Entorno

China, un año después: fiestas descafeinadas, un plan pendiente y sin tercera ola

Pekín ha pedido a los gobiernos locales que flexibilicen las restricciones de cara a las festividades de año nuevo, pero el Ministerio de Transportes ya anticipa que los desplazamientos marcarán mínimos en treinta años.

I.P.G.

9 feb 2021 - 04:48

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Hace ahora un año, el mundo había empezado a pararse por el este. Mientras en Europa las noticias del coronavirus todavía llegaban a cuentagotas (el primer caso en Europa se confirmó el 31 de enero), China anunciaba la suspensión de las fiestas de año nuevoEl viernes, el país comienza un nuevo año lunar en un punto completamente distinto adonde estaba doce meses atrás. Por delante tiene, a corto plazo, la perspectiva de las vacaciones más descafeinadas de su historia reciente, el desafío de evitar la tercera ola del Covid-19 y el reto de trazar un nuevo plan quinquenal el próximo marzo.

 

China comenzó hace ya dos semanas un periodo vacacional de cuarenta días que concentra el mayor desplazamiento de personas del planeta. El país, que se recuperó rápidamente tras la primera ola, sigue manteniendo controlada la pandemia, a diferencia de lo que ocurre en Europa: el 27 de enero, un día antes de que comenzara el denominado festival de la primavera, el Gobierno reportó apenas 54 nuevas infecciones.

 

Con este escenario sanitario, Pekín quiere equilibrar la contención de la pandemia con el impulso de la economía y el consumo interno: el Ejecutivo de Xi Jinping ha pedido a las autoridades provinciales y municipales que relajen las restricciones a los viajes y a las tiendas, museos, cines y librerías que continúen abiertas. 

 

 

 

 

En paralelo, las empresas y algunos gobiernos locales están ofreciendo vales de compra, entradas de cine o incluso remuneraciones en efectivo (dentro de los tradicionales sobres rojos) para compensar a los ciudadanos que opten por no desplazarse, según recoge el diario hongkonés South China Morning Post.

 

El resultado es que sólo se realizarán 1.200 millones de viajes en los próximos cuarenta días, un 60% menos que en 2019 y el mínimo en tres décadas. Para el comercio, esto podría suponer perder parte del gasto en zonas turísticas como Hainan pero ganarlas en ciudades secundarias, donde concentrarán su consumo quienes opten por no viajar.

 

Ese consumo interno será clave también en el próximo plan quinquenal, que el comité central del Partido Comunista Chino comenzó a dibujar el pasado octubre y que deberá aprobarse el próximo marzo.

 

 

 

 

Entre sus objetivos se encuentran reducir la dependencia de tecnología extranjera, proseguir la apertura económica y las conexiones internacionales y reducir las emisiones de efecto invernadero, entre otras.

 

Todo ello, después de que la pandemia ensombreciera el último ejercicio del plan anterior, que tenía como objetivo alcanzar varias metas económicas justo a tiempo para el centenario del Partido Comunista, que se celebra este año.

 

Una de esas metas pasaba por duplicar su Producto Interior Bruto (PIB) entre 2010 y 2020. Aunque China no pudo crecer al 6% en 2020, como necesitaba para alcanzarla, sí logró ser la única gran potencia económica que cerró el año en tasas positivas.


Según las últimas estimaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), la economía del país engordó un 1,9% y avanzará otro 7,9% en 2021 y un 8,1% en 2021. “Se han realizado importantes reformas pese a la pandemia, pero no han sido uniformes en áreas clave”, señalaba en enero la entidad multilateral.

 

Al menos, esta vez la astrología juega a favor de Pekín: si el año pasado, la rata de metal pronosticaba un cambio radical, y parece que no se equivocó, el año del buey de metal que ahora comienza será, dicen los expertos, leal, amable y con los pies en la tierra.