
Del ‘Green Deal’ al ‘Clean Deal’, la herencia sostenible del Covid en Europa
Cien mil millones de euros para impulsar la competitividad europea. Las prioridades de la Unión Europea han pasado de promover un continente más verde con el Gren Deal, a uno un poco menos verde, pero también más industrializado.


7 mar 2025 - 05:00
Ciudades desiertas y tiendas llenas de ropa. Es el escenario que dejó en marzo de 2020 el Covid-19, una pandemia que supuso una disrupción sin precedentes para la economía mundial y que golpeó con particular dureza a la moda. ¿Cómo se ven, con la perspectiva del paso del tiempo, los meses en los que el mundo vio limitados sus movimientos y el contacto social como nunca antes para hacer frente al contagio del virus? Modaes aborda en este especial cómo se ha transformado el sector y qué lecciones dejó la pandemia del Covid-19.
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El lobo de la sostenibilidad llegó a la Unión Europea en 2020 tras la ruptura de las cadenas de suministro globales que desencadenó el Covid. En plena crisis sanitaria, Bruselas se dio cuenta de varias cosas, la primera, su alta dependencia de abastecimiento con otros países, y la segunda, que dicho aprovisionamiento podía desplomarse en pocos segundos. De esta reflexión, empezó a fraguarse el Green Deal, o Pacto Verde Europeo, una de las iniciativas más importantes y resonadas de la primera comisión de Ursula Von der Leyen. La Due Diligence, la ley de ccodiseño o la directiva marco de residuos son algunas de las principales herencias de este pacto.
Cinco años más tarde, y con la presidenta de la Comisión iniciando su segundo mandato, el lobo de la sostenibilidad parece haber escondido sus orejas ante la llegada de un animal mucho más feroz: el oso de la competitividad. Desde la aprobación del Green Deal, la Unión Europea ha encadenado diferentes shocks económicos, desde la primera guerra en suelo europeo en décadas al inicio de lo que parece la mayor guerra comercial desde el inicio de la globalización. Las sacudidas del marco económico global han llevado a Bruselas a cambiar de ritmo, y el Green Deal, ya no es solo verde, sino que ahora es, por encima de todo, industrial.
“Europa se enfrenta a crecientes tensiones geopolíticas, un menor crecimiento económico y mayor competitividad tecnológica -reza el inicio del bautizado como Clean Industrial Deal presentado el 26 de febrero en Bruselas-; y en esta nueva era, está claro que la competitividad y descarbonización es un imperativo”. Para avanzar hacia estos objetivos, el recién formado Ejecutivo europeo ha lanzado dos estrategias diferentes, que complementan e incluso modifican el camino verde marcado por Von der Leyen en su primer mandato.
La Comisión Europea presentó su nueva hoja de ruta, el Clean Industrial Deal, la semana pasada
Pacto Verde Industrial, o cómo reavivar la industria europea
El renovado plan de la Unión Europea tiene el objetivo de crear un marco empresarial que permita el crecimiento de las empresas europeas y garantice el futuro de la industria manufacturera en Europa. El primer punto clave del Clean Industrial Deal es, por lo tanto, la financiación, y el Ejecutivo prevé la movilización de más de 100.000 millones de euros a través del recién creado Banco de Descarbonización Industrial. Este nuevo organismo se financiará tanto a través de los presupuestos europeos como de las aportaciones de los Estados miembro.
El segundo punto clave de la nueva hoja de ruta europea pasa por la energía. La guerra entre Rusia y Ucrania ha obligado a la Unión Europea a buscar proveedores energéticos alternativos desde 2022. Aunque inicialmente la mirada viró hacia otras potencias para abastecerse, como Estados Unidos, ante el elevado precio asociado a esta estrategia, y que afecta directamente a sectores con un gran peso en el continente como el automovilístico, Bruselas ha situado la descarbonización como el elemento clave en su nueva hoja de ruta.
Para ello, la Comisión prevé tanto incentivos para que los gobiernos reduzcan los impuestos sobre la electricidad, la modernización de la red eléctrica europea y la simplificación en la implementación de proyectos de energía limpia. Así, la Unión Europea mantiene su compromiso de convertirse en una economía neutra en emisiones de carbono para 2050, pero ahora con el punto de mira en las empresas más que en el medio ambiente.
La Comisión prevé que un 24% de los materiales sean circulares para 2030
“Sabemos que todavía hay demasiados obstáculos en el camino de nuestras empresas europeas, desde los altos precios de la energía hasta la excesiva carga regulatoria -señalaba Von der Leyen- y el Clean Industrial Deal pretende cortar los lazos que aún frenan a nuestras empresas y presentar una clara justificación comercial para Europa”.
La circularidad se alza como la tercera palanca de la renovada hoja de ruta europea, como un punto clave para “maximizar los reducidos recursos europeos” e impulsar la resiliencia del continente. Según los cálculos europeos, la circularidad en Europa pasará a suponer un valor de 100.000 millones de euros en 2030, frene a los 31.000 millones actuales, además de generar hasta 500.000 nuevos puestos de trabajo.
Para 2026, además, la Comisión publicará el Circular Economy Act, que permitirá el libre movimiento entre los Estados miembro de productos sostenibles, determinadas materias primas y desechos, con el objetivo de construir un mercado único circular. El objetivo que se ha marcado la Comisión es que un 24% de los materiales sean circulares para 2030.
Otras líneas que desarrolla el plan incluyen la formación de la mano de obra europea, el impulso de nuevos acuerdos comerciales, priorizar la sostenibilidad en las contrataciones públicas y potenciar la inversión privada empresarial.
El paquete Ómnibus busca reducir la burocracia de las empresas europeas
Paquete Ómnibus, o cómo aumentar la competitividad
“Nuestro compromiso para asegurar la transición verde y digital no cambia, pero tenemos que reconocer que esto ha tenido un coste, generando una gran carga regulatoria en personas y negocios”, aseguró el comisario de Economía, Valdis Dombrovskis. El nuevo plan industrial de la Unión Europea va precedida de un primer paquete de medidas que ya dejaban entrever la renovada estrategia europea.
El Paquete Omnibus, bautizado como Brújula de la competitividad, recibió su primera luz verde la semana pasada y tiene el principal objetivo de reducir entre un 25% y 35% la carga burocrática de las empresas, aunque, asegura Bruselas, sin reducir los objetivos climáticos. Aún así, las primeras medidas que ha dado a conocer la Unión Europea ya se intuye cierta desaceleración en los objetivos sostenibles.
Una de las principales modificaciones afecta a Directiva sobre información corporativa en materia de sostenibilidad (Csrd, por sus siglas en inglés). La voluntad de Bruselas pasa ahora por que el reporting afecte únicamente a las grandes empresas, es decir, aquellas con un volumen de negocio de más de 450 millones de euros y 1.000 empleados. Este cambio supone la exclusión de hasta un 80% de las empresas que iban a verse afectadas inicialmente, que, además, verán atrasadas sus obligaciones un año, con una nueva fecha límite marcada en 2028.
La Due Diligence, una de las normativas que más confrontación generó en el primer mandato de Von der Leyen y ya dejó intuir un primer cambio de rumbo de la Comisión, también se ha visto afectada. Bajo la voluntad de facilitar a las empresas su adopción, Bruselas propone ahora retrasar la obligatoriedad de responsabilidad de las empresas en su cadena de valor un año más. Las grandes empresas, las primeras que se iban a ver afectadas, deberían ahora cumplir los requisitos de debida diligencia en su cadena de valor a partir de julio de 2028.
La excesiva burocracia es una de las principales críticas que ha recibido la Unión Europea, especialmente desde el mundo empresarial. Esta mentalidad parece haber calado en los pasillos de Bruselas, y revolucionado a los mandatarios europeos hasta el punto de, si no reducir, suavizar algunos de sus propios objetivos marcados tras la pandemia.
Si el Covid impulsó el sector del deporte, del casualwear o el ecommerce en el bolsillo de los consumidores, la pandemia aceleró en Europa la apuesta por la sostenibilidad. De la misma forma, sin embargo, que los mocasines parecen estar sustituyendo a las sneakers, la burbuja está a punto de estallar también en Bruselas. Con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, desincentivando las inversiones verdes a un lado del Atlántico, y China apostando cada vez más por un modelo tecnológico y electrificado que le permita seguir creciendo, la Unión Europea lucha por decidir qué ruta tomar, una que priorice las inversiones verdes del futuro, u otra que luche por recuperar el músculo industrial del pasado.