Empresa

2016, doce meses en los que Adolfo Domínguez volvió a la casilla de salida

La empresa se ha enfrentado en 2016 a un año extremadamente convulso. El diseñador ha deshecho la estrategia emprendida durante los años anteriores. El grupo despidió el año pasado a su primer ejecutivo, Estanislao Carpio, y anunció el fichaje de Costas Antimissaris, una incorporación que nunca tuvo lugar.

P. Riaño/ I. P. Gestal

23 dic 2016 - 04:57

 

 

Podría decirse que Adolfo Domínguez no tiró bien sus dados en 2016. De hecho, tras avanzar, casilla a casilla, con un equipo directivo profesionalizado y un nuevo plan estratégico en 2015, en 2016 la empresa volvió a la casilla de salida. Despidos de ejecutivos, números rojos, minoritarios en pie de guerra y un primer ejecutivo que nunca estuvo allí han marcado los últimos doce meses de la compañía, cuyo rumbo vuelve a estar en manos, únicamente, del empresario que le da nombre.

 

El año comenzó con una buena tirada para la compañía. En enero, la empresa anunció la venta de su activo estrella, el local ubicado en el número 32 de Paseo de Gracia de Barcelona y, además, cumpliendo su objetivo de ingresos: 45 millones de euros.

 

Esta cifra, muy superior a la capitalización de la empresa, sirvió para aliviar las cuentas de la compañía, que canceló el grueso de su deuda bancaria. Gracias a esta jugada inmobiliaria, Adolfo Domínguez cerró el ejercicio 2015 con un resultado neto positivo de 7,7 millones de euros, frente a las pérdidas de 11 millones de euros de un año antes.

 

Pero el grupo, duramente afectado por la crisis económica española y su dependencia del mercado local, no tardó en caer en una mala casilla, lo que se repitió, una vez tras otra, a lo largo del ejercicio. En febrero, la compañía despidió al que había sido uno de sus fichajes estrella: Antonio Valls, director de operaciones, abandonó el grupo cuando aún no se habían cumplido dos años de su incorporación.

 

Poco a poco, todos los miembros de la alta dirección de la compañía gallega fueron saliendo de la empresa, todos ellos despedidos por el diseñador y empresario: a Antonio Valls le siguieron Leovigildo Puente Hoces (IT-organización), Juan de Mora Nárvaez (recursos humanos) y Laure Pelloux (márketing).El punto álgido de esta reestructuración silenciosa llegó en julio, cuando Estanislao Carpio abandonó la empresa. Carpio, fichado como primer ejecutivo de la historia de la compañía, no aguantó el pulso con Domínguez por la estrategia a seguir.

 

 

 

 

Como reacción a la publicación de la noticia del despido de Carpio, Adolfo Domínguez comunicó de forma abrupta el fichaje de Costas Antimissaris, formado en la cantera de Inditex, como nuevo hombre fuerte. La empresa quiso tranquilizar al mercado con su incorporación y con la de un grupo de reputados ejecutivos, de empresas como Google o Esprit, a su consejo de administración.

 

Antimissaris hizo acto de presencia en agosto en la junta anual de accionistas pero, a partir de entonces, nunca estuvo allí. Adolfo Domínguez y Antimissaris no llegaron a un acuerdo y, cuatro meses después de anunciarse su fichaje, el ex directivo de Inditex no se incorporó a la empresa. Según una parte, el escollo en el fichaje fue el dinero, según la otra, lo fue la resistencia del diseñador a ceder la gestión.

 

La ruptura con Antimissaris se cobró otras víctimas. Poco a poco, el consejo de administración de notables se descompuso e incluso directivos de confianza del diseñador, como su propia hija, Valeria Domínguez, abandonaron la compañía.


Revuelta en el capital

Y, en paralelo, los accionistas se revolvían. En verano, un grupo de minoritarios se puso en pie contra la gestión de la empresa y reclamó cambios en la dirección y la estrategia. Pero no sólo eso. El enroque de Adolfo Domínguez provocó el enfado de accionistas de referencia de la compañía. La incorporación de nuevos directivos y una mayor profesionalización es, según fuentes del consejo de administración, la principal reclamación de lo miembros históricos del consejo, así como de los accionistas minoritarios.

 

Tras Adolfo Domínguez (que controla el 38,965% del capital), los mayores accionistas de la empresa son Puig (14,801%); Luxury Liberty (10,215%), La Previsión Mallorquina de Seguros (7,557%) y el presidente de Mayoral, Rafael Domínguez de Gor (5,458%).Ni siquiera Puig ha podido con el diseñador y ha visto salir del consejo a su representante, José Luis Nueno.

 

Adolfo Domínguez se ha blindado con un grupo de afines tanto en el equipo directivo como en el consejo de administración, que deberán ayudarle a avanzar en el tablero de la moda, con el reto de reconducir su rumbo y dejar atrás, por fin, los número rojos. 

 

Un grupo de afines para acompañar a Adolfo Domínguez

Su hija en el consejo, su esposa en el equipo directivo y un puñado de viejos conocidos en la cúpula arropan a Adolfo Domínguez. La empresa gallega se ha blindado con caras familiares después de vivir en los últimos meses una desbandada de ejecutivos en el consejo y en la dirección.

 

 

 

 

Tras el despido de los fichajes estrella, en el equipo directivo figuran ahora diez personas muy cercanas al diseñador, entre las que se encuentran su esposa, Elena González Álvarez, en el puesto de directora creativa de Adolfo Domínguez Mujer. Su hija Adriana Domínguez, por su parte, se ha incorporado al consejo.

 

Se mantiene en el equipo Dorinda Casal Domínguez, que el año pasado estaba al frente de la dirección de producto y hoy ocupa el cargo de responsable de retail y márketing. En el consejo está también Modesto Lusquiños García, que hasta el año pasado tenía el cargo de auditor interno y que, desde este año, es director financiero y de administración. El resto de asientos de la cúpula del grupo están ocupados por caras nuevas. José Manuel Martínez, director de sistemas, organización y logística, Ana Belén Hermida Armada, directora de cadena de suministro, Vicente Bañobre Anidos, director de expansión internacional, y Antonio Puente Hoces.

Por su parte, Rosa María Vega se ha incorporado como directora de recursos humanos y Beatriz Pereira como auditora interna. 

 

Junto a su nuevo equipo directivo, el grupo también ha reorganizado su órgano de administración tras la salida progresiva de los consejeros. José María García-Planas y José Luis Nueno, dos históricos del órgano, han dejado el consejo, junto con Juan Antonio Chaparro, ejecutivo de Esprit, y Fuencisla Clemares, de Google, además del propio Costas Antimissaris, cuya incorporación fue aprobada en junta de accionistas antes de sellar un acuerdo para su fichaje.

 

El consejo queda ahora formado por personas de máxima confianza del diseñador: Luis Caramés, Adriana Domínguez, Juan Manuel Fernández, José Manuel Rubín, José Luis Temes, Luxury Liberty y el propio Adolfo Domínguez. Ninguno de ellos tiene, salvo el diseñador y su hija, experiencia en moda o retail.