Rowse expande la ‘clean beauty’: nueva ronda de financiación y objetivo de 2 millones de euros
La compañía española de cosmética cerró 2024 con una facturación de 1,5 millones de euros. El lanzamiento de su oferta de maquillaje, la apuesta retail y la apertura de nuevos mercados marcarán la próxima etapa de crecimiento.


Rowse estructura su crecimiento. La empresa española de cosmética clean y minimalista, fundada en 2019 por la fotógrafa Nuria Val y la especialista en márketing Gabriela Salord, quiere pasar a la siguiente fase. Tras cerrar 2024 con una facturación de 1,5 millones de euros y ebitda positivo, la compañía prevé alcanzar los 2 millones de euros en el ejercicio en curso. De cara a finales de año, la compañía prepara una nueva ronda de financiación para apoyar su expansión global.
Lejos quedan hoy los tiempos en los que Rowse era un “experimento” fruto de un flechazo entre dos mujeres emprendedoras con ganas de adentrarse en nuevos proyectos. Gabriela Salord, curtida en el mundo de los fondos de inversión y las start ups en París, con experiencia en grupos cosméticos como L’Oréal y Clarins, quería dejar atrás el márketing como “fórmula vacía”. Nuria Val, por su parte, provenía de la dirección de arte y había desarrollado un universo creando contenido en redes sociales para marcas gracias a su background como fotógrafa, pero quería construir un proyecto de estética cuidada caracterizado por la “autenticidad”.
“Al principio, teníamos una regla: si lográbamos vender diez aceites a alguien que no fueran nuestras madres, seguiríamos adelante”, recuerda Salord, consejera delegada de la empresa, sobre los primeros pasos de Rowse en 2019. “Funcionó y vendimos sin gastar un euro en publicidad”, reconoce la dirigente, subrayando el apoyo de la “importante comunidad” de seguidores con la que Val ya contaba en redes, lo que permitió “arrancar con una base orgánica y fiel”.
La primera gama de productos, centrada en aceites prensados en frío, aguas florales y polvos naturales, fue producida en un laboratorio en París, a escasos minutos de las oficinas en las que por aquel entonces trabajaba Salord, y se lanzó con un modelo de distribución directo al consumidor. La apuesta funcionó.
Rowse ya había cerrado una ronda de financiación de 600.000 euros en 2020
En 2020, sólo un año después de su nacimiento y en plena pandemia, la marca atrajo el interés de inversores del sector y cerró una primera ronda de 600.000 euros que permitió profesionalizar la estructura, contratar al equipo y abrir su propio estudio de contenido en Barcelona. Entre los primeros apoyos estuvo el empresario Joël Palix, exconsejero delegado de Feelunique y del grupo Clarins Fragrance, con experiencia en firmas de lujo como Mugler, que se incorporó como business angel.
El capital de Rowse sigue mayoritariamente en manos de sus fundadoras, que han priorizado desde el inicio un crecimiento sostenible frente al modelo de escalabilidad acelerada. “Venimos de ese mundo y precisamente por eso queríamos hacer las cosas de otra manera”, apunta Salord. “Buscamos rentabilidad antes que rondas sucesivas sin control y no nos arrepentimos porque hoy los inversores valoran eso más que nunca”, analiza la consejera delegada, quien confía en un crecimiento de la empresa “a pulmón” y paso a paso.
A día de hoy, la empresa produce todos sus cosméticos en un laboratorio situado en Alicante, dirigido por una farmacéutica especializada en formulación natural. La colaboración con este socio industrial permite a Rowse una gran flexibilidad para testar nuevos productos a pequeña escala antes de lanzarlos al mercado, según explica su máxima ejecutiva. Uno de los ejemplos más recientes es Oliveta, una propuesta de exfoliantes elaborados con aceite y hueso de oliva procedentes de la finca familiar del mismo nombre recuperada por Val en el sur de Cataluña.
Con más del 80% de las ventas realizadas a través del ecommerce propio, la marca ha comenzado a reforzar su presencia física con una tienda propia en Madrid, puesta en marcha el año pasado en el número 114 de la calle Vallehermoso. Asimismo, Rowse trabaja su distribución selectiva mediante alianzas con operadores estratégicos como el especialista francés de cosmética Oh my cream!, la española All Yours, los grandes almacenes italianos Rinascente o el concept store The Frankie Shop, en París y Nueva York, además de una red de farmacias en España.
Por mercados, España lidera la facturación de la compañía. Francia es, por su parte, el segundo país más relevante para su negocio y en el que ya ha probado el canal físico a través de espacios efímeros o colaboraciones con marcas locales como Maje, propiedad de Smcp. Italia, Alemania, Reino Unido, Dinamarca y Suecia completan la lista de regiones prioritarias y, actualmente, Rowse pone el foco en los países nórdicos “por su poder adquisitivo y su familiarización con la cosmética clean”.
La empresa aspira a posicionarse en el segmento ‘lifestyle’ y de experiencias
En paralelo, la marca ha iniciado una línea de colaboración con hoteles boutique, como Vestige y Soho House, y ha organizado experiencias de marca como retiros de yoga, pop ups o eventos en casas de clientas. “Nuestro márketing hoy se basa en emociones reales, en presencia, en comunidad -asegura la consejera delegada-; las clientas no cogen el móvil durante los eventos: quieren vivir la experiencia”.
En un mercado saturado de marcas de cosmética y con el márketing tradicional en declive, Rowse apuesta por una propuesta alternativa al margen del paid media. Menos anuncios, más comunidad. Menos algoritmos, más experiencias con productos de carácter premium y precios asequibles. “Estamos reformulando nuestra estrategia y creemos que el futuro no es de quien grita más fuerte, sino de quien logra emocionar y acompañar”, analiza.
“Queremos consolidar nuestro negocio”, afirma Salord sobre su hoja de ruta para el futuro. Para ello, la nueva ronda de financiación prevista para finales de año se destinará a consolidar la presencia internacional de Rowse en Europa, estudiar la apertura nuevos puntos de venta físicos y ampliar la categoría de maquillaje, que ya se ha convertido en el segundo motor de ventas. “El objetivo es replicar nuestro modelo en ciudades clave, con flagships que conecten de verdad con las comunidades locales”, señala la ejecutiva, subrayando que el “proyecto piloto” de tienda en la capital es rentable. “Pero siempre manteniendo nuestra esencia: autenticidad, coherencia y calidad”, añade.
El maquillaje, clave en la diversificación de la oferta
En mayo, la compañía ha ampliado su catálogo con el lanzamiento de su primera línea de maquillaje, Longevity Beauty. Desarrollada durante dos años y formulada con exosomas derivados de la baya de goji, una innovación de biotecnología vegetal que regenera la piel a nivel celular, la colección fusiona el cuidado de la piel y con el color. Asimismo, la incursión en el maquillaje responde a una tendencia al alza en el mercado global: tratamientos de color eficaces, que aporten naturalidad y beneficios a largo plazo.
“Queríamos un maquillaje que no sólo se posara sobre la piel, sino que la cuidara de verdad”, explica Salord. “Esta es la belleza del futuro: duradera, potente y pensada para la vida real”. El concepto incluye sérums con color, iluminadores, sombras de ojos y bálsamos multifunción que se han convertido en bestseller. En el futuro, la empresa no descarta continuar ampliando su oferta con productos como perfumes o cremas solares.
“Hay espacio para muchas marcas en cosmética, pero un nicho no significa que tenga que ser un lugar pequeño: puede representar cientos de millones de euros si se construye bien”, reflexiona la empresaria. Con el maquillaje, el proyecto de Rowse consiste en inspirarse del camino de la empresa cosmética Ilia en Estados Unidos para ocupar “el hueco de la belleza clean que está libre en Europa”.