos adversos de la inflación elevada pueden recaer desproporcionadamente en las personas pobres”. La principal razón, señalaba el informe es que los pobres “mantienen la mayor parte de sus activos en efectivo y dependen en gran medida de los ingresos salariales, los beneficios sociales y las pensiones”.

 

En julio, el Fondo Monetario Internacional (FMI) revisó al alza sus previsiones de inflación para 2022 y las sitúa ahora en el 6,6% en las economías avanzadas y en el 9,5% en las economías de mercados emergentes y en desarrollo (tal y como advirtió el Banco Mundial, más expuestos a una escalada inflacionista). El FMI también proyectó “que permanezca elevada por más tiempo”.

 

Los efectos de la inflación en términos de generación de nuevos pobres ya son reales. Según indicó en julio el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), en sólo tres meses había empujado a la pobreza a unos 71 millones de personas que viven en países en vías de desarrollo. Se trata de “una crisis del coste de la vida sin precedentes en la memoria reciente” con un “impacto devastador” en los hogares más pobres.