¿Y si la sostenibilidad no es suficiente? Los cierres llegan a las ‘start ups eco’
Falta de márgenes, carencia de inversión y un mercado que todavía no está lo suficiente maduro son algunas de las razones por las que bajan la persiona algunas de las marcas españolas con un enfoque puesto en sostenible.
25 nov 2024 - 05:00
En pleno boom de la sostenibilidad, las marcas sostenibles sufren. Empresas emergentes como Running Republic, Green Forest Wear, Circoolar o Run To Wear, especializadas en moda sostenible, han tenido que bajar su persiana en los últimos meses. Falta de márgenes, carencia de inversión y un mercado que todavía no está maduro son algunas de las razones del cierre de las marcas con enfoque sostenible, un segmento en el que sólo unas pocas, entre ellas Ecoalf, sobreviven.
Clara González, cofundadora de la empresa de moda sostenible Green Forest Wear, echó el cierre a su marca tras siete años de actividad. “No podíamos seguir produciendo, estábamos en una rueda sin sentido de inversiones”, comenta la emprendedora.
En los últimos años de historia de Green Forest Wear, Clara González apunta a un ajuste en el precio final de sus productos para conseguir captar más caliente, pero con un margen muy pequeño. “El consumidor sí que quería pagarlo para una ocasión especial, pero no repetía”, explica la empresaria.
“No podíamos seguir produciendo, estábamos en una rueda sin sentido de inversiones”, explica Clara González
Circoolar, por su parte, echó a andar en noviembre de 2019 gracias a una inversión de apenas 30.000 euros de sus dos fundadores, Luis Ribó y Celina Tamagnini. A mediados de 2021, la compañía cerró una primera ronda de financiación, con la que captó 200.000 euros, divididos a partes iguales entre inversores privados y Enisa.
“Hemos conseguido liderar la transformación sostenible del sector textil corporativo. Hemos sido cabeza de pelotón, pioneros y kamikazes”, aseguraba la empresa el pasado septiembre con motivo de su cierre.
La sostenibilidad no fue suficiente para aguantar el modelo de negocio de la compañía, a demanda y con talleres que empleaban mayoritariamente a trabajadores en riesgo de exclusión social.
Run To Wear echó a andar en 2021 de la mano de Claudia Ojeda y tomó impulso por el programa de aceleración AticcoLab, de Attico Ecosystem. En enero de 2023, la madrileña cerró su primera ronda de financiación, con la que levantó 320.000 euros y dio entrada a Juan Manzanedo, consejero delegado de Logisfashion con una participación minoritaria. La emergente cerró la persiana en agosto de 2024 dejando atrás un proyecto “destinado a la transformación digital del sector textil facilitando el cumplimiento de la regulación europea con pasaportes digitales”.
Otra de las emergentes eco que ha cerrado sus puertas es The Running Republic, fundada en 2020 por Paolo Quagliotti y especializada en la fabricación de producto técnico sostenible, especialmente para running. La empresa cerró su negocio el pasado septiembre.
“El consumidor estará preparado en el momento en que el sector moda se alinee hacia una moda más sostenible”, declara Susanna Casanovas
“Distintos condicionantes son los que afectan a la consolidación de una start up, además del reciente auge en la aparición de nuevas start ups de moda, de las que estadísticamente sólo un 10% sobrevivirán; en el caso de aquellas con distinción en sostenibilidad, el fracaso puede relacionarse con el hecho de que el consumidor aún no está suficientemente sensibilizado para valorar artículos más sostenibles o nuevos modelos de negocio”, apunta Susanna Casanovas, Service Manager en Circular Economy Anthesis.
“El consumidor estará preparado en el momento en que el sector moda se alinee hacia una moda más sostenible, en el momento en que reciba, tal y como indica la Directiva de Green Claims información relevante, fiable, clara e inequívoca, transparente y accesible, fácilmente entendible en cuanto a los mensajes sobre moda sostenible y, finalmente, también cuando perciba que la moda rápida tiene un elevado impacto ambiental y que los consumidores debemos cambiar nuestros hábitos de consumo”, destaca Casanovas.
Fuentes de la consultora Interbrand señalan que la sostenibilidad cuesta dinero y tiende a reducir márgenes. Y a eso se le suma una dificultad a la hora de captar capital y acceder al mercado. “No teníamos ayuda y nos costaba encontrar materiales que realmente fueran sostenibles”, declara la cofundadora de Green Forest Wear. “Es necesaria la construcción de un ecosistema industrial que aglutine la colaboración entre investigadores, capital, empresas y administraciones”, concluyen fuentes de Interbrand.
Tal y como señalan desde Interbrand, a Modaes, “la sostenibilidad por sí sola no sustenta un negocio o una propuesta de valor”. Además de la construcción de marca, Raúl González, fundador de la compañía madrileña Ecodicta, destaca como elemento diferenciador de las empresas sostenibles la innovación.
“Estas compañías están testando en el mercado y son las primeras que se ven afectadas cuando los precios suben, ya que son las más débiles y cuentan con menos margen”, explica. González apunta a que “las convicciones de moda sostenible en Europa no son como en Estados Unidos que están inmersos en la creación de nuevas tecnologías que permitan crear nuevas fibras o la ayuda que puede aportar la Inteligencia Artificial a problemas con el stock”.