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El Mapa de la Moda 2020 (II): Los titanes de los grandes almacenes

Caída de ventas, cierres y aceleración de los planes de reestructuración ha sido la tónica general para los grandes almacenes en los últimos meses.

C. Juárez

6 jul 2020 - 04:49

El Mapa de la Moda 2020 (II): Los titanes de los grandes almacenes

 

 

El coronavirus ha puesto todavía más en cuestión el modelo de los grandes almacenes. Con una red comercial sobredimensionada en la mayoría de los casos, a pesar de haber atravesado varios años de ajuste, el sector ha sido uno de los más castigados por la pandemia. Las medidas de seguridad y distanciamiento social también impactarán especialmente en este modelo, que se basa en espacios cerrados, de mucha superficie y con mucho tráfico.

 

Caída de ventas, cierres y aceleración de los planes de reestructuración ha sido la tónica general para los grandes almacenes en los últimos meses. En Estados Unidos, la crisis ha arrastrado a otro gigante a los juzgados, JC Penney, y forzado a Macy’s a anunciar una nueva batería de despidos.

 

A diferencia de crisis anteriores, esta ha golpeado a todo el planeta casi de forma simultánea: de la japonesa Isetan a la chilena Falabella han acometido fuertes ajustes.

 

 

 

MACY’S, UN GIGANTE A LA DERIVA

 

El 18 de marzo, la compañía de grandes almacenes Macy’s, número uno en el mundo por cifra de negocio, cerró sus 775 establecimientos en Estados Unidos ante el avance del coronavirus. Entonces, el gigante puso en marcha un plan de acción para mitigar el impacto del cierre.

 

Una de las primeras medidas que tomó Macy’s, que también opera con Bloomingdale’s y Bluemercury, fue la suspensión temporal de parte de la plantilla, formada por 125.000 personas en el país, así como la cancelación de pedidos, la congelación de cualquier contratación, la suspensión del dividendo y la disposición de su línea de crédito revolving.

 

Tras el anuncio del primer paquete de medidas, Macy’s explicó que estaba evaluando “otras opciones financieras”. Para ello, el grupo contrató al banco de inversión Lazard y al bufete de abogados Kirkland&Ellis, con el objetivo de evaluar sus finanzas y elaborar un plan de reestructuración de deuda.

 

 

La compañía consiguió 4.500 millones de dólares de financiación. En concreto, Macy’s emitió bonos por valor de 1.300 millones de dólares y obtuvo una línea de crédito asset-based de 3.150 millones de dólares avalada por sus activos inmobiliarios, incluidas las propiedades del grupo en Brooklyn, Union Square y State Street, todas ellas en Nueva York.

 

Tras la refinanciación, Macy’s publicó los resultados correspondientes a los tres primeros meses de ejercicio, que incluye marzo, abril y mayo, en el que entró en pérdidas. La empresa finalizó el periodo con unos números rojos de 652 millones de dólares, frente al beneficio de 136 millones de dólares del mismo periodo de un año atrás. Los ingresos del grupo, por su parte, cayeron un 45%, hasta 3.017 millones de dólares.

 

Antes del coronavirus, la empresa ya estaba en la cuerda floja. El grupo de grandes almacenes reconoció que el ejercicio 2019 “no se ha desarrollado como pretendíamos”, con un desplome del 49% y una caída de las ventas del 1,6%. Durante el periodo, la empresa cerró 125 establecimientos y despidió a cerca de 2.000 empleados como parte del ajuste a tres años que tenía puesto en marcha.

 

 

 

KOHL’S, CON LAS PILAS CARGADAS PARA MANTENER LA PLATA

 

“Iniciamos el año en una posición financiera sólida con nuestro negocio a las alturas de las expectativas generadas”. Así hablaba Michelle Gass, consejera delegada de los grandes almacenes Kohl’s, en la presentación de los resultados del primer trimestre de ejercicio, que comprende los meses de febrero, marzo y abril.

 

Con sus 1.159 establecimientos cerrados, el grupo finalizó el periodo con una caída de las ventas del 40,6%, hasta 2.160 millones de dólares, y unos números rojos de 541 millones de dólares, frente al beneficio de 62 millones de dólares del mismo periodo de un año atrás. Sólo se salvó el online, que impulsó sus ingresos un 24% y un 60% sólo en abril.

 

La compañía, que ha reconocido que el efecto de la pandemia tendrá un impacto a largo plazo en el comportamiento de los clientes y en el sector minorista, ha centrado sus esfuerzos en mantener una posición financiera sólida para minimizar el impacto de la pandemia.

 

 

 

En ese sentido, Kohl’s puso en marcha una serie de acciones como la paralización de los pedidos, la reducción de costes y del capex de hasta quinientos millones de dólares, la suspensión del programa de recompra de acciones, así como la cancelación del dividendo, la disposición y ampliación de su línea de crédito revolving hasta 1.500 millones de dólares y la emisión de bonos por valor de seiscientos millones de dólares con vencimiento en 2025. Tras la puesta en marcha de esta iniciativa, la empresa finalizó los tres primeros meses con 2.000 millones de dólares en caja.

 

Antes del impacto de la pandemia, el grupo de grandes almacenes se encontraba inmerso en un plan de reestructuración que puso en marcha en 2016 y que pasaba por el cierre de establecimientos y una serie de medidas para regresar a la senda del crecimiento.

 

En febrero, en el marco de este plan, Kohl’s anunció la salida de 250 directivos y la creación de un nuevo organigrama corporativo con el objetivo de “reorganizar el negocio para enfocarlo más al cliente y potenciar la toma de decisiones”. Tras este movimiento, la empresa eliminó roles intermedios y amplió de cuatro a siete los puestos del área comercial.

 

 

 

 

EL CORTE INGLÉS, FINANCIACIÓN EXTRA PARA AGUANTAR EL GOLPE

 

Nunca cerró del todo, pero fue la última en abrir. Con esta paradoja, se enfrentó El Corte Inglés al estado de alarma en España. La empresa ha mantenido operativa el área de alimentación de sus centros, al entrar en la categoría de servicios esenciales, mientras que el resto del negocio estuvo paralizado durante dos meses y medio. Sin embargo, el resto de la superficie no puso abrir hasta la fase 1, acotando cuatrocientos metros, y al completo en la fase 2.

 

La primera medida que puso en marcha la empresa fue asegurar su liquidez, con la firma de una línea de crédito de 1.311 millones de euros. La empresa llegó a un acuerdo con catorce entidades bancarias, entre ellas Santander, Bbva o Goldman Sachs, para obtener la financiación. Esta línea de crédito se sumó al acuerdo al que llegó la compañía con otras veinticuatro entidades a finales de febrero para refinanciar su deuda, cuyo importe agregado es de 2.000 millones de euros. Además, durante el estado de alarma, la empresa emitió casi 250 millones de euros en pagarés en el Mercado Alternativo de Renta Fija (Marf).

 

 

 

 

El Corte Inglés también presentó un expediente de regulación temporal de empleo (Erte) sobre 25.900 empleados, el mayor Erte en España. De la plantilla afectada, 22.000 empleados pertenecen a los centros de los grandes almacenes, otros 2.000 corresponden a las tiendas de Sfera y unas 1.900 personas a la división Viajes El Corte Inglés.

 

El Corte Inglés finalizó el último ejercicio con un crecimiento del 1,2% en sus ventas, hasta 15.260,7 millones de euros. El margen bruto del grupo aumentó en un 0,3%, hasta situarse en 4.504 millones de euros. El resultado bruto de explotación (ebitda) de la empresa se elevó un 5,4%, hasta 1.097 millones de euros. La compañía ganó un 20,1% más durante el periodo, hasta 310 millones de euros, se trata del mayor beneficio en nueve años.

 

Las ventas de retail de la compañía, que engloba la división de moda, registraron un crecimiento del 0,9% en 2019, hasta 13.127,8 millones de euros, mientras el resultado bruto de explotación (ebitda) de esta división se elevó un 5,4%.

 

La cadena de moda de la empresa, Sfera, finalizó el periodo con un crecimiento del 8%, hasta 461 millones de euros. “Gran parte de los esfuerzos se han dirigido a incrementar el valor de la marca, llevando a las tiendas las últimas tendencias y renovando la imagen de los puntos de venta”.

 

 

 

NORDSTROM, RESTRUCTURACIÓN ACELERADA POR LA PANDEMIA

 

Antes de la llegada de la pandemia a Estados Unidos, los grandes almacenes Nordstrom ya estaban en la cuerda floja. La compañía finalizó el ejercicio a la baja, con una caída de las ventas del 2,2% y un retroceso del 24,1% en su resultado neto.

 

Para hacer frente a su transformación, el grupo reordenó a principios de marzo su equipo directivo. Así, Erik Nordstrom, hasta entonces copresidente de Nordstrom, asumió el cargo de consejero delegado. Peter Nordstrom, que compartía la presidencia, fue nombrado presidente de la cadena y director de marca.

 

Apenas dos semanas después de la presentación de sus resultados anuales y de los nuevos nombramientos, el grupo procedió al cierre de la mayoría de sus establecimientos por el avance de la pandemia. Los primeros centros en cerrar, el 17 de marzo, fueron el flagship store de Saks Fifth Avenue en Manhattan y las tiendas de Nordstrom en Filadelfia. Poco después, la empresa cerró el resto de las tiendas y sólo dejó operativo el canal online, que en 2019 copó el 35% de las ventas.

 

 

 

En plena pandemia, Nordstrom continuó con su plan de reestructuración acelerando algunos proyectos que ya tenía en marcha. A principios de mayo, la empresa procedió al cierre permanente de dieciséis centros en Estados Unidos. Con la operación, el grupo pretende ahorrar 150 millones de dólares.

 

Además del recorte de gastos, el objetivo del plan de Nordstrom es “ganar velocidad y flexibilidad”. En ese sentido, la empresa también puso en marcha otro plan de acción, que pasa por cerrar definitivamente la cadena multimarca Jeffrey, que adquirió en 2005. La empresa contaba con tres tiendas distribuidas en Atlanta, Nueva York y Palo Alto.

 

En el primer trimestre, el grupo de grandes almacenes facturó un 40% menos que en el mismo periodo del año anterior. Sin embargo, en la presentación, Nordstrom afirmó que “hemos reforzado nuestra capacidad financiera y liquidez, y entramos en el segundo trimestre con una buena posición para ejecutar nuestra estrategia”.

 

 

 

 

SEARS, PLANES EN LA SOMBRA PARA AGUANTAR EL IMPACTO

 

El coronavirus llega en pleno silencio de Sears. El año pasado, la compañía estadounidense de grandes almacenes cerró uno de los periodos más convulsos de su historia. Después de entrar en chapter 11, el equivalente estadounidense al concurso de acreedores, la empresa pasó a manos de Edward S. Lampert, su expresidente, que se hizo con el negocio de Sears y Kmart a través de la sociedad Tranform Holdco, filial de su vehículo inversor ESL Investment y sacó la empresa de bolsa.

 

Desde entonces, los movimientos de la compañía han estado en la sombra. Según Forbes, Transformco, la matriz de Sears, podría haber cerrado varias establecimientos de ambas cadenas y cuenta ahora con sólo 118 puntos de venta, frente a los más de cuatrocientos que tenía cuando Lampert se hizo con la empresa.

 

“Sears está en una posición muy peligrosa, antes de la crisis, cuando la economía era robusta y el consumo crecía, a la compañía no le estaba yendo muy bien, las cosas se harán más difíciles en el futuro”, explicó Neil Saunders, consejero delegado de Global Data Retail. “Sears vende muchos productos prescindibles, que es la división donde más se va a reducir el consumo”, agregó.

 

 

Cuando el coronavirus comenzó a llegar a Estados Unidos, Sears anunció el cierre de establecimientos como medida para contener el avance de la pandemia. La empresa mantuvo operativos sus centros de distribución, la oficina de atención al cliente y el servicio de ecommerce, así como algunas tiendas de Kmart y los establecimientos de Kmart Pharmacy.

 

“El Covid-19 está teniendo un impacto grave en toda la industria minorista, incluida nuestra empresa”, señaló Sears en un comunicado. “Por lo tanto, para garantizar la viabilidad futura de la compañía hemos tenido que tomar esta decisión, que será temporal”, añadió la empresa cuando comunicó el cierre de tiendas.

 

Además, con el objetivo de aliviar el impacto de la pandemia en su negocio, Sears también suspendió de forma temporal el grueso de sus empleados, tanto de oficinas como de tiendas, y se comprometió a cubrir el 100% de las prestaciones hasta el 30 de abril.

 

 

 

MARKS&SPENCER, ‘PAUSE’ EN SU RECUPERACIÓN

 

Marks&Spencer fue una de las primeras compañías europeas de moda en emitir un profit warning ante la llegada del coronavirus. A principios de marzo, el grupo británico de grandes almacenes advirtió que la pandemia tendría “un impacto significativo” en su negocio, y anunció sus previsiones para cierre de ejercicio en febrero, que pasaban por alcanzar un beneficio antes de impuestos de entre 440 millones de libras (470 millones de euros) y 460 millones de libras (492 millones de euros).

 

Los resultados del año pasado reflejan un progreso. Ahora parece historia antigua”. Así comenzó Steve Rowe, consejero delegado de Marks&Spencer, su carta en la comunicación anual de los resultados del grupo. La llegada de la pandemia a Europa echó por tierra los resultados de la empresa, que finalmente alcanzó un beneficio antes de impuestos de 27,4 millones de libras en el ejercicio, un 39,5% menos que en el mismo periodo de un año atrás.

 

Las ventas del grupo, que habían comenzado a frenar la caída tras años en una profunda reestructuración, retrocedieron un 1,9% en el acumulado del año, hasta 10.181,9 millones de libras (11.398 millones de euros).

 

 

 

Los ingresos del negocio de moda se redujeron un 6,2%, mientras que el resultado operativo de esta división se redujo un 37%. Marks&Spencer explicó que antes de los efectos del coronavirus “el desarrollo de la línea de mujer y la de niños era alentadora, la de hombre mejoró y la de íntimo mantuvo su cuota de mercado”.

 

El grupo había transformado su oferta para introducir un mayor componente de moda, y respaldó esta estrategia con la incorporación de Richard Price, ex de Tesco, para dirigir el negocio de moda y de hogar.

 

Sin embargo, la compañía vio interrumpido abruptamente su plan con la llegada de la pandemia. “Nos enfrentamos a una crisis cuyos efectos durará durante el próximo año y más allá”, sentenció Rowe. Para hacer frente al impacto, la empresa prevé reducir sus costes en 500 millones de libras y ha recurrido a programas del Gobierno británico para asegurar su liquidez. Para la división de moda, la empresa ha reducido un 46% su presupuesto.

 

 

 

ISETAN, UN AÑO MÁS DE PLAN ESTRATÉGICO POR LA PANDEMIA

 

Japón fue, tras China, uno de los primeros países impactados por la pandemia del coronavirus. A mediados de febrero el país registró el primer infectado, a principios de febrero se reportaron los casos del crucero Diamond Princess y a mediados del mismo mes el Gobierno del país decretó el confinamiento. Los grandes almacenes Isetan ha sido una de las compañías de moda más penalizadas en el país por el impacto de la pandemia.

 

El grupo finalizó el último ejercicio, cerrado el 31 de marzo, con unas ventas de 1.119,1 millones de yenes (9.895 millones de euros), una caída del 6,5% respecto al año anterior. Además, Isetan entró en pérdidas, con unos números rojos de 11.100 millones de yenes (917 millones de euros). Isetan finalizó el periodo con una caja de 57.727 millones de yenes (499 millones de euros) y un inventario de 9.809 millones de yenes (84 millones de euros).

 

En enero, el consumo de los japoneses en los establecimientos de Isetan se redujo un 4,1%, mientras que el de los extranjeros aumentó un 1,2%. En el primer mes del año, la compañía registró una caída de las ventas del 2,9%. En febrero, los consumidores locales compraron un 5% menos, mientras que los extranjeros redujeron su gasto en Isetan un 4,4%, lo que provocó una caída interanual del 9,4% en el segundo mes del año.

 

 

 

En marzo, cuando se registró el pico de la pandemia en el país, las ventas del grupo se redujeron un 30,2% respecto al mismo mes del año anterior. En el acumulado de los tres primeros meses de 2020, Isetan ingresó un 42,5% menos.

 

Para contener el impacto de la pandemia, la empresa tomó medidas como la reducción del gasto en publicidad y márketing, aplazar el pago de las rentas y recortar los salarios y paralizar las contrataciones para reducir costes. Además, la compañía también congelará su plan de mejora de tiendas.

 

El coronavirus ha paralizado el plan que la compañía japonesa tenía puesto en marcha y que esperaba completar en 2020. La estrategia pasaba por convertir a la empresa en un grupo digital, promover el desarrollo de nuevos productos y acelerar en la apertura de tiendas. 

 

 

 

 

JC PENNEY, NUEVO PLAN TRAS ENTRAR EN CONCURSO

 

Los grandes almacenes de JC Penney han sido una de las primeras víctimas que se ha saldado el coronavirus en Estados Unidos. Después de varios años arrastrando caída de ventas, la empresa entró en el equivalente estadounidense al concurso de acreedores, chapter 11, el pasado 16 de mayo con un pasivo de 3.600 millones de dólares y una caja de 500 millones de dólares.

 

Tras entrar en los juzgados y alcanzar un acuerdo de financiación de novecientos millones de dólares, la empresa puso en marcha un plan de reestructuración, que contempla el cierre de 154 de tiendas y la renegociación del pago de las rentas a sus caseros.

 

Tres semanas después de declararse en concurso, apareció un nuevo actor en el escenario de la compañía. El fondo estadounidense Sycamore, que acababa de romper el acuerdo de compra de Victoria’s Secret con L Brands, inició conversaciones con JC Penney para adquirir la empresa. Con todo, el grupo de grandes almacenes también está en negociaciones con otros posibles compradores: Broolfield Asset Management o Simon Property Group, dos de sus acreedores.

 

 

 

El coronavirus y la entrada en los juzgados fueron el colofón a un año convulso para JC Penney, en el que hasta la bolsa de Nueva York llamó la atención a la empresa. A principios de febrero de 2019, el organismo notificó al grupo de grandes almacenes que ya no cumplía con sus criterios para cotizar, que exigen mantener el precio de la acción a un dólar por cotización durante treinta días hábiles. Entonces, la entidad concedió a JC Penney un plazo de seis meses para recuperar las acciones por encima del valor requerido, lo que logró poco después.

 

JC Penney finalizó 2019 engordando sus pérdidas. El grupo de grandes almacenes incrementó sus números rojos un 5% en el periodo, registrando unas pérdidas de 268 millones de dólares. La facturación del grupo también redujo, con una caída de sus ingresos de un 8,1%, hasta 10.716 millones de dólares.

 

 

 

FALABELLA, AJUSTE DEPARTAMENTAL PARA FRENAR LA CAÍDA

 

Falabella tenía un plan antes de la pandemia. A finales de 2019, el grupo chileno de grandes almacenes puso en marcha una estrategia para los próximos años, que giraba en torno a una palabra: digitalización. Los planes 2.900 millones de dólares en digitalización para el próximo trienio.

 

Pero entonces el coronavirus llegó a Latinoamérica. La primera medida que puso en marcha Falabella fue en abril. La empresa suspendió temporalmente a parte de su plantilla y recortó el sueldo a sus trabajadores.

 

Con el objetivo de asegurar su caja, la compañía lanzó una emisión de bonos al mercado de deuda por 260 millones de dólares con el plazo de vencimiento a diez años con Banchile Corredores de Bolsa y el Banco Santander como asesores. Falabella utilizará estos fondos para refinanciar deuda.

 

 

 

Para colaborar con el comercio en el país, Falabella se ha sumado a la campaña Apóyame, liderada por el Ministerio de Economía y la Cámara de Comercio de Santiago, y ha abierto su ecommerce a pequeñas y medianas empresas del país.

 

Falabella finalizó los tres primeros meses de ejercicio a la baja. El grupo chileno, que ya había sufrido el impacto de las revueltas sociales en Chile en el ejercicio de 2019, finalizó el periodo (entre enero y diciembre) con un desplome del 76% de su resultado neto y unas ventas de 2.328 millones de dólares, una caída del sólo el 0,6% respecto al mismo periodo de un año atrás.

 

 

 

HUDSON’S BAY, DESINVERSIONES TRAS SALIR DE BOLSA

La pandemia del coronavirus ha llegado cuando Hudson’s Bay se encontraba en plena reestructuración de su negocio. El 4 de marzo, justo antes del cierre de tiendas en Estados Unidos y Canadá, la compañía de grandes almacenes salió de bolsa y pasó a estar controlada por su entonces presidente, Richard Baker, y un grupo de cuatro accionistas: Rhône Capital, WeWork Property Advisors, Hanover Investments y Abrams Capital Management.

 

Entonces, llegó el coronavirus a la región y la empresa, que también controla Barneys New York y Saks Fifth Avenue, canceló todos sus planes y procedió al cierre de establecimientos para contener el avance de la pandemia. La empresa mantuvo operativo sólo el negocio online.

 

 

Hudson’s Bay finalizó el tercer trimestre de ejercicio (entre julio y septiembre), último periodo en el que hay datos, con unas ventas de 1.820 millones de dólares canadienses (1.185 millones de euros), lo que supuso una caída del 1,7%. El beneficio antes de impuestos del grupo se situó en 40 millones de dólares canadienses (26 millones de euros), frente a los 84 millones de dólares canadienses (54,7 millones de euros) del mismo periodo de un año atrás.

 

Además, en el último año la empresa barajó salir de Europa con la venta de su participación en la joint venture que controla Galeria Kaufhof y Karstadt. Hudson’s Bay vendería su participación minoritaria en la empresa austriaca Signa Holding, socio con quien controla la empresa conjunta en Alemania. Sin embargo, la empresa no llevó a cabo este movimiento.

 

La otra gran desinversión de Hudson’s Bay fue la venta de Lord&Taylor a la empresa especializada en el alquiler de ropa por suscripción Le Tote por cien millones de dólares. La cadena contaba con 45 tiendas en Estados Unidos.