Entorno

Etiopía, la nueva ‘meca’ del ‘low cost’ frente la encrucijada de ser la nueva China o la nueva Bangladesh del textil

Su salario de 26 dólares mensuales convierte al país en uno de los más competitivos para la manufactura de prendas, pero justo cuando empieza a despertar interés entre los gigantes del retail debe apostar por cuál debe ser su modelo industrial.

S. Riera

17 may 2019 - 04:51

Etiopía, la nueva ‘meca’ del ‘low cost’ frente la encrucijada de ser la nueva China o la nueva Bangladesh del textil

 

 

¿Modelo China o modelo Bangladesh? A las puertas de consolidarse como el hub productivo de la industria de la moda, Etiopía está frente a la encrucijada sobre cuál debe ser el modelo sobre el que levantar su músculo industrial en el textil. O bien diversificar, extender la cadena de valor y buscar el valor añadido pero desentendiéndose de los derechos humanos, o bien quedar anclado en la confección pero buscando un pacto social.

 

La industria de la confección ha crecido con rapidez en Etiopía a raíz que fabricantes asiáticos, sobre todo chinos, vieron en el país el relevo de Bangladesh, Camboya y Vietnam. Con un salario de 26 dólares mensuales, sus costes laborales convierten a este país en el más competitivo, frente a los 95 dólares de Bangladesh o Myanmar, según el estudio Made in Ethiopia, challenges of the garment industry new frontier, de la Universidad de Nueva York (NYU).

 

Las prendas de vestir representan ya la cuarta categoría de producto que más exporta Etiopía. El café lidera las ventas al exterior con 839 millones de dólares. Le sigue la colza, con 424 millones de dólares, y las flores, cuyas exportaciones generan 229 millones de dólares. Las ventas de ropa en el exterior aportan 125 millones de dólares. Igual que en China o Bangladesh, el textil será el motor para llevar la economía etíope del sector primario al secundario. El reto es el cómo, según los autores del informe.

 

Etiopía es uno de los países más pobres del mundo, con unos ingresos medios anuales de 783 dólares y una población de 105 millones de habitantes, de los cuales se estima que el 23% está por debajo del nivel de pobreza. El Gobierno del país realizó su apuesta en firme por el textil en 2014 con la construcción de un primer parque industrial específico para este sector. Ante la buena recepción por parte de fabricantes asiáticos y la llegada de las primeras empresas Occidentales, como H&M o PVH, el Ejecutivo del país planificó treinta más hasta 2025.

 

Aquel primer complejo, Hawassa Industrial Park, emplea 25.000 personas, pero el objetivo es que llegue a los 60.000 trabajadores en varios turnos. Los costes productivos han sido hasta ahora el principal atractivo del país, que encara ahora sus dos primeros retos: una creciente tensión social y un incremento de los costes por la dependencia del país a la importación de materia prima.

 

Los autores del estudio alertan de un polvorín social si el Ejecutivo etíope se resiste a instaurar un salario mínimo acorde con el nivel de vida. Los 26 dólares mensuales del textil suman unos ingresos anuales de 312 dólares, la mitad de la renta media per cápita del país. Bangladesh y Camboya terminaron por avanzar en derechos laborales para poder continuar aprovisionando a gigantes occidentales del retail.

 

Por otro lado, a pesar de que Etopía es un país productor de algodón, carece de cadena de valor del textil y es dependiente de las importaciones de materia prima. El desarrollo de los distintos procesos industriales de la cadena ha sido clave en que países como China y Turquía, pese a tener una base salarial más elevada, aún continúan siendo competitivos.

 

Sin embargo, el cultivo de algodón en el país africano también va a la baja, en beneficio de otros productos agrarios, como la azúcar o sésamo, con precios de mercado más elevados.

 

Entre las recomendaciones que realizan los autores del informe al Gobierno del país para apuntalar su industria textil está diseñar un plan estratégico a largo plazo, establecer un salario mínimo y mejorar en infraestructuras y burocracia.

 

A fabricantes extranjeros y grupos occidentales de distribución sugieren definir políticas de trabajo en línea con la realidad social y económica del país, construir más dormitorios para trabajadores con alquileres subvencionados, formar a los trabajadores y empoderarlos en cargos técnicos y crear comités de empresa para garantizar el correcto funcionamiento de las factorías.