
2025, entre la ‘hip-tech’ y el ‘neo-vintage’
Mora, comisaria, periodista y consultora de moda hace una radiografía de las tendencias del sectro de la moda. “No es un secreto como la tecnología ha cambiado la manera de comprar, vender, comunicar o seducir, indica la experta”.


17 ene 2025 - 05:00
El de 2025 es un año en el ecuador de una década que se precipita velozmente hacia el 2030. La fecha en el que se va a testar hasta qué punto se ha respetado el compromiso de hacer real los objetivos sostenibles. Un pacto que pretendía ante todo preparar el terreno para que el siglo XXI sea un mejor tiempo tanto para el planeta como para todos los que habitan en él.
En plena revolución tecnológica, la digitalización, los algoritmos y el control de los data muestran las posibilidades de lo tecnológico tanto como solución como parte del problema. El mundo se debate entre el pasado vintage, craft, back to the roots y de tamaño humano y el futuro técnico, virtual y global algo que la moda refleja en fondo y forma. Con dos macrotendencias que lejos de ser contrarias se muestran como complementarias y alternativas a lo distópico.
Algo más que moda La moda como espejo de la sociedad que es, refleja sus miedos, sueños, valores, ideas, deseos… Los estilos abundantes en tejido, con transparencias y superposiciones que irrumpen con fuerza como tendencia estética del verano 2025, o el mismo over size que llegó hace varias temporadas para quedarse, al menos de momento, bien puede entenderse como la versión actualizada de la falda maxi que surge tras la Gran Depresión del pasado siglo, y que puso sobre la pista a los sociólogos de la moda de que en tiempos de crisis la moda, en lugar de contraerse, tiende al maximalismo, al exceso de tejido, al lujo y en su defecto y para los que no tienen acceso a él, a la copia.
“La idea creciente de alquilar en vez de comprar, alumbra la posibilidad de ser un modelo de negocio que produzca beneficios sin ser dañino al planeta”
Por otra parte, la moda en el tercer milenio se ha ido convirtiendo en un espacio donde la sociedad se encuentra, dialoga y expone sus ideas. Según el reciente estudio elaborado por Ipsos Digital para Shein en el presente año enfocado en España, un 77% de los consultados considera que la moda tiene el poder de cuestionar los estereotipos y un 95 % afirma que es una vía de expresión de la identidad.
El género, la inclusividad y la sostenibilidad son conceptos que atraviesan las pasarelas, no tanto como moda pasajera sino como ideas que forman parte del discurso contemporáneo. La moda del siglo XXI no se puede explicar sin ellas, ya que lejos de ser tendencias consumibles, se trata de valores transformadores de la realidad tal y como esta se ha concebido desde el siglo XV.
Una perspectiva postcolonial que saca del inmovilismo conceptual al género, el ideal de belleza o la idea de explotación del planeta como si este fuera propiedad de la especie humana. La señal clara de que la sociedad atraviesa un periodo de profunda transformación, tras el que esta será, dicen, distinta.
El hecho de estar en pleno proceso de cambio es lo que hace más enigmático su concreción en el futuro a corto plazo. Aún así un factor en el que coinciden expertos e informes de tendencias de moda es el papel relevante que cumple la tecnología. No es un secreto como esta ha cambiado la manera de comprar, vender, comunicar o seducir afectando a la aceleración del crecimiento de la industria de la moda, previsto en un 9,36% para 2027, según datos de Netguru, que vincula la cifra directamente al desarrollo tecnológico.
“Un factor en el que coinciden expertos e informes de tendencias de moda es el papel relevante que cumple la tecnología”
2025 entre la necesidad y el deseoLa sociedad se debate entre estos dos conceptos desde que la consciencia de cuanto repercute las decisiones que toma el individuo al comprar, consumir o adquirir un nuevo objeto, lejos de ser un acto inocente puede afectar enormemente a la felicidad o no de terceros y al delicado estado de salud del planeta.
El tercer milenio viene acompañado intrínsecamente de este nuevo estado, de una concepción ética que acompaña a la sociedad de consumo como un importante agente de cambio para las tendencias de los gustos y costumbres del comprador.
Lo que plantea un tiempo de paradojas en la que el consumidor es consciente de la importancia de sus decisiones a la vez que carga con el peso de las mismas, mientras que el sistema lucha por atraer su atención, en parte gracias a una tecnología cada vez más sofisticada que si bien por un lado es capaz de revelar la historia de la prenda o del objeto de deseo y su trazabilidad gracias al pasaporte digital también estudia como fidelizar, facilitar e incentivar la compra, gracias a los algoritmos y los datas que permiten dar en la diana de los gustos y necesidades de cada individuo.
Por otra parte la Realidad Aumentada, RV y los chatbots de AI, la virtual try-on ofrecerán experiencias de compra cada vez más personalizadas facilitando el consumo.Así pues, el mapa de lo que es y lo que debería ser muestra todavía una inmensa asimetría. En un informe del Bussiness Research Company sobre el fast fashion de 2024 muestra el buen estado de salud de la industria de la moda rápida que prevé una cifra de 197.050 millones de dólares en 2028, con un crecimiento anual del 8,5% desde 2024.
“La buena noticia es el claro aumento del modelo de negocio basado en la segunda vida de las cosas”
La buena noticia es el claro aumento del modelo de negocio basado en la segunda vida de las cosas. Fuentes como Netguru revelan que “se prevé que la moda de segunda mano representará el 8% de todos los ingresos por prendas de vestir en 2025, frente al 6% actual”.
Un mercado, el de la reventa de moda, que habrá experimentado un crecimiento del 127% en 2026 y se expandirá tres veces más rápido que el sector minorista de la moda en general, según datos de ThredUp. Una tendencia a la que se le augura una larga vida, anclada en tres solidos puntos de apoyo: como el auge del estilo de los 70s cercano a lo craft, los 90s tanto del grunge como del minimalismo y de los 2000 como tendencias estéticas estrella del 2025.
El aumento de los espacios dedicados a la compra vintage como Disruptive Berlín, la compra de Vestiaire Colective por parte del grupo Kering, el crecimiento de plataformas como Depop en occidente y Xianyu y Zhuanzhuan en China. Y una mirada hacia la sostenibilidad como fuente de inspiración en la moda y la creación de los nuevos objetos de deseo. Cuyo buen ejemplo es el upcycing, del que ha mostrado su posibilidad firmas por ser claros casos de éxito como Marine Serré, Bode y Telfar Clemens, entre otros.
“Tal como lo revelan la mayor parte de los estudios de tendencias en el consumo, lo idóneo seria evitar los 92 millones de toneladas de residuos textiles por año”
En un mundo ideal, y tal como lo revelan la mayor parte de los estudios de tendencias en el consumo, lo idóneo seria evitar los 92 millones de toneladas de residuos textiles por año que revela el informe Pulse of the Fashion Industry, elaborado por la Global Fashion en 2023. La idea creciente de alquilar en vez de comprar, alumbra la posibilidad de ser un modelo de negocio que produzca beneficios sin ser dañino al planeta.
El éxito de proyectos como Rent the Runway e InstantLuxe se construye sobre la idea por ejemplo de poder lucir un 2:55 de Chanel por 29 dólares al día, sin necesidad de comprarlo. Dato que revela el estudio sobre el lujo de Statista de 2023, citando también plataformas como Dressing Avenue y Les Cachotières especializada en alquiler entre particulares, L'Habibliothèque dirigida a los jóvenes, Sac de Luxe enfocada en el cuero y 1 Robe pour 1 Soir dedicada a la ropa para eventos como casos de éxito.
Según Première Vision, y yendo un poco más allá de 2025, el año 2026 se escribirá con la R de Refresh, Reset, Restore, todo un mantra para evitar producir a la vez que se consume lo que ya existe. De cumplirse el vaticinio todo apunta a que el concepto circular en moda ha llegado para quedarse.
Charo Mora, comisaria, periodista y consultora de moda