Desmontando el lujo
20 jun 2011 - 00:00
C. Pareja.- Branding, Naming o Flow Experience. Una marca de lujo no es una marca cualquiera. Palabras como estas son las piedras angulares de las firmas más caras del mundo, estrategias que estas grandes compañías de lujo deben seguir para continuar conquistando a sus clientes. Y, lo más importante, para no caer en el olvido.
Un estudio elaborado por Gloria Bonet con el patrocinio de Fundesart, desvela los secretos del lujo, su situación actual y el futuro de este mercado tan valorado.
El lujo continúa siendo lo más parecido a la antigua artesanía. Cuando se habla de lujo, el usuario imagina una pieza elaborada con la mayor delicadeza posible, hecha en exclusiva para el cliente final y con un alto nivel emocional vertido en ese artículo.
La alta costura, la joyería de primera calidad o un bolso de una de las firmas más caras y más punteras del mundo de la moda. Algunos de los proveedores más antiguos, y a la vez más demandados, son todavía los artesanos, que con sus manos crean verdaderas obras de arte que, en el mercado, alcanzan precios desorbitados.
Precios desorbitados, así como sentimientos incondicionales. Uno de los puntos en los que más énfasis muestra el estudio es en el branding emocional y sensorial. No vende sólo un artículo, sino que la firma vende una imagen de marca y un estilo de vida.
Las marcas más antiguas del sector cuidan su imagen con sumo detalle. Un paso en falso hará que pierdan una gran cantidad de dinero. El lujo es caro, y el cliente espera de su marca favorita una experiencia de compra; pero no sólo eso, sino que la experiencia dure más allá del establecimiento donde ha adquirido el producto.
Las firmas de lujo utilizan todas las armas a su alcance para poder llegar a su público final. Un buen packaging, un logotipo llamativo y una tipografía diferenciadora. Todos estos detalles son cruciales para el consumidor, ya que las marcas, además de vender un producto, venden historia.
El logotipo de Chanel, que es ya centenario, refleja una mujer firme y con carácter, como Coco Chanel. Esto quiere decir que una mujer que lleve un bolso 2.55 de la firma no solo lleva un bolso, sino que lleva un logotipo que le representa.
Experiencia de lujo
La experiencia del usuario con el lujo ya no se limita a una revista o al escaparate de una tienda, sino que el lujo se ha transformado con el tiempo y se ha vuelto más 2.0.
Las marcas de lujo han encontrado un aliado en Internet: desfiles online, compras en e-shops de productos de lujo, y shootings de modelos con objetos de la firma que se convierten en verdaderos objetos de deseo para las clientas de la firma.
El flow experience, tal y como lo describe la autora del informe, es una nueva forma de cautivar al cliente desde la página web de la firma. Lo define como “esos momentos cuando estas completamente absorbido en una actividad”, y hace que se cree un vinculo más estrecho entre consumidor y firma. El brazo extensible de la Red, Facebook y Twitter, también está jugando un papel importante en esta escena.
Crisis económica: ¿quién consume lujo?
El lujo no es sólo para los ricos. En menor o mayor medida, todo el mundo que pertenezca a una sociedad de clase media puede premiarse con un artículo o producto que le satisfaga y le haga sentir especial. Es aquí dónde entra el factor psicológico del lujo, ya que no todo lujo se tiene que relacionar directamente con algo caro e inalcanzable económicamente.
De un tiempo a esta parte se ha creado el fenómeno del lujo no-lujoso. Firmas de moda o complementos que han sabido posicionarse como marcas de lujo pero estando a la vez al alcance de la mayoría de la sociedad. Uno de los casos más conocidos es el de la compañía catalana Tous.
Una fuerte inversión en márketing y una comunicación cuidada y estudiada han hecho de esta firma una marca deseada por mucha gente. La estrategia que ha seguido la empresa ha sido utilizar a celebridades para anunciar sus joyas. Jennifer López, el último rostro de la marca del osito, lleva joyas de Tous. No es lujo, es psicología y el poder ofrecer un buen producto a un precio razonable.
Además del consumidor medio que consume lujo a pequeña escala, se encuentra el público objetivo de las enseñas más caras del planeta. Este consumidor proporciona lealtad a estas firmas y paga un alto precio por un producto a cambio de exclusividad.
El consumidor de lujo conoce el producto y su historia, por eso lo compra. El deber de la firma es conocer los gustos de sus consumidores y trabajar sobre ellos. No es estrictamente necesario cambiar el producto si funciona, sino que se deben ofrecer versiones mejoradas y renovadas del producto estrella de la firma.
Cuando se piensa en el consumidor del lujo, se tiende a dibujar un cliente de género femenino, con una edad comprendida entre los 30 años y los 50 de una clase social alta o muy alta. En la mayoría de los casos ese perfil es el correcto, pero en la actualidad, el perfil del consumidor del lujo también se ha modificado.
En occidente, el mayor consumidor de lujo continúa siendo por goleada la mujer, aunque el hombre esté ganando terreno en este sector. En el otro lado del mundo, en Oriente Medio y Extremo Oriente, firmas como Chanel han fijado su objetivo en atraer a un público masculino, ya que allí el mayor consumidor del lujo es el hombre. Lo primero que debe tener en cuenta una gran compañía que comercie con lujo antes de entrar en cualquier país es quién será su cliente.
En el estudio también se habla del nuevo rico y nuevo consumidor de lujo. Además de ser nuevos clientes potenciales para estas firmas, son usuarios que invierten en lujo y marcas caras para comprar historia, que se puede traducir en comprar estatus social.
Las marcas hacen sentir al usuario realizado, son aspiracionales, por eso mismo el lujo varía según la clase social, el nivel de intelectualidad y el país. Lo que en una parte del mundo es lujo, en la otra es un bien cotidiano y sin la menor importancia.
El lujo del futuro
Todas las grandes firmas de lujo están fijando sus objetivos en países emergentes, como nuevos productores y consumidores. Una de las preguntas que la mayoría del sector se hace es si se trasladará, en un futuro no muy lejano, la producción de artículos de primera calidad a los países asiáticos.
El estudio, que intenta responder a esta pregunta apoyándose en analistas y profesionales, sostiene que los artículos que realmente sean lujo, como la piel, seguirán fabricándose en el país, en este caso España, externalizando así los productos de una menor calidad como los que están compuestos de otros materiales como el plástico.
En España existen unas 140 empresas que se dedican a la producción de artículos de lujo, un sector que se ha visto afectado por la crisis, con cierres de pequeños talleres como con reducciones de las cifras de su facturación de hasta un 30%. Las reglas para este sector han cambiado también, lo que antes era una compra compulsiva ahora es una compra con cabeza, más estudiada y meditada.
Entonces, ¿hacía donde tiende el lujo? ¿Qué pasará con todas estas empresas? Y, lo más importante, ¿volverán a recuperar a todos sus consumidores? El estudio finaliza con unas conclusiones y consejos para el sector del lujo, recomendando a las firmas del sector una serie de ítems a tener en cuenta si quieren que sus negocios continúen siendo rentables.
Fijarse objetivos estratégicos y saber cómo quieren las empresas que su público vea su marca, mejorar el producto aplicando innovación y diseño y ser realistas y conscientes de los recursos económicos qué serán necesarios, ya que si una firma de lujo quiere posicionarse, deberá hacer una gran inversión.
Además de ítems que las firmas de lujo deben llevar a cabo, la autora también recomienda qué no se debe hacer si se posee una firma de lujo. Uno de los aspectos más importantes es no bajar precios para ser más competitivos, una tentación en la que algunas empresas ya han empezado a caer.