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Cósima Ramírez, puro márketing para heredar Agatha Ruiz de la Prada

P. Riaño

17 sep 2014 - 04:45

Hace justo doce meses se incorporó a la empresa familiar y el lunes asistió a su primera clase del MBA que este año cursará en el Instituto de Empresa. Cósima Ramírez Ruiz de la Prada, heredera de la enseña de moda Agatha Ruiz de la Prada a sus 23 años, causa la misma impresión que su madre: si la imagen extravagante de la diseñadora esconde a una de las empresarias que mayor partido ha sabido sacar de una marca de moda en España, la de su hija, mezcla de los genes y de la edad, no deja ver en un primer momento a alguien que ha entendido cómo funciona la industria de la moda y, sobre todo, el negocio de licencias sobre el que se asienta Agatha Ruiz de la Prada. Puro márketing para representar a la marca más llamativa de la moda española. 

 

Cosima Ramirez, Agatha Ruiz de la PradaCósima Ramírez, hija de la diseñadora Agatha Ruiz de la Prada y del periodista y editor Pedro J. Ramírez, está llamada a heredar la empresa propietaria de una de las enseñas más rentables de la moda en España. Aunque la facturación del estudio de Agatha Ruiz de la Prada no sea abultada, se calcula que todas las licencias que utilizan la marca suman un negocio conjunto de alrededor de 200 millones de euros.

 

En septiembre del año pasado, Ramírez se incorporó a la firma liderada por su madre después de haber pasado quince años fuera de España estudiando. Se suma a la empresa familiar en el mismo momento que otras tantas empresas del sector llevan a cabo el progresivo traspaso de poderes de una generación a otra, como Mango, Adolfo Domínguez o Uno de 50.

 

Licenciada en Historia, se dispone ahora a complementar su formación con un MBA para poder hacerse cargo de la gestión de la empresa. “En realidad, es el área que ya lleva mi madre, que se ocupa del negocio”, explicó el pasado viernes en una de sus primeras conferencias en un foro de carácter empresarial, organizado por la escuela de negocios Esden en el marco de Mercedes-Benz Fashion Week Madrid.

 

“El momento de la venta me parece todo un misterio”, decía Ramírez entre risas, mientras se encargaba de desplegar el mismo halo de excentricidad que cultiva su madre y mayor embajadora de la marca. Ramírez es consciente de la imagen que debe proyectar para estar en sintonía con la marca que representa (donde es responsable de relaciones internacionales), como bien hace tanto en sus apariciones públicas como en el blog que escribe, La vía cósmica.

 

Su risa constante, su teléfono móvil sonando tres veces en plena conferencia o un totalmente planificado desorden muestran de ella su faceta más frívola, pero pequeños detalles (como citas de Jack Kerouac que se cuelan en el discurso o reflexiones sobre el negocio de la moda) desvelan que Ramírez es mucho más consciente de lo que quiere aparentar.

 

“Tenemos un modelo de negocio hecho a medida de la personalidad de mi madre”, sostiene Ramírez. “Las licencias te quitan en parte responsabilidad, porque no tienes que encargarte de vender, ni de producir, y a la vez te dan muchas posibilidades y te permiten pensar en cualquier producto, pero es difícil coordinar una imagen unificada”, señala.

 

De este primera año en la empresa familiar comienza a sacar algunas lecciones. “La moda es mucha fiesta y mucha tontería, pero todo tiene un objetivo comercial, es esencial venderse bien”, dice. Por eso, tal y como ella misma explica, la firma está presente allá dónde la reclaman. “Somos una empresa hiperactiva, como mi madre –dice-; a veces tengo que ir a tantos eventos que no sé ni qué hago allí, voy con una motito de uno a otro”.

 

De hecho, el primer encargo que recibió en Agatha Ruiz de la Prada fue viajar sola a Sri Lanka para representar a la marca en la semana de la moda del país. Y de Sri Lanka viajó a Polonia, Serbia, Gambia… ejerciendo siempre de embajadora de la colorida enseña. “La imagen rompedora y atrevida de los desfiles es lo que después vende bolígrafos o cuelgabolsos”, dice abiertamente.

 

Su proyecto más ambicioso: llevar Agatha Ruiz de la Prada a Asia. “Se lo llevo proponiendo a mi madre mucho tiempo, pero no termina de verlo; hace falta inversión, hay que hacerlo con cautela…”, sostiene. Y añade: “Japón es donde mejor encajaría la marca, pero buscamos rutas alternativas de entrada, como Malasia, Indonesia o Filipinas, para conseguir que todo Asia esté agathizado”.