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Sybilla abre nueva etapa cuatro años después tras encontrar un comprador para la marca

La marca y los archivos han pasado a manos de la sociedad Tauro Alonso, controlada a su vez por el hólding chileno Hofstra, según consta en el Registro Mercantil.

Sybilla abre nueva etapa cuatro años después tras encontrar un comprador para la marca
Sybilla abre nueva etapa cuatro años después tras encontrar un comprador para la marca
La nueva propietaria de la firma y los archivos es la sociedad Tauro Alonso

Iria P. Gestal

30 mar 2023 - 05:00

Sybilla encara una nueva etapa cuatro años después de la liquidación. La marca y sus archivos han pasado a manos de un empresario chileno cuyo nombre no ha trascendido que se ha hecho con la firma a través de la sociedad Tauro Alonso, de nueva creación. Por el momento, no hay concretado un plan de relanzamiento, aunque la diseñadora, que sigue vinculada al proyecto, mantiene todas las opciones abiertas.

 

La marca nunca ha dejado de estar activa en Japón, donde opera de la mano del grupo Itokin y cuenta con cuarenta puntos de venta. En cambio, el negocio en el resto del mundo se gestionaba a través de la sociedad Programas Exteriores, que fue a liquidación en 2019.

 

La nueva propietaria de la firma y los archivos es la sociedad Tauro Alonso, que tiene como administradores a la propia diseñadora, Sybilal Sorondo, y a Peter Raby en representación del comprador. La sociedad tiene como socio único al hólding chileno Hofstra.

 

 

 

 

El cambio de manos coincide con la inauguración, a finales del año pasado, de la exposición Sybilla. El hilo invisible en la Sala Canal de Isabel II, en Madrid. Se trata de la mayor muestra hasta la fecha dedicada a la creativa española y repasa sus cuarenta años de trayectoria.

 

Por el momento, esta ha sido la única actividad que ha realizado la firma tras el cambio de manos, además de organizar los archivos que se han comprado, aunque a medio plazo no se descarta regresar al sector de la moda a través de las novias.

 

Por ahora me interesa crear objetos y cosas para el hogar y trabajar con artesanos y compañías a las que admiro mientras veo cómo volver a crear un equipo”, apunta la creativa. “No creo que volviera a la moda de manera convencional, solo haciendo pequeños proyectos puntuales, pero por ahora está todo en el aire”, señala.

 

En cualquier caso, la venta de la firma ha venido acompañada de una inyección de capital que abre todas las posibilidades que Sybilla no tuvo en 2019, cuando tras no encontrar un socio la compañía fue a liquidación.

 

 

 

De terminar volviendo a la moda, este sería el segundo regreso de Sybilla. La diseñadora, que llegó a ser encumbrada como heredera de Balenciaga por parte de la crítica internacional, abrió su taller de ropa a medida en Madrid en 1983, cuando presentó su primera colección.

 

Dos años después, la diseñadora empezó la comercialización de sus colecciones tras desfilar en el Salón Gaudí de Barcelona y, a finales de los ochenta, comenzó a trabajar con el grupo industrial italiano Gibó, que se encargó de la producción y distribución de sus prendas.

 

Con el apoyo del grupo transalpino, Sybilla presentó sus colecciones en Milán, París, Nueva York y Tokio. La diseñadora empezó también a diversificar y lanzó colecciones de calzado, bolsos, prendas de punto y ropa de cama. En 1989 abrió tienda en Tokio y se expandió a través de corners en grandes almacenes en el país, el único donde la firma nunca ha dejado de operar.

 

 

 

 

En los noventa, la creadora inició su etapa de retiro en Mallorca, aunque continuó con el negocio de licencias e impulsó la línea joven Jocomomola, la de hogar Sybilla Casa y la moda nupcial y fiesta Sybilla Noche.

 

En 2003, la creadora dio entrada en la sociedad Programas Exteriores, que controlaba las marcas Sybilla y Jocomomola, a Martín Varsavsky y Miguel Salís, los fundadores de Jazztel, pero sólo seis años después la sociedad presentó concurso de acreedores.

 

En 2014, Sybilla rompió con sus antiguos socios, dejó atrás los juzgados y emprendió un nuevo relanzamiento de la mano de Cibrán Vázquez, con quien había impulsado el proyecto Fabrics For Freedom en 2009.

 

Pero los elevados costes de estructura y la deuda arrastrada del concurso terminaron por ahogar las cuentas y en 2019, cuatro años después de que la diseñadora recibiera el Premio Nacional de la Moda, la compañía presentó la liquidación tras fracasar en la búsqueda de un socio.