Entorno

De Macy’s a Simon Properties: el ‘peak oil’ de la moda se acerca al bolsillo estadounidense

Con la amenaza arancelaria sobrevolando la economía estadounidense, algunos grandes grupos del país han empezado a alertar de una posible caída del gasto de los consumidores del mayor mercado de consumo en todo el mundo.

De Macy’s a Simon Properties: el ‘peak oil’ de la moda se acerca al bolsillo estadounidense
De Macy’s a Simon Properties: el ‘peak oil’ de la moda se acerca al bolsillo estadounidense

Celia Oliveras Castillo

  1. King Hubbert, geofísico que trabajó durante más de veinte años en la compañía petrolera Shell Oil, convenció a parte del sector de que la producción mundial de petróleo alcanzaría su máximo histórico en 1956. Esta idea no tardó en extenderse, bajo el nombre de Teoría del pico del petróleo: avisaba de que, tras ese punto álgido, la producción de crudo descendería a una velocidad tan vertiginosa como había aumentado.

 

Algo parecido pasó en el inicio del año 2000, cuando el descubrimiento de depósitos fue reduciéndose poco a poco, y más expertos vaticinaron el estallido de la burbuja del crudo. De una forma u otra, sin embargo, las compañías petroleras han evitado su sentencia de muerte. En 2025, con la producción de petróleo todavía en aumento, especialmente motivada por Estados Unidos (Drill baby drill! ha sido uno de los grandes lemas de Donald Trump, actual presidente del país, durante su campaña electoral), se ve claro que el sector todavía no había alcanzado su punto álgido.

 

La moda ha conseguido mantenerse a alza estos últimos años pese a las continuas crisis. Durante la pandemia, con la población confinada en sus casas, los consumidores corrieron a gastar por Internet. Cuando estallaron las crisis de suministro derivadas del conflicto en el Mar Rojo o de la caída del Gobierno en algunos de los países clave para la producción textil, la moda reorganizó sus cadenas de suministro. El sector parece haber esquivado su peak oil, por el momento, con relativo éxito.

 

Ahora, sin embargo, con el principal mercado de consumo del mundo imponiendo aranceles transversales a casi todas las economías, algunas empresas empiezan a referirse a un posible efecto en el bolsillo de los consumidores.

 

 

 

 

“Creo que nuestro consumidor está igual de preocupado, confundido e inseguro que los demás por lo que está sucediendo en el mundo”, admitió el pasado marzo Tony Spring, consejero delegado de Macy’s, el mayor grupo estadounidense de grandes almacenes. La compañía, de hecho, cerró su último trimestre del ejercicio con una caída del 4,3% de las ventas, hasta los 7.800 millones de dólares.

 

En el conjunto del país, las ventas minoristas de moda alcanzaron en abril, mes marcado por la decisión estadounidense de incrementar los aranceles, 24.514 millones de dólares, un 5,8% más que en el mismo mes de hace un año. La cifra, sin embargo, supone también una caída respecto al mes anterior, de hasta un 1,8%, demostrando una ligera caída del consumo de los estadounidenses en un ambiente geopolítico marcado por la incertidumbre. El efecto Semana Santa (conocida como Pascua en Estados Unidos) tuvo impacto en el resultado mensual.

 

“Predecir la demanda y las ventas es algo extremadamente complejo”, admitía David Simon, consejero delegado del promotor estadounidense de centros comerciales Simon Property, hace unos días. A pesar de que el directivo resaltó que, por el momento, no habían visto ningún cambio excesivo en la demanda (con los datos de abril aún sin conocer), Simon también aseguró que el nivel de los inventarios de las empresas podría verse afectado con los aranceles y, a la larga, tener un impacto en las ventas.

 

 

 

 

“Precisamente por eso estamos siendo algo más conservadores en nuestras previsiones”, admitió el directivo. Este golpe se ha notado ya incluso en el gran minorista estadounidense por excelencia, Walmart. Hace unos días, el gigante publicaba sus resultados para su primer trimestre del ejercicio, con un aumento de las ventas de un 2,5%, muy por debajo del 4,5% previsto por la compañía a principios de año.

 

Con 255 millones de consumidores estadounidenses comprando en un establecimiento de Walmart a la semana, los malos resultados del operador marcan un nuevo posible peak oil para el consumo. Según los últimos datos de McKinsey, la intención de compra en algunos bienes se ha reducido en el primer trimestre del ejercicio. Pese a que la alarma todavía no se ha extendido entre la población, relata la consultora, gracias a un aumento del mercado laboral y la inflación estable, un recorte en el gasto sí se ha empezado a intuir en el país.

 

El efecto se notará especialmente en los bienes discrecionales, es decir, aquellos no esenciales como la alimentación o los carburantes, muestran los datos de la consultora. En este segmento, la moda se hace precisamente con algunas de las peores perspectivas, y un 37% de estadounidenses prevé que gastará menos en prendas de ropa que el año pasado, junto a otro 35% que calcula que reducirá su gasto en calzado. En el caso de la joyería y los accesorios, por otro lado, la caída es aún más elevada, con un 44% y 46% de los estadounidenses previendo gastar menos, respectivamente.

 

“Los consumidores, especialmente aquellos de la generación X y Z aseguran que recortarán gastos en las categorías más discrecionales, como la moda, el calzado o los aparatos electrónicos”, añade la consultora. En este mismo periodo hace un año, añade, gran parte de los consumidores estadounidenses estaban contentando que tenían la intención de aumentar el gasto.