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Pensado en España

Tribuna: Pepa Bueno

13 ene 2014 - 04:29

Hay algo de conjuro protector en las predicciones anuales: buscamos en el futuro próximo indicios de bienestar o, al menos, que los astros nos consuelen de las desgracias presentes con promesas de salvación futura. Hacer un pronóstico sobre la situación de la moda española en 2014 no debería tener nada que ver con lo anterior, porque no deberíamos confiar en que sean los hados o los astros los responsables de un sector tan vital para la economía y la cultura de nuestro país. A pesar de que la industria textil ha visto cómo, desde el año 2000, han desaparecido casi la mitad de las empresas de dicho sector y que la industria  de la confección perdió 758 empresas tan solo en los últimos seis meses del año 2013, empiezan a difundirse datos esperanzadores de crecimiento, especialmente provenientes de las exportaciones, favorecidas por la baja o casi nula inflación.

 

El mantra de esta crisis, que se oye machaconamente una y otra vez, es que nuestra salvación está en exportar, que lo único que funciona es el mercado exterior. A veces, cuando lo oigo, tengo la sensación de que lo que te están pidiendo, de manera más o menos disimulada, es que te vayas, que aquí no hay nada que hacer; pero la supervivencia y desarrollo de nuestros diseñadores y sus empresas no puede estar simplemente en buscar a la desesperada que te compren algo fuera.

 

Por supuesto no estoy diciendo que es mejor que no lo hagan, sino que todo debe hacerse a través de estrategias bien planificadas, que las marcas que no fidelizan a sus clientes y no crean comunidad, tienen los días contados: dentro, y mucho más fuera de nuestras fronteras. Diseñar una identidad propia, sea del tipo que sea, y crear algún tipo de conexión emocional con los clientes, ya sean reales o potenciales, son vitales en ese duro y laborioso camino que es hacer marca. Y esta es una estrategia que debería implantarse en todo tipo de empresas de moda, de la pyme más pequeñita a los gigantes de la confección. Deberíamos tener claro que sin un plan estratégico de negocio, que sin una permanente mejora de la organización de la estructura y una innovación constante, es muy difícil que una empresa de moda, como, por otra parte, cualquier otro tipo de empresa, tenga una vida de largo recorrido.

 

Muchos de los diseñadores de este país se han visto forzados a ejercer a un tiempo como creativos y gestores de sus propias marcas, pero un diseñador no tiene por qué ser un buen empresario ni un buen directivo. Su ámbito es el de la creación y no el de la economía, aunque nunca viene mal tener sentido comercial...

 

En cualquier caso, profesionalizar la gestión, como decía hace poco Carlos Delso en su blog de Modaes.es, es el único camino y, desde luego, el único realmente eficaz, y en la ausencia de esta división de tareas en muchas pymes españolas de la moda está, en gran parte, la razón de su fracaso.

 

Pero es tiempo de mirar hacia adelante (¿hay acaso otra opción?) y el horizonte, si se otea con atención, trae buenas nuevas. Las artesanías tradicionales se están aliando con el mundo del diseño para abrir nuevos mercados del lujo, donde la exclusividad en la experiencia de compra es casi más importante que el hecho mismo de adquirir un objeto caro. Y precisamente es en este ámbito donde los españoles tenemos mucho que decir. Esta puede ser una de las vías a profundizar, pero, por supuesto, hay otras muchas por descubrir y explorar: “Pensado en España” debería ser la etiqueta que prendiéramos en el corazón de la moda.

 

 

Pepa Bueno es directora ejecutiva de la Asociación Creadores de Moda de España (ACME)