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Mickey Drexler, el chico del Bronx que viste a América

S. García

14 oct 2013 - 04:41

Pocos directivos en la industria de la moda pueden decir que han conseguido convertir a una pequeña cadena en un gigante del sector que marca el paso del resto. Si se tienen en cuenta los que pueden decir que lo han hecho dos veces, la lista todavía se acorta más. Millard ‘Mickey’ S. Drexler es uno de ellos.

 

Mickey DrexlerNacido el 17 de agosto de 1944 en el barrio del Bronx de Nueva York, Mickey Drexler fue el hijo único de una secretaria y un comprador de botones. Drexler, que perdió a su madre a los 16 años, vivió desde muy pequeño en un estado de aspiración constante, viviendo una cierta vida e imaginando una muy distinta. Criado más por las tres hermanas de su madre que por su padre, que se casó en segundas nupcias y se mudó con su nueva esposa, Drexler terminó el instituto, finalizó la universidad y consiguió un MBA, donde conoció a Peggy, la que todavía hoy es su mujer.

 

Tras trabajar en un pequeño comercio, Drexler consiguió un empleo en el departamento de compras de junior-sportswear de los grandes almacenes Bloomingdale’s. Allí, ascendió rápidamente y consiguió un buen sueldo, pero para él no fue suficiente, así que decidió cambiar Bloomingdale’s por Macy’s, donde en 1976 ganaba 50.000 dólares al año en el departamento de compras. Después de Macy’s llegó Ann Taylor, compañía en la que llegó a ocupar la presidencia hasta 1983.

 

Con 39 años, Mickey Drexler se convirtió en presidente de Gap. Allí lo rehízo todo: la ropa, las tiendas, la publicidad. Drexler redirigió la marca hacia el ahora archiconocido casual chic: un estilo más limpio, clásico y estético. En ese momento, el directivo comenzó a convertirse en el príncipe de los comerciantes, en el responsable de que Gap pasara de ser una compañía que facturaba 400 millones de dólares al año a 14.000 millones de dólares. En veinte años, Drexler transformó una cadena de 450 tiendas en un gigante mundial con más de 2.000 puntos de venta.

 

Pero llegó una noche de 2002 y una llamada lo cambió todo. Gap ya no era lo que había sido años atrás, la rápida expansión llevada a cabo y la no renovación de muchos de los conceptos clave de la compañía la habían llevado a estancarse y a perder el ritmo ascendente de los años precedentes. Steve Jobs, que entonces formaba parte del consejo de administración de Gap, llamó a Drexler para anunciarle que al día siguiente sería despedido.

 

Esa decisión de la compañía todavía hoy afecta al directivo, que confiesa que desde entonces no ha vuelto a pisar una tienda del grupo y que todavía se enfada cada vez que pasa por delante de una.

 

Sólo un año tardó en conseguir resurgir y encontrar un nuevo proyecto en el que involucrarse. En 2003, Mickey Drexler se incorporó a J. Crew, una pequeña compañía estadounidense de moda que actualmente cuenta con 321 tiendas, mientras que hace una década tenía alrededor de 190. Desde que Drexler la dirige, la empresa ha reducido su deuda de 609 millones de dólares a menos de 50 millones de dólares y ha incrementado su caja hasta rozar los 300 millones de dólares.

 

El éxito de J. Crew ha sido gracias a la dirección de Drexler y a la del grupo de colaboradores que tiene a su alrededor, como la diseñadora Jenna Lyons, que ha conseguido convertir a la línea femenina de la compañía en una de las preferidas de personalidades como Michelle Obama. Un éxito que, en el caso de Drexler, se repite tras el obtenido con Gap, pero que no va, ni mucho menos, por el mismo camino.

 

El ritmo de aperturas de J. Crew es mucho más moderado y la compañía se ha rodeado de colaboradores, como Ray-Ban o Belstaff, que han afianzado más su imagen de marca y le han dotado de una estructura más sólida a nivel internacional. Todo ello con Drexler al frente, que tanto conoce los números y maneja presupuestos como llega a una tienda que inauguran ese mismo día y coge una escalera para cambiar pantalones o colgar otra camisa porque la que hay no le gusta.

 

Y es que Drexler es, según han definido algunos de sus colaboradores, el Steve Jobs del retail. Sabe qué comprar caro, qué comprar barato, qué quieren los consumidores y se rodea de la gente adecuada para conseguir lo que se propone. Es, al fin y al cabo, un comerciante nato. Un chico que nació en el Bronx y que ha terminado vistiendo a América.