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Revista Modaes número 54

Bernard Arnault, agarrado al trono del lujo

Presidente de LVMH, el mayor grupo del sector de lujo, Arnault acaba de celebrar su cuarenta aniversario en la industria. Ahora, vuelve a sacar la mano firme para reorganizar su mochila de marcas en un duro momento para el lujo.

Bernard Arnault, agarrado al trono del lujo
Bernard Arnault, agarrado al trono del lujo

Pilar Riaño

Bernard Arnault acaba de celebrar su cuarenta aniversario en la industria del lujo. Cuatro décadas desde que, por una suma ridícula, se hizo con Boussac, una empresa industrial francesa que guardaba una joya en su interior: Dior. Si en los ochenta a Arnault no le tembló el pulso y cerró divisiones y despidió a 9.000 personas para hacer de Boussac una empresa rentable, ahora vuelve a sacar la mano firme para reorganizar una pesada mochila de marcas y directivos en un duro momento de la industria del lujo. Todo ello aferrándose a su sillón: aunque Arnault ha comenzado ya el proceso de relevo generacional en favor de sus cinco hijos, LVMH cambiará sus estatutos para que el presidente, a sus 76 años cumplidos a principios de marzo, pueda permanecer al frente hasta los 85 años, cinco años más de lo previsto.

 

 

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A Bernard Jean Étienne Arnault siempre le gustó ganar. Desde pequeño, en los estudios o tocando el piano, una pasión heredada de su madre y que dicen que abandonó de manera profesional cuando se dio cuenta de que no iba a ser el mejor. Nació en Roubaix, en Francia (cerca de la frontera con Bélgica), en 1949 en el seno de una familia vinculada a la construcción, con su padre al frente de una empresa de obras públicas. Tras estudiar Ingeniería en la École Polytechnique y graduarse en 1971, se incorporó a la empresa familiar (Ferrer-Savinel), que terminó dirigiendo y reorientando hacia la promoción inmobiliaria.

 

François Mitterrand ganó las elecciones en mayo de 1981: por primera vez desde la fundación de la Quinta República por De Gaulle, un socialista entraba en el Elíseo. El miedo corrió entre el empresariado francés. También llegó a Arnault, que hizo las maletas de toda la familia y se trasladó cerca de Nueva York. Allí, siguió operando en el sector inmobiliario con inversiones en diferentes ciudades hasta que, tal y como narran Nadège Forestier y Nazanine Ravaï en la biografía The taste of luxury, mientras estaba un día de compras en Bloomingdale’s se dio cuenta de que los estadounidenses sabían quién era Dior, pero no sabían mencionar el nombre del presidente de Francia. Su madre, además, sentía fascinación por Dior.

 

En 1983, Arnault regresó a Francia con más apetito aún por los negocios. Un año después, en diciembre de 1984, llegó el punto de inflexión en su carrera: la compra de Boussac. La que fuera una de las mayores empresas textiles de Francia y que entonces perdía dinero a espuertas, era también propietaria de Dior. Con apoyo del Gobierno francés, Arnault compró Boussac por la simbólica suma de un franco. Había asegurado a la administración que los puestos de trabajo se mantendrían, pero en los cinco años siguientes vendió la mayor parte de los activos y despidió a 8.000 empleados. En aquel momento, el empresario se ganó el sobrenombre de Terminator.

 

La confirmación de la ambición de Arnault llegaría en 1989, cuando se hizo con una participación mayoritaria en LVMH, que había nacido en 1987 fruto de la fusión de Moët-Hennessy y Louis Vuitton. Con el crack de la Bolsa de octubre de 1987, Arnault entró en el capital de LVMH y, durante dos años y aprovechando la división entre las familias fundadoras del conglomerado, fue afianzando su posición hasta que, en 1989, con el apoyo de Lazar y Crédit Lyonnais, se convirtió en accionista mayoritario, expulsando a Henry Racamier (que se opuso a la operación) del puesto de presidente de la empresa que había fundado su propia familia.

 

 

 

 

Esta misma estrategia de generar división entre las familias fundadoras es la que utilizaría Arnault varias veces a lo largo de su trayectoria, con dos únicos grandes fracasos. El primero, la pérdida de la puja por Gucci frente a su gran rival, François Pinault, que en 2001 la compró por 806 millones de dólares. La segunda, su intento de hacerse con Hermès: Arnault comenzó, de forma discreta, a comprar acciones de Hermès hasta que, en 2010, afloró más de un 17% del capital. Tras meses de enfrentamiento con Arnault, los herederos de Hermès mancomunaron sus acciones para blindarse contra posibles acercamientos hostiles, principalmente del dueño de LVMH.

 

Hoy en día, el mayor grupo del mundo del sector del lujo es un armazón en el que se incluyen 75 de las marcas más prestigiosas del sector, con ventas de 84.683 millones de euros  y un beneficio de 12.958 millones de euros en 2024. La empresa, sin embargo, atraviesa un momento complejo, con la industria del lujo internacional en plena redefinición por el pinchazo del consumo en China y por el impacto en las ventas en Europa de las subidas de precios realizadas en los últimos años. Tiffany, adquirida por 15.780 millones de dólares a finales de 2020, o Bulgari, comprada en 2021 por 4.300 millones de euros, son algunas de las últimas grandes operaciones lideradas por Arnault, que se planteó incluso comprar Financial Times en 2015, aunque descartó la operación, valorada en 844 millones de libras, por considerarla demasiado cara. Aunque influyente, el periodismo no es tan rentable como el lujo.