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Fenicios, reyes y políticas agrarias: historia del algodón en España

Aunque su cultivo se implementó hace siglos en España, no despuntó hasta entrado el siglo XVIII y ya en el siglo XX se convirtió en objeto de políticas agrarias con el objetivo de fomentar la producción. 

Fenicios, reyes y políticas agrarias: historia del algodón en España
Fenicios, reyes y políticas agrarias: historia del algodón en España
En la década de los años veinte, el campo de cultivo en España de algodón superó las 30.000 hectáreas.

C. Juárez

27 sep 2022 - 05:00

Se cultivó por primera vez en India y hoy es la segunda materia prima de la moda. En este nuevo Insight, patrocinado por Bcome, Modaes repasa los principales datos del oro blanco de la moda, el algodón, desde cuáles son los principales polos de producción en el mundo hasta su cultivo en España.  

 

 

Fenicios, reyes y políticas agrarias. Durante la historia, la industria del algodón en España ha estado más vinculada a la fabricación de tejidos que al cultivo, ya que esta es muy residual, y no comenzó a despuntar hasta finales de la Edad Moderna. Vivió su primer momento de esplendor en el siglo XVIII gracias a la revolución industrial y fue objeto de políticas agrarias ya entrado el siglo XX.

 

 

El mapa mundial del algodón: los mayores productores del mundo, en cifras

 

 

El Gossypium (algodón), la primera materia prima de la moda, empezó a cultivarse hace cerca de 7.000 años de la mano de la civilización del valle de Indo, que ocupaba entonces gran parte del noroeste de la actual India, incluyendo la actual Pakistán, y continúa siendo a día de hoy una de las principales regiones de producción.

 

En España, fueron los fenicios los encargados de traer este cultivo, aunque su adaptación a la tierra no se consiguió hasta principios de la era cristiana. La industria algodonera en España empezó a crecer durante la Edad Media y en el siglo XVIII, gracias a la política del recién llegado Felipe V, sumada a la posterior revolución industrial, tuvo su eclosión.

 

 

 

 

De la misma manera que en el resto de Europa, hasta mediados del siglo XVII España y sus territorios de ultramar importaba la mayor parte del algodón, sobre todo de Asia. Tras la llegada al trono de Felipe V tras la muerte sin herederos de su antecesor, Carlos II, las escasas restricciones a la importación de algodón con el objetivo de darle prioridad a las materias primas producidas en el imperio se hicieron más estrictas y se articularon en todos los territorios de la corona, lo que sentó las bases para el desarrollo de la industria algodonera durante los próximos años.

 

Barcelona era el principal destino del algodón que llegaba al país, ya que se había convertido en un importante centro manufacturero textil, debilitado debido a su alta dependencia al algodón importado. Ante las subidas de precios y las restricciones en el mercado internacional, los empresarios catalanes del textil fomentaron el cultivo del algodón en España para paliar las dificultades en el aprovisionamiento. Sin embargo, la iniciativa tuvo escasos resultados.

 

Lo que sí continuó desarrollándose fue la manufactura relacionada con el algodón en España. En 1771 se creó la Comisión de Fábricas de Hilados, Tejidos y Estampados de Algodón del Principado de Cataluña, lo que años después dio lugar a otras asociaciones.

 

La actual Asociación Industrial Textil del Algodón (Aitpa) es heredera del Servicio de Comercio Exterior de la Industria Textil Algodonera (Secea), una entidad puesta en marcha en 1954. Tras años de cambios y transformaciones, en julio de 1977 Aitpa se constituyó como asociación empresarial y aglutina hoy a 44 compañías de hilatura y tejeduría.

 

 

 

 

No fue hasta entrado el siglo XX cuando el cultivo del algodón comenzó a ganar terreno en España. En 1904, el Gobierno promulgó la ley de Osma con el objetivo de aumentar la cantidad y la calidad del algodón nacional, presionado por los gremios catalanes de manufactura.

 

En la década de los años veinte, el Ejecutivo tomó más medidas para proteger el cultivo nacional de algodón debido a que la industria catalana volvió a importar esta materia prima fuera de España y con el objetivo de que el algodón español ganara competitividad, además de que suponía una fuente importante de empleo.

Entre las medidas que se tomaron se encuentran la concesión de créditos, la oferta de semillas gratuitas importadas de Estados Unidos y la instalación de la primera industria desmotadora moderna. Entonces, el campo de cultivo de algodón superó las 30.000 hectáreas.

 

La desmotadora fue inventada en 1793 por E. Withney y promovió que el algodón se despepitara cerca de las fábricas de hilatura y no de las plantaciones. La primera industria desmotadora de España data de 1920 en Sevilla, y fue puesta en marcha por una empresa catalana. Poco después, se crearon otras fábricas en la misma región, en localidades como Las Cabezas de San Juan, Arahal y Écija, según el estudio El sector agroindustrial del algodón en España: cultivo, desmotación y Estado, publicado por Francisco Javier Fernández Roca, profesor de la Universidad Pablo Olavide.

 

 

 

 

Tras la Guerra Civil, el gobierno franquista continuó promoviendo el cultivo del algodón y durante los años de la autarquía se configuró un marco institucional intervencionista, que estuvo vigente hasta 1962 y mediante el que se fijaban los precios decretados por el Ministerio de Agricultura, se establecía el sistema de concesiones algodoneras y se regulaba el mercado.

 

Poco a poco, el cultivo del algodón fue ganando terreno en España y en los años cuarenta ya superaba las 60.000 hectáreas. Tras una serie de nuevas medidas favorables para impulsar el cultivo, el algodón alcanzó su cénit en 1962, cuando se llegó a 346.000 hectáreas.

 

Sin embargo, poco después y debido a factores como el declive de la agricultura tradicional español en favor del sector industrial (que supuso la salida del campo español de cerca de dos millones de activos y el encarecimiento de la mano de obra) y la apertura económica, que facilitó la importación de algodón, se produjo un rápido descenso de la superficie cultivada.

 

En 1966 se suprimió el Instituto para el Fomento de las Fibras Textiles, que hasta entonces regulaba los precios en España, y se sustituyó por el Fondo de Ordenación y Regulación de Producciones y Precios Agrarios y el Instituto Nacional de Investigaciones Agrarias, creándose el Departamento del Algodón. Con todo, los cambios que se introdujeron no fueron suficientes para revitalizar el sector.

 

 

 

 

Ante la situación, otro decreto de 1969 promovió ayudas al cultivo de esta materia prima y, en 1973, se firmó el Acuerdo Bases de Política Algodonera, que libraba a la fibra de algodón en el mercado nacional de los precios máximos y lo ligaba a las cotizaciones del mercado internacional. Por su parte, aunque el descenso del cultivo no había afectado demasiado a la industria desmotadora, en la década de los setenta entró finalmente en declive ya que la escasa producción de algodón no era suficiente para que las desmotadoras fueran rentables.

 

En 1979, con la incorporación de España a la Comunidad Europea en el punto de mira, se estableció el Plan Indicativo para la Expansión del Cultivo Algodonero, que tenía tres objetivos básicos: económico (producir fibra de algodón en condiciones de precios y calidad similares a otros países), social (frenar la tendencia decreciente del número de jornaleros), y agrícola (incrementar el cultivo hasta llegar a las 90.000 hectáreas). Cinco años después, al término del plan, no se habían cumplido ninguno de los objetivos debido también a una sequía continuada durante varios años.

 

Entre 1985 y 1989 se estableció otro plan quinquenal más realista. Los objetivos era desarrollar la superficie del cultivo algodonero de forma que permitiera una mayor racionalización del regadío y mantener los altos niveles de empleo, avanzar tecnológicamente y mantener un alto nivel de rendimiento y calidad de fibra. En cuanto a superficie, el objetivo era alcanzar las 100.000 hectáreas. Al término del plan, se alcanzaron las previsiones en cuanto a producción (hasta 352.000 toneladas) pero no el índice de mecanización propuesto, que llegó al 53% en lugar de al 70%.

 

 

 

 

Tras la firma del Tratado de Adhesión de España a la Unión Europea en 1986, se mantuvo el régimen vigente hasta entonces en cuanto al algodón, aunque se pasó a contabilizar el algodón español junto al griego, el único país de la región donde también se produce esta materia prima, y se introdujeron ayudas al sector.

 

Desde 1981 la política europea para el algodón se ha reformulado en varias ocasiones, siendo la última en 2006. Actualmente, la Unión Europea concede una subvención específica al cultivo del algodón, limitado a una superficie básica determinada por país. Para poder optar a ese pago, los agricultores deben cultivar algodón solamente en las tierras autorizadas por el país, utilizando variedades autorizadas de semillas, y el algodón cosechado debe cumplir unos requisitos mínimos de calidad. La finalidad de esta subvención específica es “evitar cualquier riesgo de perturbación de la producción en las regiones productoras de algodón”.

 

En 2009, Bruselas puso en marcha un programa de reestructuración con el objetivo de mejorar la viabilidad económica del sector del algodón en Europa, lo que provocó una profunda transformación y supuso el desmantelamiento de las instalaciones de desmotado, lo que provocó que en España quedaran únicamente ocho empresas.

 

Actualmente, el algodón en Europa se cultiva en únicamente 320.000 hectáreas de superficie, siendo Grecia el principal productor, con el 80% de la superficie. Entre España y Grecia se produce únicamente cerca del 2% de la producción mundial de algodón, unas 340.000 toneladas.