Entorno

Alberto Paccanelli (Euratex): “La era de la deslocalización se ha terminado”

El presidente de Euratex es optimista con el futuro de la industria del textil y la confección en Europa pero reconoce que algunos se quedarán fuera: “las pymes ya no son coherentes con las economías de escala que requiere la globalización”.

Iria P. Gestal

14 abr 2021 - 04:54

Alberto Paccanelli (Euratex): “La era de la deslocalización se ha terminado”

 

 

Cuando regresó a la presidencia de Euratex en 2019, los retos que le esperaban a Alberto Paccanelli en la patronal europea del textil y la confección eran desencallar el Convenio Paneuromediterráneo, avanzar en la sostenibilidad de la industria y reforzar su digitalización. Pero apenas dos meses después de su nombramiento, estalló la pandemia, que sacudió a la industria de la moda en todo el planeta. Conectado por Zoom desde Bérgamo (Italia), donde también tiene su sede la compañía que lidera, Martinelli Ginetto Group, de textil hogar, el ejecutivo reconoce que no todo el sector podrá salir de esta crisis, pero asegura que los operadores que sí lo hagan tendrán oportunidades el día después. “La era de la deslocalización ha terminado”, afirma.

 

 

 

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Pregunta: ¿Cuánto tardará en llegar la recuperación?

 

Respuesta: La industria textil en Europa cerró 2020 con una caída de ingresos de entre el 10% y el 15% respecto a 2019, mientras que en el sector de la confección el descenso fue de entre el 20% y el 25%. Más significativa fue la caída de las ventas en tienda, que ascendió al 25% en el continente. Podemos aguantar un mal año, creo que la mayoría de la industria pudo soportarlo, el problema es que serán al menos dos ejercicios negativos y para este año prevemos todavía grandes dificultades, especialmente en el sector de la confección. El sector del textil hogar y textil técnico, en cambio, están aguantando mejor, pero la moda ha sido fuertemente golpeada. Además, hay empresas especializadas en el segmento de la fiesta y ceremonia que están totalmente paradas. En global, no veo que las ventas vayan a volver a crecer al menos hasta principios del año que viene. Las colecciones se presentan en septiembre y se empieza a producir en diciembre o enero, así que el aumento de ventas no se verá hasta los primeros meses de 2022, siendo optimista.

 

 

P.: ¿Se llegará entonces a los niveles prepandemia?

 

R.: Esa es la gran pregunta. Depende del mercado, porque en China sí hemos visto una recuperación en V, pero creo que en Europa se parecerá más a una U. Pero la pregunta más importante es quién va a lograr la recuperación y quién no. Muchas pymes se verán afectadas y habrá una gran reducción de compañías y quiebras: no todos los operadores saldrán de esta. Y a pesar de las dinámicas generales del mercado, no creo que el consumidor tradicional vuelva a consumir como lo hacía, así que algunos sectores se recuperarán más rápido que otros. Es un nuevo escenario.

 

 

P.: ¿Ese ajuste será mayor que el de 2005 o el de 2007?

 

R.: No lo creo, es una situación diferente. Entonces hubo un cambio en la producción hacia otros países. Esta vez no creo que ocurra, al contrario, puede que parte de la producción regrese a Europa, especialmente en algunos segmentos en los que la entrega rápida o la calidad es particularmente importante. Lo que creo es que el consumidor comprará menos y, con suerte, comprará mejor. En este sentido, la producción europea podría verse afectada positivamente. Pero, de nuevo, habrá una gran diferencia según el segmento: hace un año que no me pongo corbata y no creo que vuelva a ponérmela cada día.

 

 

 

 

P.: Habla de un futuro de menos volumen y más valor. ¿Qué rol tendrán entonces los grandes grupos de distribución?

 

R.: El fast fashion entendido como la importación de bienes de bajo coste y vendidos a un precio muy bajo irá a menos, no creo que recupere el tamaño que tenía antes. Después está el fast fashion entendido como una empresa que hace un buen producto, en mercados en proximidad de Europa y con un ciclo de entrega corto. Los que puedan implementar con éxito este modelo tendrán éxito. Eso, junto con la digitalización y la sostenibilidad, son los factores que forman el nuevo paradigma de la industria. Y, por supuesto, las empresas que tengan recursos, tanto financieros como de gestión, podrán salir adelante, mientras que las pequeñas se verán más afectadas.

 

 

P.: ¿Tiene Europa capacidad para absorber un trasvase de la producción?

 

R.: Desde Euratex llevamos muchos años trabajando con la Comisión Europea para implementar un acuerdo paneuromediterráneo que es la base para un nuevo modelo de producción alrededor de Europa. Si considera los países mediterráneos, Europa del Este y Turquía como parte de una gran cadena de valor, sí podemos absorber cuota de mercado de los países asiáticos. Y eso sería muy bueno para Europa, no sólo porque damos puestos de trabajo a países mediterráneos que lo necesitan, sino porque podemos implementar una interacción entre compañías europeas y del norte de África que podría ser muy competitiva en precio.

 

 

P.: ¿Pero eso no es también externalizar la producción a países más baratos, como se hace hasta ahora en Asia? ¿Qué gana Europa?

 

R.: No. Si yo tengo una fábrica de tejido en Italia y puedo confeccionar la prenda en Marruecos y luego venderla en Europa, mantengo todo el control de la cadena de valor y parte de la producción aquí. La alternativa es importar una camiseta terminada de China o Bangladesh. Así que cuanto más nos integremos, mejor nos irá y más podremos mantener parte del empleo en Europa. Por supuesto, la gama alta la podemos defender: lotes pequeños, alta creatividad, calidad… Ese es nuestro trabajo y sabemos hacerlo. Pero necesitamos también pedidos de tamaño medio; tenemos que cubrir ese segmento y eso puede hacerse en el entorno europeo.

 

 

 

 

P.: Con este plan, ¿deberían países como España renunciar a rearmar su industria textil y de la confección?

 

R.: No. Le pongo un ejemplo: el lino es la única materia prima que producimos en Europa. En  Francia y Bélgica cultivan flax, hilan el lino y lo tejen. Al principio, el 100% de la producción de lino estaba en Europa. Con la globalización, el 95% se fue a Asia. Ahora, me consta que hay un proyecto para abrir una nueva planta de hilatura en Francia. Es una buena señal. Esto podría ser una muestra de que la diferencia de costes se está estrechando. Por supuesto que no vamos a competir en el segmento medio-bajo y bajo del mercado, eso seguro, pero hay muchas oportunidades para productos de gama alta en el entorno global, así que podemos crecer cubriéndolo todo. Esa es la estrategia de los emprendedores que están poniendo en marcha nuevos proyectos en Europa: gama alta, creatividad, innovación y vender a todo el mundo.

 

 

P.: ¿Qué es lo que está frenando a la industria europea para llegar a ese ideal?

 

R.: En primer lugar, nuestra estructura está compuesta en su mayoría por pequeñas y medianas empresas, y esas empresas ya no son coherentes con las economías de escala que requiere la globalización, la digitalización y la sostenibilidad. Tenemos que hacer un esfuerzo para consolidar empresas pequeñas sanas en grupos que sí alcancen una masa crítica. El segundo desafío es asegurar que Europa mantenga un level playing field con los otros mercados. No tiene sentido que estemos implementando en Europa muchas normativas relacionadas con la sostenibilidad, el empleo, la contaminación, que estamos contentos de implementar, y luego importemos de Pakistán o Bangladesh sin controlar nada. Esa es una gran debilidad para competir.

 

 

P.: En los últimos años, la industria europea se ha focalizado en los textiles técnicos y ha dejado más de lado la industria de la moda. ¿La moda continúa siendo rentable para el sector?

 

R.: Puede serlo. Hasta 2009, Italia era un buen ejemplo de ello. Hay hueco para ambas industrias, para la moda y para el textil técnico vinculado con la industria farmacéutica y automovilística. Además, ahora la Comisión Europea ha comenzado a darse cuenta de que tener capacidad para producir mascarillas o equipos de protección individual (EPIs) en Europa no es tan mala idea. También tenemos que cambiar la legislación de compras, que está pensada para favorecer los productos más baratos. Tenemos que cambiar el algoritmo para asegurarnos de que estamos comprando no el mejor precio, sino la mejor relación calidad-precio. Para el textil destinado a la moda, la creatividad es crítica. Hay que entender que creatividad no es un diseñador en su despacho creando una prenda. Hay un sector industrial y artesanal detrás de ese diseñador que tiene que ser capaz de trasladar esas ideas a productos. Y este es nuestro mayor activo, porque no es fácil de replicar. En el sector del cuero, por ejemplo, las grandes empresas de lujo están comprando fábricas en la Toscana que son especialistas en eso. Esta es la capacidad que debemos defender.

 

 

 

 

 

P.: Más valor, más proximidad… ¿Esto implicará un aumento en los costes de aprovisionamiento tras la pandemia?

 

R.: El año pasado tocamos el suelo histórico en cuanto a precios, ahora están subiendo muy rápidamente. No creo que esto vaya a ser una tendencia a medio plazo, sino que se estabilizarán. Desde que estalló la pandemia, la variación de los precios ha ido vinculada a disrupciones en la cadena de valor y al nivel de disponibilidad de las materias primas y las fábricas, pero eso terminará el año que viene, espero.

 

 

P.: ¿Debería cambiar la relación entre retailers y fabricantes?

 

R.: Los mayores grupos de lujo del mundo han estado comprando fabricantes. En este sentido, la producción y la distribución están muy conectadas. No creo que haya un gran espacio para retailers multimarca en el futuro a no ser que se enfoquen a productos muy creativos. Por supuesto, el canal digital está también impactando mucho y tratar de encontrar un equilibrio entre el precio, las ofertas y el margen es caótico.

 

 

P.: ¿Y los operadores como Inditex o H&M?

 

R.: H&M se ha estado aprovisionando en Asia y ahora ha descubierto la sostenibilidad. No sé si es una estrategia de márketing o es real, pero es difícil mantener una estrategia de sostenibilidad si compras en Bangladesh. Si está transformando también las grandes plataformas de aprovisionamiento, es muy bueno. Si en cambio es sólo una campaña de márketing, no creo que logren conectar con el consumidor. Así que para esos grupos también habrá una transición, pero no creo que terminen comprando en Europa. Necesitan demasiado precio para poder tener margen.

 

 

P.: Con todas estas fuerzas en acción. ¿Cómo quedará el mapa del aprovisionamiento de moda tras el Covid-19?

 

R.: Esperemos que la plataforma paneuromediterránea gane terreno, especialmente Turquía, Egipto, Marruecos y Túnez. China ha tocado techo en lo que se refiere a disponibilidad de productos para enviar a Europa. El diferencial de precios se está reduciendo, también porque está aumentando el coste del transporte, así que si comparas el producto final ya no hay tanta diferencia. No veo que vayan a producirse grandes cambios, pero sí una ligera tendencia hacia más proximidad, pequeños lotes y más repeticiones, un modelo que sólo es sostenible si estás cerca.

 

 

 

 

 

 

P.: Si el futuro de la moda es la circularidad. ¿El de la industria textil en Europa es el reciclaje?

 

R.: El reciclaje podría ser la materia prima que nos falta en Europa. Porque consumimos y generamos muchos residuos que se pueden convertir en una gran materia prima para el sector, así que hay que invertir en ello. Es por eso que hemos impulsado el proyecto piloto de Rehub para crear cinco plantas de reciclaje en Europa. Pero también tenemos que evitar pensar que podemos reciclar de forma que ese producto tenga eternamente el mismo valor. Además, el coste de reciclar no es tan barato como pensamos, necesitamos economías de escala y el proyecto Rehub tiene como objetivo validarlo. Si logramos esa escala, el material reciclado podría ser más barato que el tradicional.

 

P.: El Covid-19 ha puesto el foco en el corto plazo. ¿Puede ser una amenaza para la transformación a largo plazo que debe encarar el sector?

 

R.: Las grandes amenazas son otras. En primer lugar, la falta de capital humano, porque tenemos una fuerza laboral envejecida y tenemos que atraer al talento joven. Tenemos que acelerar la digitalización y volver a formar a nuestras plantillas, y por eso también las pymes necesitan tener escala; financiación para apoyar esta transición, y para eso espero que podamos captar parte de los fondos de Next Generation EU, y, por último, evitar la competencia desleal. Nuestra ambición es crear buenos productos innovadores y creativos que cubran la parte alta del mercado en todo el mundo. Pero para hacerlo tenemos que asegurarnos de que competimos con las mismas reglas.

 

 

P.: ¿Hace falta más regulación?

 

R.: No, necesitamos mejor regulación y asegurarnos que todas las que implementamos tengan en mente que la industria y las empresas tienen que ser competitivas. Antes de poner en marcha una nueva normativa deberíamos plantearnos si eso está haciendo que las compañías sean más o menos competitivas, y no siempre ha sido el caso. La sostenibilidad y la economía circular necesitan nuevas normas, especialmente en cuanto a la composición de las fibras, que es un gran vacío en la normativa actual, porque si no sabes la composición no puedes reciclarla.

 

 

P.: ¿Qué le pediría a las autoridades europeas?

 

R.: Por fin, la comisión ha comenzado a entender que necesitamos producción en Europa y que el textil y la confección son importantes para el empleo. Eso comenzó a ocurrir ya antes de la pandemia, pero con el Covid-19 se hizo evidente que necesitamos una nueva estrategia industrial para el sector. Es un mensaje muy importante porque en el pasado sólo hablaban de deslocalizar. Lo que necesitamos ahora es claridad en el proceso de implementación de las normativas. No estamos en contra de la sostenibilidad, entendemos que contaminamos mucho como industria, aunque mucho menos que otros países, pero necesitamos que entiendan que cualquier transición sólo tiene éxito si las empresas sobreviven y mejoran su competitividad.

 

 

 

 

 

P.: ¿Qué envidia del sector del automóvil?

 

R.: Nada. En el pasado, nosotros fuimos la cabeza de turco en las negociaciones de los acuerdos de comercio internacional, se sacrificó al textil y la confección para que la automoción pudiera tener más oportunidades. Pero eso ha cambiado. Además, el sector del automóvil también está enfrentándose a su propia transición hacia el eléctrico, así que no les envidio. Y es un gran socio para el textil.

 

 

P.: ¿La pandemia puede suponer un paso atrás en la globalización?

 

R.: La globalización como la entendíamos en el pasado, como la deslocalización de la producción, esa fase ha terminado. Lo que vemos ahora es la creación de industria en otras partes del mundo pero para ganar nuevos mercados, no para llevarse esa industria de otro sitio. Así que en cuanto a empleo en Europa tendremos una situación estable. Pero debemos tener claro cómo queremos que sea la industria del textil y la confección en Europa y apoyarla en la implementación para lograrlo. Y hay una gran oportunidad, porque cualquier producto tiene textil.