Opinión

La otra nueva Ruta de la Seda

Javier Fernández Poyo

9 nov 2022

mundo globo globalizacion 980

 

 

Amanece en la India. En la ciudad sagrada de Benarés son las 6:00 de la mañana y los locales se disponen a hacer sus abluciones matutinas en el Ganges: purifican sus espíritus y limpian su karma, comenzando el nuevo día ante la diosa del río, Ganga. 

 

Desde la prudente distancia, observo con cierto asombro aún en las retinas - quizás demasiado para los ojos de un occidental - tras asistir a los rituales crematorios y acompañar a las familias a la esperada marcha del alma de su allegado hacia el Moksha y así poder liberarse del ciclo de las reencarnaciones y alcanzar la absolución final. 

 

Todo esto me hace pensar precisamente en los ciclos de la vida, y es que la circularidad es un concepto también muy presente en nuestros días. Como mi buen amigo Chema afirma, al final todos, da igual de dónde vengamos, buscamos lo mismo en nuestra existencia: sobrevivir y luchar por nuestra familia. ¿Y no es cierto que también una organización, al fin y al cabo, lucha por lo mismo? 

 

Es precisamente cuando esta lucha trasciende fronteras es cuando somos capaces de entendernos y sacar provecho, creando capacidades e infraestructuras como en su día fue la de la Ruta de la Seda. Una ruta que más allá de lo comercial, urdió un plan hacia el progreso, la cooperación y la transferencia de conocimientos, donde las mentes más brillantes fueron capaces de poner la ciencia al servicio de la corporación e innovar. La Ruta de la Seda tenía vías terrestres y marítimas y pasaba por diferentes países con su origen en Asia, atravesando China, Singapur, Persia, Arabia, Siria, Turquía, Europa, África… 

 

Los resultados de esta nueva ruta comercial fueron muchos y variados: conocimientos medicinales, alimentos y nuevas formas de trabajarlos, herramientas, joyas, técnicas de impresión mecánica - que más tarde inspirarían la imprenta de Gutenberg -, la pólvora, la brújula y, por supuesto, una nueva dimensión del comercio, entre ellos el textil con la seda o la pashmina de cachemira. La ruta trajo a Europa el tejido tan preciado por las altas esferas occidentales y los asombros de cómo durante cientos de años se había trabajado tradicionalmente creando sofisticados telares, con patrones y diseños de otro mundo y bajo procesos que nunca se habían visto en Occidente. 

 

 

 

 

La Ruta de la Seda fue una apertura, una brecha ante ciertos paradigmas y un acto de globalización y liberalización del comercio como en su momento lo sería también con las Américas. Asia nos abría las puertas de un mundo de colores, tejidos y fantasías que no habíamos soñado antes. Pero la ruta era bidireccional, y es que también Occidente abrió sus murallas al intercambio de conocimientos y otorgó a Oriente el acceso a alimentos como la miel y la vid, los caballos, pieles de animales, mantas y alfombras de lana entre otras cosas. 

 

Hoy, cientos de años después, los paradigmas actuales se quiebran de nuevo. Sabemos que China ya es el motor científico global (superando a EE.UU. según un último estudio del Ministerio de Ciencia de Japón, midiéndose a partir del número de publicaciones científicas, entre otros factores) y también conocemos ya que Asia aportará a nivel mundial más de la mitad de los llamados STEM (acrónimo inglés que sirve para designar las disciplinas académicas science, technology, engineering y mathematics) y de las patentes y publicaciones científicas de aquí a 2030. China será el país a la cabeza, seguido de otros países satélite con ciudades en donde se instalan hubs tecnológicos de alta relevancia: Seúl, Shangai, Bangalore, Taipei, Dubai… 

 

Por lo tanto, podemos hablar ya de esta Nueva Ruta de la Seda que sale de China y atraviesa tres continentes: cruza el Mediterráneo a través de su paso por Israel, surca los Urales hasta llegar a las llanuras centroeuropeas, deja también su poso en Berlín, países nórdicos, París, Amsterdam y Londres, y llega a la Península Ibérica parando en Lisboa, Barcelona y Madrid, entre otras ciudades, y haciéndonos eco de cómo la tecnología y la innovación diseñan un nuevo terreno en el retail, de cómo grandes grupos textiles asiáticos comienzan su aventura europea o de cómo startups y talento made in Asia vienen ahora a establecerse en España. 

 

Por otro lado, y aún bajo la resaca de la pandemia y las turbulencias de la guerra en Ucrania, el tablero geopolítico nos deja una situación en la que shocks de oferta, roturas de la cadena de suministro, dependencia energética, crisis migratorias, etc., son conceptos cada vez más habituales en nuestro día a día. Todo esto ha provocado un déficit en nuestras relaciones comerciales como las conocíamos y tendrá que girar hacia aún no sabemos dónde. Hay propósitos todavía no muy claros de una Europa energética y tecnológicamente independiente: desde hace tiempo, y ahora más, se habla de las relocalizaciones industriales ante la pérdida de tejido industrial y excesiva servitización de nuestras economías ocurridas durante el pasado siglo. Europa se llena de intenciones hacia las amenazas que dibuja el horizonte y su pérdida de poder en el cuadro global. 

 

 

 

 

 

Ya solo queda ver cómo reaccionaremos ante estos cambios de paradigma: ¿nos replegaremos creando un proteccionismo voraz o, por el contrario, abriremos nuestros puertos a la espera de nuevas y variadas especias, pero a su vez protegiéndonos de la dependencia de recursos estratégicos? ¿Estaremos asistiendo quizás a los últimos alientos de la era globalizadora como la conocemos? ¿O posiblemente sea un recalibrado de la balanza internacional, en donde como si de un baño purificador en el Ganges se tratara, haya quien prefiera reencarnarse para comenzar otro nuevo ciclo y seguir explorando o haya quien prefiera alcanzar su absolución final? 

 

Para los que prefieran reencarnarse en esta nueva era global del comercio, Asia declara reinaugurada su otra nueva ruta de la seda, poniendo el conocimiento, la ciencia y la innovación al servicio de la industria global del retail para, de nuevo, asombrarnos y ofrecernos colores, fantasías y sueños que jamás antes habíamos llegado tan siquiera a soñar. 

 

Hasta hoy, lo único que sabemos y es real es que la vida sigue cumpliendo sus ciclos a orillas del Ganges, elevando el espíritu hacia el Moksha a quien busca su absolución final o, en lo terrenal, avivándolo ante las incertidumbres, porque la seda de ayer es el conocimiento del hoy, y el retail es la corriente del río que nunca dejará de correr.

Javier Fernández Poyo

Javier Fernández Poyo

Javier Fernández Poyo cuenta con una dilatada experiencia en el sector del retail de más de 15 años, habiéndose especializado en la gestión de la innovación y la tecnología. Fernández Poyo es licenciado en Administración y Dirección de Empresas por la Universidad Autónoma de Madrid, con un máster por Esade en Operaciones e Innovación. El directivo ha ocupado diferentes posiciones relevantes en Decathlon España y Alemania, en las áreas más operativas, donde comienzó a enfocar su trabajo hacia la innovación. En 2018 fue nombrado responsable de todo lo relacionado con innovación y tecnología en la compañía de moda Desigual, construyendo el área desde cero con un enfoque muy abierto y siendo el principal precursor de la aceleradora de startups, Awesome Lab. Actualmente realiza su labor como experto independiente de innovación y advisor de diferentes startups y corporaciones, así como dando clases y haciendo de speaker sobre la gobernanza de la innovación.