Entorno

¡A formar! El negocio de los uniformes

Extremadamente predecible, con demanda constante y sin temporadas. Sobre el papel, los uniformes son de la poca ropa que no puede considerarse estrictamente moda, aunque los visten millones de niños en el mundo.

I. P. G.

8 oct 2021 - 04:35

¡A formar!  El negocio de los uniformes

 

 

 

“Incluso las pequeñas decisiones consumen energía, por eso visto una camiseta gris cada día”. Seis años después de estas declaraciones, continúa siendo difícil ver una fotografía de Marc Zuckerbeg en la que no lleve su uniforme: jeans y camiseta. Igual que el fundador de Facebook, millones de niños en todo el mundo se levantan por las mañanas y no tienen que decidir qué ponerse. Aunque en su caso cambian la camiseta gris por falda de tablas, polo de piqué, mocasines y jerséis a juego.

 

 

 

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Moda infantil, un difícil juego de niños

 

 

 

El origen de los uniformes escolares se remonta al menos a 1222, cuando el entonces arzobispo de Canterbury ordenó al Concilio de Oxford que sus alumnos vistiesen la cappa clausa, una prenda similar a una túnica que más tarde se extendería a otras universidades. Su uso en la educación primaria, donde sobrevive hoy, no llegó hasta el siglo XVI, también en Reino Unido, donde comenzó a usarse en las escuelas de la caridad destinadas a niños sin recursos.

 

El sector de los uniformes escolares es un negocio al alza que cuenta con sus propios gigantes, su propio modelo de negocio y sus particulares canales de distribución y que transcurre en otra dimensión a la moda de calle.

 

En España, su uso es mayoritario en colegios privados y concertados aunque ha llegado a colegios públicos. Según datos de 2017, más de 350 colegios públicos de España ya usaban uniforme, frente a los cincuenta que lo empleaban tres años antes. El gasto medio por familia ronda los 220 euros al año, según la plataforma online Uniformes Cole.

 

 

  

 

Aunque los fabricantes producen el conjunto completo (incluyendo jersey, polo e incluso mochila personalizada), en la mayoría de colegios la única compra obligatoria es la falda o pantalón y el chándal. Para el resto, se dan indicaciones genéricas de modelo y color que no requieren comprarse en establecimientos especializados. Los colegios se encargan de buscar un fabricante, que después los distribuye en pequeñas tiendas multimarca, El Corte Inglés y, cada vez más, también online. En muchos casos, los colegios cobran una comisión por venta al fabricante o al distribuidor a cambio de la exclusividad y de recomendarlo luego a los padres, una dinámica que ha sido investigada en varias ocasiones por la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU).

 

La mayoría de operadores son grupos locales especializados en uniformidades infantiles como Eureda Textil, con más de cuarenta años de trayectoria. La empresa, con sede en Torrejón de Ardoz (Madrid), trabaja con 160 colegios (la mayoría en su comunidad autónoma), produce 331.550 prendas al año y viste a 144.000 alumnos. La compañía tiene también divisiones de vestuario laboral, textil promocional y, desde la pandemia, también de artículos sanitarios como mascarillas.

 

En Barcelona, uno de los mayores operadores es Pronens, fundada en 1984 y con una capacidad de producción de un millón de prendas al año. La empresa también realiza merchandising para empresas y textil laboral y sanitario, lo que le valió un contrato con la Generalitat en 2020.

 

Uniformas, con sede en Murcia y delegaciones en Gran Canaria y Tenerife, es de las pocas que ha desarrollado retail y tiene tres tiendas propias. Cuenta con cuatro divisiones: Schoolmas, de uniformes escolares; Sportmas, de uniformidades deportivas; Publimas, de ropa publicitaria, y Labormas, de ropa de trabajo para sectores como la sanidad, la hostelería o la seguridad.

 

 

De Bangladesh a Alemania

El uso de uniformes varía ampliamente en todo el mundo y depende mucho de los hábitos y la cultura local. Si en España está limitados en su mayoría a colegios privados o concertados, en Irlanda o Bangladesh son obligatorios en toda la educación primaria. En el otro plato de la balanza se encuentran Alemania e Italia, donde existe una notable oposición.