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Vigo, germen del textil gallego en plena revisión del modelo

La confección llegó a Galicia por accidente a través de este municipio pontevedrés. Después de vivir su época dorada a lo largo del siglo pasado, ahora defiende su razón de ser desde el parque empresarial Texvigo.

S. Riera

8 abr 2019 - 04:45

Vigo, germen del textil gallego

 

 

Sabadell, Terrassa, Mataró, Inca, Arnedo, Zaragoza, Elche, A Coruña o Ubrique. La industria de la moda en España se abraza a nombres propios de la geografía del país. Se hace difícil explicar el desarrollo de la actividad manufacturera del sector sin conocer los lugares en los que se ha originado. Con motivo de las próximas elecciones municipales, previstas para finales de mayo, Modaes.es emprende un viaje por los principales polos del textil, la confección, la piel y el calzado de España para realizar una panorámica sobre el vínculo que han tenido y todavía tienen con las diferentes industrias de la moda.

 

 

 

 

La confección llegó a Galicia a través de Vigo. Lo hizo de la mano de un emprendedor de Zamora que había arrancado su trayectoria en el textil en Lisboa y que levantó un auténtico imperio del textil en la ciudad. No obstante, ocho décadas después, el sector ha atravesado por varias crisis y revisiones de modelo y, en la actualidad, defiende su razón de ser desde el parque empresarial Texvigo. El automóvil, la industria conservera o la naviera le hacen sombra, a pesar de contar con referentes del sector como Bimba y Lola, Florentino, Selmark o Paz Rodríguez, entre otras. Tras el impacto de la crisis, su tejido empresarial continúa avanzando más allá de la marca, abriéndose paso en el retail y siguiendo de cerca la digitalización.

 

El automóvil es en la actualidad la actividad económica que más aporta al Producto Interior Bruto (PIB) de Vigo. Le sigue la industria conservera y la naval. “El textil está en Vigo por accidente”, subraya el director general de Selmark, Rafael Pérez, quien señala que el hecho de que en su día hubo pioneros que apostaran por este sector, desencadenó toda una industria a su alrededor, de la misma manera que ocurrió en su día con el sector de la automoción. Más adelante, fue su proximidad con Portugal su palanca de crecimiento del textil.

 

Vigo roza los 300.000 habitantes. Se trata del concello con mayor actividad productiva de Galicia, con un PIB de 7.215 millones de euros, por delante de A Coruña, que se sitúa en 6.527 millones. Entre los dos generan el 23,3% de la riqueza gallega. Vigo copa el 16,6% del PIB gallego. El PIB per cápita de Vigo se sitúa en 11.680 euros, por detrás del de Oleiros, A Coruña y Santiago.

 

 

 

El alcalde de Vigo, Abel Caballero, es quizás uno de los más populares de España, sobre todo tras hacerse viral en las pasadas navidades por retar a Nueva York con la iluminación de la ciudad y un árbol de más de treinta metros de altura. Los adolescentes del municipio le piden selfies después de agitar las redes sociales a ritmo de swish-swish o haber convertido un dinosaurio de boj en uno de los símbolos de su mandato. Licenciado en Económicas y primer español en doctorarse en la Universidad de Cambridge, Caballero ha hecho de la cercanía su gran arma política: tiene incluso su propio programa de televisión, Vigo de cerca.

 

Candidato por el PSdG-Psoe a la alcaldía de Vigo, tomó el cargo en 2007 a través de un pacto con el Bloque Nacionalista Galego (BNG). En aquellas elecciones, igual que en las de 2011, la fuerza más votada fue el PP, pero él gobernó con el apoyo en la investidura de los nacionalistas. No obstante, Caballero renovó su mandato en 2015 con mayoría absoluta. Aquel año fue también elegido presidente de la Federación Española de Municipios y Provincias. Dos décadas antes de entrar en la política municipal, Caballero fue ministro de Transportes, Turismo y Comunicaciones entre 1985 y 1988.

 

 

 

Frente al nuevo run run de la industria 4.0

A diferencia de otros territorios, la industria de la moda en Galicia no es una competencia municipal, sino autonómica. En la sede del Instituto Galego de Promoción Económica (Igape) en Santiago de Compostela, su director, Juan Cividanes, habla de industria 4.0, de industria colaborativa y de fashion labs. Son las nuevas tendencias en el universo industrial, el que abarca desde la automoción a la alimentación. Cividanes, procedente de una familia con arraigo en el textil, ha propuesto a la industria gallega de la moda entrar en el programa de los fashion labs para desarrollar procesos que puedan ser compartidos por varias empresas.

 

El apoyo de la Administración debe venir desde arriba, nunca en forma de píldoras para cada una de las empresas”, asegura el directivo. La industria gallega del textil y de la confección es una de las que más ha sufrido en el territorio. “La reconversión en el textil fue tan dura como la naval”, sostiene la secretaria general del Igape, Covadonga Toca.

Ahora, también Toca alienta al sector que permanece a anticiparse de nuevo al cambio industrial que viene: “sabemos que está ahí, también que es incierto, y continuaremos escuchando y poniendo instrumentos para subirnos a él”. Los mismos que capearon la transformación para pasar de ser talleres a ser marca ahora deben encarar el cambio de procesos automáticos a otros digitales.

 

 

 

La semilla de Regojo

El sector coincide en que, si hay que nombrar a un pionero del textil en Vigo, este fue José Regojo Rodríguez. A pesar de ser de Zamora e iniciar su trayectoria en Lisboa, el empresario aterrizó en Redondela en la década de los treinta del siglo pasado para abrir su propia fábrica de camisas al advertir que el mercado empezaba a demandar prenda confeccionada. Con sede en Redondela, a tan solo 14 kilómetros de Vigo, el grupo llegó a emplear a más de 1.500 personas.

 

La compañía fue de las pioneras en Galicia en lanzar su propia marca, Dalí, en la década de los sesenta, e incluso en realizar anuncios en televisión. En su época de esplendor, Confecciones Regojo llegó a ser la tercera empresa textil de España por detrás de El Corte Inglés y Cortefiel. En 1987, la fábrica echó el cierre con protestas y disturbios. El director de fotografía Fernando Carreira rodó en 2009 el documental El Imperio Textil para explicar el calado que llegó a tener aquella fábrica en el territorio.

 

Al calor de Regojo, en las décadas de los cincuenta y de los sesenta empezaron a surgir por la comunidad empresas dedicadas a la confección. En la mayoría de las casas había una máquina de coser y las mujeres se hacían su propia ropa, así que las empresas se encontraron con una mano de obra cualificada. Las mujeres empezaron a ir a las fábricas, pero también a recibir pedidos en casa, logrando una independencia económica muy importante en una Galicia todavía muy rural. En bajos y casas se fue gestando en Vigo, pero también en Ourense o A Coruña, una industria textil que llegó a ser una de las importantes de España.

 

 

 

 

Cuando Regojo entró en crisis en la década de los setenta, empezaron a florecer otras empresas. Quien más quien menos en la industria textil gallega pasó en su día por Regojo y, de hecho, fueron muchos de sus antiguos trabajadores los que terminaron emprendiendo y levantando sus propios negocios. Su cierre se produjo en un momento de inflexión en la moda en Galicia, cuando el sector se empezó a dar cuenta de que ya no bastaba confeccionar bien, sino que había que crear marca. De Regojo tomó el relevo la campaña Galicia Moda y, poco después, el fenómeno Inditex.

 

Las marcas que se levantaron al calor de Galicia Moda lo hicieron apoyándose en esta estructura textil que ya existía en el territorio. Pero a medida que aquellas empresas fueron creciendo, fueron trasladando su capacidad productiva a Portugal. A lo largo de los noventa, casi toda la fabricación estaba ya concentrada en los alrededores de Oporto. Ahora, ocho décadas después, es Inditex el catalizador para el resto de la industria. En muchos aspectos, que el gigante del sector esté en Galicia también contribuye a que se acerquen hasta uno de los extremos geográficos de Europa los mejores proveedores del mundo.

 

 

Búsqueda de sinergias

Una de las peculiaridades de la industria textil en Vigo son las instalaciones del parque empresarial Texvigo, en el polígono tecnológico y logístico de Valadares. El proyecto se planteó por primera vez en 2002 para resolver un problema de falta de suelo industrial y se invirtieron en él 25 millones de euros, además de las aportaciones que realizaron las propias compañías que se instalaron en él. En la actualidad, las empresas del textil conviven con las de la industria auxiliar del automóvil y la aeronáutica, como el gigante Delta, así como los operadores logísticos.

 

Con la crisis financiera, Texvigo se erigió como aglutinador con miras a fortalecer a las empresas del sector. De hecho, junto a las instalaciones que albergan a las diferentes compañías se levanta el edificio de oficinas, en el que se concentran algunos servicios comunes, como una escuela de diseño y patronaje. En la actualidad, la mayor empresa del polígono es Bimba y Lola, que instaló en él sus operaciones logísticas. Su presencia también ha contribuido a acercar hasta el lugar a más de una empresa de servicios, sobre todo logísticos, que terminan también por tender la mano a las demás.

 

 

 

En Texvigo se encuentran empresas como Selmark, de las pocas compañías españolas especializadas en íntimo y baño que se mantienen, aunque acusa la desaparición de su canal tradicional de distribución; Do Rego&Novoa, fundada en 2007 por dos ex trabajadores del textil gallego, Roberto Do Rego y Julio Novoa, u Oky (antes Oky-Coky), una compañía fundada en la década de los ochenta por la familia Portela, una saga de tradición textil, que dejó los talleres de confección para subirse a la ola de la marca.

 

Comparte polígono con todas ellas Paz Rodríguez, cuyo gerente, Álvaro Rodríguez-Toubes, es también el actual presidente de la Asociación Española de Productos para la Infancia (Asepri). Rodríguez explica que la ciudad continúa siendo estratégica para este sector porque aquí continúan encontrándose los recursos necesarios para continuar siendo competitivo. “Tenerlo cerca nos da rapidez de respuesta al mercado, además de contar con mano de obra cualificada a la que no hace falta decir cómo hacer las cosas”, explica.

 

Paz Rodríguez es de las pocas compañías en Galicia que mantiene su producción. “Nos garantizamos la producción, ser más flexibles, desarrollar cosas nuevas, realizar pruebas y tener el resultado en unas horas”, señala el directivo, quien hace hincapié en la rapidez para entrar en el sistema fast fashion. Paz Rodríguez también acelera en retail con la apertura de tiendas propias y corners, además de avanzar en el extranjero, donde ya general el 80% de su negocio.

 

 

De Redondela a Ourense, la huella del textil se agranda

En Redondela persiste hoy Sagres, una de las mayores empresas del textil de Pontevedra, pilotada por los herederos de la familia Regojo. Sin embargo, la actividad de Sagres se desvía del negocio moda para centrarse en la confección de indumentaria para los cuerpos de seguridad. La empresa, que arrancó en los sesenta como Plastilandia, entró más adelante en el ámbito de la uniformidad. En la actualidad, la compañía está inmersa en la transformación digital para trabajar la personalización.

 

A poco menos de veinte kilómetros de Vigo se encuentra la localidad de Mos, donde se encuentran las sedes de Bimba y Lola, el último fenómeno de la moda gallega, y Pili Carrera, otra histórica de la moda infantil, que viste a las hijas de las realezas de Europa y que a principios de este año superó un proceso concursal.

 

En medio de campos y casas diseminadas por suaves colinas, como surgida de la nada, se encuentra la nave rectangular de grandes dimensiones en las que se ubica Pili Carrera. Salomé Carrera, representante de la segunda generación de la familia fundadora y concentrada ahora en la recuperación de la empresa, explica que nunca ha sido un hándicap levantar la compañía desde los campos de Mos.

 

 

 

 

El textil gallego se estructura en base a tres ejes: uno de ellos comprende A Coruña, Arteixo y Ferrol; el segundo, Vigo, Redondela y Pontevedra, y el tercero, Ourense y Lalín. Llegó a existir incluso un cuarto, el de Órdenes y Santiago, que hoy está ya completamente desmantelado. A pesar de que no hay grandes diferencias industriales entre unos y otros ejes, el sector subraya y defiende esta clasificación. De hecho, hay empresarios que sostienen que, a pesar de su peso industrial y marquista en la moda, el textil gallego nunca ha sido capaz de generar un verdadero clúster de la moda capaz de atraer capital para su consolidación.

 

A unos cien kilómetros de Vigo, pero aún provincia de Pontevedra, se encuentra Lalín, sede de Florentino. El empresario Florentino Cacheda procede también de la escuela Regojo. Su nave industrial se levanta a poca distancia de Guerral, una de las últimas del textil gallego en caer. Lalín, con 20.000 habitantes, llegó a ser uno de los polos del sector en Galicia. De este municipio eran también Montoto o Toypes. Hoy queda Florentino, que mantiene aún el grueso de su producción en el lugar.

 

Cacheda, a pesar de haber cedido ya gran parte de la gestión diaria a su hijo, continúa aún muy presente en la factoría. Al empresario, de 81 años, se le encienden los ojos al hablar de industria 4.0 y robotización mientras confiesa que le gustaría volver a tener sesenta años para poder vivir la nueva era que encara la industria. Florentino, una de las primeras empresas españolas en comercializar en Barney’s, mantiene una plantilla de 250 trabajadores, 180 de los cuales en la fábrica.

 

 

 

 

Al otro extremo de este tercer eje, en Ourense, a unos cincuenta kilómetros de Lalín, se encuentra Adolfo Domínguez, otro de los exponentes del textil gallego. El diseñador, que inició su carrera en la sastrería El Faro, en la localidad de Pobra de Trives, fue el que más lejos llevó su empresa con su marca de autor, no sólo en Galicia sino también en el conjunto de España.

 

La industria textil en Ourense, más allá de Adolfo Domínguez, genera una cifra de negocio de 400 millones de euros y emplea a unos 3.000 trabajadores. En la actualidad, el sector es el tercero en la provincia en exportaciones. También de la región es Sociedad Textil Lonia, en manos a su vez de la familia Domínguez. Si bien la estructura empresarial del lugar ha disminuido en los últimos años, su peso industrial es mayor que nunca, igual que el del empleo cualificado.