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Inspecciones, convenios y listas de proveedores, el cambio de paradigma tras el Rana Plaza

Hace cuatro años que se derrumbó el inmueble Rana Plaza, situado en las afueras de la capital de Bangladesh, en el que murieron más de 1.100 personas, la mayoría de ellos empleados de las fábricas textiles que albergaban sus cinco plantas.

S. Riera

25 abr 2017 - 04:49

 

Cuatro años después del Rana Plaza, empieza a percibirse el cambio sistémico en el modelo de aprovisionamiento de los grandes grupos de moda. La catástrofe, en la que fallecieron más de 1.100 personas, supuso un antes y un después en la gestión de la cadena de suministro del sector. Por primera vez se optó por la cooperación y la colaboración para consolidar un tejido industrial sostenible y seguro, además de implicar a las multinacionales de la moda en la transparencia e incluso en la negociación colectiva.

 

El derrumbe del Rana Plaza fue considerada la mayor tragedia industria de la historia económica de la humanidad después de Chernóbil y de la catástrofe química de Bhopal, en India. La primera reacción al desastre fue la cooperación entre las empresas, involucradas o no, junto con agrupaciones sindicales internacionales, ONGs y el Ejecutivo bengalí para evitar otros sucesos de esta magnitud.

 

Las dos organizaciones empresariales que se tejieron entonces, el Acuerdo y la Alianza para la seguridad laboral en el país, han inspeccionado a lo largo de estos cuatro años todo el parque industrial del textil en el territorio, han forzado el cierre de factorías y han obligado a rehabilitar los inmuebles con problemas estructurales.

 

 

Después de cuatro años, el Acuerdo ultima las obras de rehabilitación en unas 400 plantas y ha completado las de 61. El grupo de inspectores continúa su labor de seguimiento a más de 1.600 factorías en el país y señala que las fábricas sufren aún problemas como la habilitación de salidas de emergencia, alarmas contra incendios y reforzar las estructuras de los inmuebles.

 

La Alianza, que agrupa sólo a los grupos estadounidenses de distribución, también ha llevado a cabo la inspección de las fábricas de sus integrantes y ha seguido la realización de los trabajos de mejora y rehabilitación. En total, ambas organizaciones han revisado cerca de 3.800 fábricas. En este mismo sentido, la Unión Europea, Estados Unidos y Bangladesh sellaron también el Pacto de Sostenibilidad con fondos para completar el reclutamiento de inspectores y garantizar los registros.  

 

Más allá de la mejora de los inmuebles, Bangladesh ha continuado apostando por el desarrollo de su industria textil y se ha volcado también en la sostenibilidad. En este sentido, la primera ministra del  país, Sheikh Hasina, afirmó en el último encuentro del Foro Económico Mundial de Davos (Suiza) que de las diez mayores fábricas del mundo que cumplen con los criterios sociales y medioambientales más estrictos, siete están en su país.

 

 

Por otro lado, la implicación de las grandes corporaciones de la distribución con las fábricas también ha transformado su sensibilidad hacia los colectivos locales. El pasado febrero, Inditex, H&M, C&A y Tchibo se negaron a participar en el Dhaka Apparel Summit 2017 en apoyo a los trabajadores de la industria local de la confección después de fueron despedidos, perseguidos o encarcelados por participar en huelgas para reclamar mejoras salariales.

 

La unión de los grandes grupos de distribución también ha ido más allá de Bangladesh. En Camboya, quince de las mayores empresas intercedieron también ante el Gobierno del país para defender la necesidad de la negociación colectiva sectorial. Empresas como Inditex, H&M, Primark o C&A firmaron un acuerdo para presionar al Ejecutivo camboyano en este sentido.

 

Las últimas consecuencias de aquel desastre han sido la publicación de los listados de proveedores de los grandes grupos de distribución. Desde Adidas hasta Inditex, pasando por H&M, Uniqlo, Asos, Nike o Levi Strauss, entre otros, los gigantes de la moda han ido haciendo públicos los nombres de sus proveedores.

 

La transparencia se ha convertido en uno de los pilares de las nuevas estrategias de sostenibilidad. En el último informe del grupo de presión Fashion Revolution sobre la transparencia en la cadena de suministro de los grandes grupos de moda, se valoró por primera vez la publicación de las listas de proveedores.