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Nacho Aguayo (Tendam): “Tenemos complejo del diseño español, deberíamos estar orgullosos”

Aguayo, al frente del diseño de Pedro del Hierro y Cortefiel, asegura que combinar los ritmos de las redes y del diseño “es complicado pero compatible”, y que la moda lenta no tiene por qué ser aburrida.

Modaes

25 may 2022 - 04:49

Nacho Aguayo (Tendam): “Tenemos complejo del diseño español, deberíamos estar orgullosos”

 

 

Ha sido finalista de premios, se ha formado con grandes diseñadores y ahora trabaja en un grupo de gran distribución. La trayectoria de Nacho Aguayo, al frente del diseño de Pedro del Hierro y Cortefiel, es tan extensa como sus ideas sobre lo que demanda el diseño hoy en día, desde la sostenibilidad hasta los nuevos materiales. El creativo afirma que nunca ha dejado de formarse y que el cliente siempre tiene que estar en el centro. Sobre sostenibilidad, Aguayo apunta que “tenemos que estar súper despiertos”, y reconoce que el diseñador debe autocensurarse a veces para adaptarse a lo que pide el consumidor. 

 

 

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Pregunta: ¿Cómo se crea en un momento de crisis como el actual?

 

Respuesta: En momentos de crisis lo que te sale es paralizarte, pero nosotros tenemos la suerte en el grupo de tener un consejero delegado valiente que dijo “es el momento de crecer, de ganar y comernos más parte del pastel”. Hemos creado marcas, hemos cambiado sinergias, hemos renovado muchas colecciones… Nos ha ayudado mucho a replantearnos todo, a recolocar y a dar un empujón a los cambios que estaban anquilosados, hacer limpieza y renovación.

 

 

P.: ¿Entonces, la crisis es un lastre o un estímulo para la creatividad?

 

R.: Depende de cómo te lo tomes, de las oportunidades que tengas y de que te acompañen en el proceso. Yo soy muy afortunado porque tengo una compañía que me ha acompañado en el proceso, ayudándome a crecer. Si no tuviese tanto apoyo no sé cómo lo habría hecho.

 

 

P.: Ya antes de la pandemia hablaban de una voluntad de ir hacia una moda más lenta. ¿La moda más lenta es más aburrida?

 

R.: No tiene nada que ver. La moda más lenta es simplemente una moda más pensada, un poco más centrada, te obliga a pensar quién es tu clienta todavía más. En nuestra pizarra siempre está la clienta en el centro, y ahora muchísimo más. La clienta ha cambiado su imaginario y sus hábitos de compra, y nos tenemos que adaptar a eso, pero no quiere decir aburrida. De hecho, hay muchísima demanda de ropa especial, patronajes especiales y muchísimo color.

 

 

 

 

P.: Pero si pensamos en moda lenta lo que nos viene a la cabeza son vaqueros y camisetas blancas.

 

R.: No tiene por qué. Mi madre tiene un Sybilla de los años ochenta en un verde maravilloso. En Pedro del Hierro queremos hacer prendas que no quieras tirar, que te solucionen tanto la papeletea y te hagan un fondo de armario que cuando hagas limpieza, estas prendas se queden.

 

 

P.: ¿Es compatible esto con los ritmos de las redes, donde todo es tan inmediato?

 

R.: Es complicado, pero es compatible. Tienes que buscar la manera de hacerlo. Nosotros hemos ralentizado no a la hora de generar colecciones, pero sí a la hora de mostrarlas. Antes hacíamos minicolecciones, y ahora hacemos colecciones únicas que van desde principio a final de la temporada. Es una manera de ralentizarlo y darle sentido a la compra.

 

 

P.: Si la sostenibilidad empieza por el diseño, ¿cómo tiene que cambiar la formación del diseñador?

 

R.: Tenemos que estar súper despiertos. Nosotros tenemos un departamento que nos está formando constantemente, está buscando nuevas ideas, nuevos conceptos, nuevas maneras de ser sostenible. Y eso incluye también el packaging de los productos o la forma en la que los transportas. Es un click que tiene que hacer tu cerebro.

 

 

P.: ¿El diseñador tiene que pensar también en el día después de esa prenda?

 

R.: Claro, y que a la hora de destruir la prenda que esos residuos no sean tóxicos, que los tintes no contaminen… Tienes que pensar en toda la vida de la prenda. Nos encantaría pensar que las prendas se reciclan, se pasan de generación en generación, pero una vez que lo entregamos al cliente ya es responsabilidad suya. Nosotros podemos facilitar que si decide destruirla no sea tan nociva.

 

 

 

 

P.: Echando la vista atrás, ¿echa algo en falta en su formación?

 

R.: Es que en mi escuela éramos todavía de lápiz y pinceles. Así que luego he tenido que formarme en materia de informática y de sostenibilidad, es una formación constante. Mi padre era arquitecto y él era también era de pintar a lápiz y luego necesitaba a alguien que se lo pasar a 3D. Mi generación hacíamos muy poca cosa por ordenador, y ahora las generaciones nuevas te hacen unas maravillas que me hubiese encantado haber estudiado.

 

 

P.: En este tiempo también el precio ha cobrado mucha más importancia. ¿Cómo influye a la hora de diseñar?

 

R.: El precio es importantísimo. Nosotros tenemos el compromiso de no subir precio, así que lo que estamos viendo es la manera de negociar mejor. Estamos viendo si podemos, con ciertos proveedores, centrar todas las producciones o si como mas grupo tenemos más poder de negociación. Estamos revisando todos los esquemas de negociación para que la subida de costes sea mínima y no tener que subir el precio de venta.

 

 

P.: Entonces también se tiene que autocensurar?

 

R.: Totalmente. Porque al final la realidad es la que es y yo en eso soy súper claro y muy agradecido. Siempre hay mil opciones. Yo me puedo empeñar en tener un vestido todo bordado, pero si va a costar un dinero que mi clienta no lo va a aceptar, prefiero no tenerlo para que no se quede en stock y luego venderlo rebajadísimo. Soy más consciente de la vida del producto, de los procesos de venta… Prefiero censurarme y hacer otra cosa que sea igual de bonita y válida pero que le dé mucho más valor a la prenda y sobre todo en un PVP justo y honesto.

 

 

P.: Con la subida de precios del algodón, las tiendas se han llenado de lino y viscosa. ¿El escandallo determina hoy más las tendencias?

 

R.: Sí, tienes que acomodarte. Nosotros por ahora tenemos la enorme suerte de seguir utilizando el material que queremos, porque tenemos un nivel de negociación que nos facilita mucho poder hacerlo. Es verdad que a mí me encanta la viscosa: es fresquita, no huele, pero al final hay cosas que no puedes pagar y de repente han subido un 30% o un 40% el precio y eso no lo vas a repercutir a la clienta porque no lo va a entender. Así que o negocias de otra manera.

 

 

 

 

P.: ¿Pertenecer a un gran grupo da más libertad?

 

R.: Sí, siempre que tengas a tu clienta en el centro. Yo soy super afortunado porque tengo plena libertad de desarrollo. Formar parte de un gran grupo es una suerte que tiene sus cosas malas también, yo no tengo la libertad para hacer una colección de trikinis, por ejemplo, pero me siento muy identificado con las marcas que hago así que no tengo esa necesidad de hacer cosas que no me dejan hacer.

 

 

P.: Cual es la diferencia de trabajar en un gran grupo comparado con otras fases de su trayectoria?

 

R.: Diferencias de empresas hay muchas. En esta destacaría el respeto por mi trabajo, por mi persona y por mi equipo. La tranquilidad en decir las cosas, la educación, el buen ambiente que hay y el respeto que hay hacia los trabajadores. Cuando yo tenía mi taller era un estrés constante, me sentí muy solo muchas veces porque no tienes a nadie que te ayude con cosas que tú no sabes, ese creo que fue uno de mis grandes fallos: pensar que yo podía con todo. Yo soy un diseñador, no sé de finanzas, de cuentas o de financiación. Tener un grupo te ayuda dedicarte a lo tuyo. También noto mucho de cuando trabajé en Nueva York, que parece que se acaba el mundo si no llega una blusa mañana, y en cambio que tienes un calendario que vas cumpliendo de forma ordenada.

 

 

P.: Por qué no han tenido más éxito los diseñadores independientes en España?

 

R.: Tenemos ciertos complejos de producto España, debería estar mucho más orgullosos. Nos vendemos un poco regular, teniendo en cuenta que España es cuna de grandes diseñadores y grandes empresas de diseño. Y el independiente no está ni tan protegido ni tan valorado. Es importante darle el valor que se merece, que no dependa tanto de subvenciones sino de ventas y sobre todo que se le respete y se sienta orgullo patrio.

 

 

P.: Decía que como creativo le faltaba ese conocimiento de negocio. ¿El futuro pasa por alianzas con los grandes grupos?

 

R.: Siempre que me preguntaban cómo emprender en moda, yo recomendaba montar una empresa que ayude a los diseñadores independientes a llevar su día a día. Yo fui dos años consecutivos finalista de Who’s on Next, y yo noté que mi clientela creció exponencialmente, pero no tenía herramientas para darle respuesta; para comprar tanto material como requería; no tenía un business plan. ¿Un Excel? No lo tenía y no era capaz de hacerlo. O en las escuelas empiezan a enseñar algo de gestión de negocios o estos grandes premios podrían ser no sólo económicos, sino también con acompañamiento para esos años de crecimiento. Sería una gran oportunidad para hacer crecer de manera ordenada y con conocimientos fuertes a un joven creador.

 

 

 

 

P.: ¿Entonces hay más alianzas?

 

R.: Sí, y creo que las está empezando a ver. Pero muchas veces se mira mal o hay cierto complejo de asociarte con un gran grupo, pero al final es una oportunidad de crecimiento. Nosotros hemos incorporado la marca Slowlove, que lo que le faltaba era un socio que la hiciese crecer. Estamos haciendo el mismo ejercicio con la marca de Tamara Falcó, que también tiene mucho potencial, porque tiene unos valores y una notoriedad que otros no tienen, y acompañado de un apoyo empresarial hace que crezcan exponencialmente.

 

 

P.: Uno de los fenómenos ha sido Shein, que diseña casi en base algoritmos. ¿Se puede diseñar sólo con datos y tecnología?

 

R.: Sólo, no. Hay que tenerlo en cuenta, la clienta es el centro de todo, y eso no deja de ser un big data. Nosotros miramos qué compró nuestra clienta el año pasado esta semana, o qué está comprando ahora. Hay que aprovechar todo ese conocimiento, como grupo tenemos una información increíble, peo no puedes dejar atrás la creatividad.

 

 

P.: ¿Hay que adelantarse o adaptarse a la clienta?

 

R.: Hacer un tándem perfecto: hay que darle novedad, porque si no la clienta se aburre. De hecho, muchas marcas lo han sufrido, cuando te quedas un valle de creación la clienta deja de ir. Te da una oportunidad, pero no dos. Tienes que estar sorprendiéndola, pero también nutrir su necesidad de reposición.

 

 

P.: Cuando entras a una tienda Pedro del Hierro tiene un punto de compra impulsiva. ¿La clienta sabe lo que quiere?

 

R.: A veces sí, pero luego se lleva otra cosa porque le ha sorprendido. Tenemos muchas clientas de reposición de pantalones, pero si se lo das en un colorido novedoso, igual ven en el perímetro otras prendas que lo complementan.

 

 

P.: ¿El mismo diseñador que sirve para estas colecciones físicas sirve para el metaverso?

 

R.: Creo que no. El metaverso tiene que partir de una dirección creativa, pero el creador de eso tiene que ser alguien especializado, que conozca muy bien a ese perfil de cliente potencial en el metaverso y tiene que entender los valores o el espíritu de la marca de qué manera extrapolarlos a algo tan novedoso. Yo no podría presentar esta colección tal cual en el metaverso.