Jennyfer, nueva víctima de la crisis de la moda en Francia: eliminará mil empleos
La enseña francesa de moda juvenil entra en liquidación al no haber remontado su crisis estructural. Si no encuentra comprador antes del 28 de mayo, la empresa de cuatro décadas de historia cerrará definitivamente sus puertas.


Nuevo golpe a la moda francesa. El segmento de gama media, amenazado en los últimos tiempos por la supresión de puestos de trabajo y el cese de la actividad de marcas históricas, apunta un nuevo nombre a su lista de afectados. La enseña Jennyfer, especializada en moda joven, no ha logrado sostener su actividad pese a los esfuerzos recientes por relanzar su posicionamiento y recapitalizar la empresa. Su posible desaparición definitiva puede llegar a suponer la supresión de 999 empleos.
Esta semana, el Tribunal de Comercio de Bobigny, en París, ha dictado la liquidación judicial de la compañía gala, con mantenimiento temporal de las operaciones hasta el 28 de mayo, fecha límite en la que se evaluarán ofertas de adquisición. La continuidad de una empresa histórica, con más de cuatro décadas de trayectoria, está en juego. Su futuro empresarial y la protección de los puestos de trabajo dependerá de la aparición de un posible comprador y de su plan de negocio presentado, al igual que ocurrió recientemente con la histórica Naf Naf, adquirida por un inversor turco por la módica cifra de un millón de euros.
“El modelo económico se volvió insostenible”, explicaron desde la dirección de la empresa a la agencia francesa AFP, señalando factores como el aumento de costes, la caída del poder adquisitivo, los cambios en el mercado textil y una competencia global cada vez más feroz. La compañía, que en 2024 todavía operaba con una red de 220 tiendas en Francia y ochenta más en el extranjero, facturaba alrededor de 250 millones de euros al año.
En junio de 2023, Jennyfer ya había entrado en proceso de redressement judiciaire (procedimiento concursal en Francia), motivado por el aumento de costes operativos y una inflación acelerada. En los meses siguientes, la empresa intentó recomponer su equilibrio financiero con la entrada de un nuevo accionista, un plan de inversión inicial de quince millones de euros y una estrategia de reposicionamiento bajo un nuevo nombre.
Jennyfer, con cuatro décadas de historia, es una de las marcas juveniles más importantes de Francia
Así nació Don’t Call Me Jennyfer, un intento de reconectar con las nuevas generaciones mediante una propuesta más fresca y digital. Sin embargo, el rebranding no llegó a consolidarse y la marca volvió a su denominación histórica a principios de 2024, aumentando la confusión entre sus clientes históricos y potenciales. En paralelo, la empresa ejecutó un plan de reestructuración que supuso la eliminación de 75 puestos de trabajo (sesenta de ellos en la sede central y quince en almacenes) que no llegó a impactar en su red comercial.
A mediados del año pasado, su director general, Yann Pasco, apostaba aún por conservar el “ADN de Jennyfer”, apuntando que la enseña ostentaba el 15% de cuota en el público de 10 a 14 años en el país, y confiaba en ampliar su alcance al segmento hasta 24 años. Su objetivo pasaba por rejuvenecer la marca sin perder la base histórica, pero el mercado, absorbido por gigantes como Inditex o H&M y expuesto a la entrada de actores de precios bajos como Shein, ya había comenzado a moverse en otra dirección.
Ante el anuncio de liquidación, el sindicato CGT ha denunciado la medida como “brutal y violenta”, destacando que la mayoría de los empleos afectados corresponden a mujeres. “Se trata de una catástrofe social”, expresó la secretaria general del sindicato, Sophie Binet, en declaraciones a AFP. Asimismo, la portavoz reprochó al Gobierno francés la falta de control frente a procesos de reestructuración acumulados (largas etapas judiciales desde los primeros pasos del concurso hasta la liquidación definitiva, sumadas a los planes de despidos progresivos aceptados por la legislación francesa). “En el sector del prêt-à-porter falta completamente una visión estratégica sobre la situación económica”, afirmó.
Por su parte, el abogado de los representantes de los trabajadores, Stéphane Ducrocq, mantuvo la esperanza apuntando que “quizá aparezca un hombre providencial que quiera relanzar la empresa”, aunque la opción parezca, a priori, poco probable. En las próximas semanas, el futuro de la marca queda en suspenso y el cierre definitivo aparece como el escenario con más posibilidades.
Por el momento, las tiendas de Jennyfer continúan abiertas y sus empleados esperan una solución que difícilmente llegará. De recibir alguna propuesta de compra, lo habitual en Francia es que esta afecte al nombre y los derechos de explotación de la marca, dejando de lado a gran parte de los empleados y la carga financiera de la red de tiendas.
La liquidación se suma a las reorganizaciones o desapariciones recientes de marcas como C&A, Pimkie o Kaporal
La caída de Jennyfer marca otro golpe a la línea de flotación del retail de moda en Francia. No es un caso aislado, sino la consecuencia de una crisis sistémica que sacude al sector de la moda francesa desde hace años. La lista de marcas que han reducido red, reestructurado, eliminado puestos de trabajo o desaparecido crece sin pausa: C&A, Camaïeu, Kookaï, Gap, André, San Marina, Minelli, Pimkie, Comptoir des Cotonniers, Ikks, Kaporal… Todas han sufrido los efectos de un contexto demoledor.
El impacto de la pandemia, la inflación, el encarecimiento de la energía, las materias primas, los alquileres o los salarios; así como la competencia creciente de la segunda mano y del ultra fast fashion han hecho mella en la rentabilidad y viabilidad de estas enseñas, en muchos casos, tremendamente tradicionales. La escalabilidad se ha convertido en un desafío técnico y financiero, y la fidelidad de las nuevas generaciones se diluye entre tendencias efímeras y plataformas digitales sin anclaje territorial. En Francia, un proyecto de ley anti ultra fast fashion será sometido a validación en el Senado el próximo 2 de junio.