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Generales 2015: ¿Qué ha hecho la política en moda en los últimos treinta años?

S. Riera

9 dic 2015 - 04:43

 

Del plan de reconversión industrial al pacto de Albaida, el textil ha estado sobre la mesa de los dirigentes políticos de España desde los primeros años de la Transición hasta la llegada de la crisis. A las puertas de las nuevas elecciones al Congreso de los Diputados, la industria de la moda apenas recibe hoy algún tipo de apoyo específico; sin embargo, los distintos gobiernos que se han sucedido en el país entre 1981 y 2005 han impulsado varias medidas para promover la transformación de uno de los pilares económicos del país. Junto a las estrategias de ajuste y contención social, los políticos han ido desfilando también en las principales pasarelas nacionales aupadas y financiadas con dinero público.

 

Modaes.es realiza durante los días previos a las elecciones generales del próximo 20 de diciembre una serie especial de artículos para analizar la imagen de los candidatos de los principales partidos políticos a la presidencia del Gobierno español, pero también para analizar sus propuestas políticas en torno a este sector. El actual presidente en funciones, Mariano Rajoy, fue el protagonista de la anterior entrega de esta serie.

 

La industria de la moda ha vivido en las últimas décadas una fuerte transformación a nivel global y, en consecuencia, en España. En Europa, el sector ha dejado de ser un negocio industrial para volcarse en el diseño, la marca y el retail. Desde el inicio de la deslocalización productiva en la década de los setenta los planes de los países desarrollados pasan por trasladar su industria más intensiva en mano de obra a economías emergentes y volcarse en el crecimiento en base al sector servicios y el consumo.

 

Junto a las estrategias de ajuste y contención , los políticos han ido desfilando en las pasarelas aupadas y financiadas con dinero público

 

En España, las primeras políticas que se realizaron en el sector tuvieron dos vertientes, por un lado contribuir a su modernización y, por otro lado, de contención social ante la fuerte destrucción de empleo y el cierre de empresas. Más adelante, ya en la década de los noventa, la inversión se destinó a la promoción del I+D, pero con la entrada en el nuevo siglo, las políticas se orientaron de nuevo a atenuar los efectos de una nueva oleada de cierres y despidos.

 

 

De la reconversión a los intangibles

Con la llegada de la democracia, uno de los primeros retos del país fue ajustar su economía a la del resto de países desarrollados para que fuera competitiva. El textil fue uno de los sectores que más tuvo que reequilibrar su tamaño en plena apertura económica del país. El entonces Gobierno de Unión de Centro Democrático (UCD), presidido por Leopoldo Calvo-Sotelo, aprobó el Plan de Reconversión Textil, el mayor proyecto que hasta entonces se había hecho para una industria manufacturera en España, según los expertos.

 

El plan se firmó en 1981 y tuvo al portavoz de CIU en el Congreso, Miquel Roca, como uno de sus instigadores. Con aquella iniciativa, el Gobierno quiso ajustar y modernizar una industria sobredimensionada en mano de obra y anquilosada, propia de una economía cerrada. El plan se alargó durante cinco años y se inscribieron al mismo un total de 635 empresas. En total, el Gobierno invirtió 153 millones de pesetas (alrededor de 920.000 euros de euros de hoy).

 

Las ayudas del Ejecutivo se destinaron al ajuste de plantilla, pero también a la compra de maquinaria y bienes de equipo. El PSOE, tras alcanzar el poder en 1982, mantuvo el plan de reconversión industrial del textil con el objetivo de finalizar la transformación del sector antes de que España se incorporara a la Comunidad Económica Europa (CEE) y entrara en una economía totalmente liberalizada.

 

El Gobierno de Calvo-Sotelo aprobó para el textil el mayor plan que hasta entonces se había hecho para una industria manufacturera en España

 

Fue precisamente a raíz de la entrada en la CEE cuando el Gobierno español dio continuidad al plan, pero con un nuevo enfoque: después del ajuste, el siguiente paso en la reconversión del sector pasaba por cambiar su orientación y crear valor a través del diseño y la marca. De ah, que el nuevo proyecto se nombrara Plan de Promoción de Diseño y Moda, conocido también como Plan de Intangibles.

 

El Ministerio de Industria de entonces contaba con una dirección general de Industrias Textiles, al frente de la cual estaba Miguel Ángel Feito. Este departamento fue el encargado de impulsar este nuevo plan dotado con una inversión de 34.000 millones de pesetas (unos 204 millones de euros de hoy).

 

La iniciativa, que se aplicó entre 1984 y 1988, tuvo dos ejes. Por un lado, los proyectos colectivos e institucionales, que dieron pie a las pasarelas Gaudí y Cibeles, además de la creación del Centro Superior de Diseño y Moda de Madrid o la campaña de televisión de Moda España, entre otras acciones. Y, por otro lado, el plan apoyó también proyectos de empresas individuales, de los cuales se llegaron a aprobar cerca de 200.

 

 

Competitividad e innovación

En la década de los noventa, los planes de ayuda al sector textil y confección se fueron sucediendo, aunque sin el carácter de proyectos estrella de sus antecesores. Aún bajo mandato socialista se impulsaron en 1992 los Planes de Competitividad Textil-Confección, que se alargaron hasta 1999, ya bajo la primera legislatura del PP, para ayudar a la industria a adaptarse al mercado de libre comercio y adecuando su estructura al nuevo contexto de deslocalización industrial.

 

Todas estas iniciativas se integraron en el plan comunitario Retex, de regiones textiles, financiado con fondos europeos y con un enfoque regional para reducir el impacto de los ajustes de plantilla del sector en las zonas con una elevada concentración de industria textil.

 

Retex quiso preparar el terreno ante la inminente supresión de las cuotas a la importación y la consecuente liberalización del mercado con el fin del Acuerdo Multifibras previsto para el 31 de diciembre de 2004. Entre 1992-1999, se presentaron cerca de 3.200 solicitudes, de las que se subvencionaron el 70% con un total de 92 millones de euros.

 

Posteriormente, el Ejecutivo de José María Aznar fue artífice del Programa de Fomento de la Investigación Técnica para la industria textil y de la confección entre los años 2000 y 2004, cuyo fin era seguir impulsando la competitividad del sector en un mercado cada vez más globalizado.

 

A través de este programa, se aplicaron políticas activas de I+D para seguir haciendo hincapié en el valor añadido. Al programa de fomento de la investigación técnica se inyectaron un total de 57,8 millones de euros. Bajo este paraguas, se impulsó también el Observatorio Industrial Textil y el Plan Global de la Moda para potenciar la imagen del made in Spain.

 

 

Segunda reconversión

El siguiente paso en este sentido fue el Pacto de Albaida, que firmaron patronal y sindicatos junto con los ministerios de Trabajo y Asuntos Sociales y de Ciencia y Tecnología. Todavía bajo el mandato del PP, el Ejecutivo español aprobó este nuevo plan social en noviembre de 2003 para adaptar de nuevo las plantillas del sector.

 

El Ejecutivo del PP aprobó otro plan social en 2003 para adaptar de nuevo las plantillas del sector

 

Una vez finalizado el Pacto de Albaida, el 31 de diciembre de 2005, el Ejecutivo presidido entonces por el socialista José Luis Rodríguez Zapatero, mantuvo las ayudas a los ajustes con el Plan de Apoyo al Textil, que contemplaba medidas como la flexibilidad laboral u otras de ahorro, que más tarde se aplicaron en otros sectores industriales.

 

Desde 1981 hasta 2007, España fue alumna aventajada en los planes europeos de deslocalizar la industria intensiva en mano de obra y apostar por una nueva actividad productiva tecnificada y de alto valor añadido en el Viejo Continente. No obstante, a lo largo de este periodo, el país ha sido artífice del mayor fenómeno de la moda de los últimos años: Inditex.