Empresa

Marie Claire y las mil y una vidas de las medias españolas

Marie Claire es una de las decanas de la industria española de la moda. La empresa, que dio sus primeros pasos de la mano de Francisca Íñigo, pasó a manos en 2021 del dueño de la compañía de logística Think Textil.

Marie Claire es una de las decanas de la industria española de la moda.

C. Juárez

27 ene 2023 - 05:00

Marie Claire es una de las decanas de la industria española de la moda y nació del ímpetu de una mujer, Francisca Íñigo, y su afán de supervivencia. Su marido, Celestino Aznar, era tratante de mulas y yeguas, recorriendo España con sus animales, mientras que Francisca se quedaba sola en casa. Entonces, se puso a coser y acabó abriendo en el número 12 de la calle Alcalá, en Villafranca del Cid (Castellón) una fábrica de medias, que su marido se dedicaba a vender durante sus viajes. En la primera fábrica, bajo el nombre Lencería Eugenia de Montijo, la empresa empleaba a cuatro hombres, diez mujeres y once niños, entre los que se incluían los propios hijos de la empresaria. 

 

 

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Gracias a las idas y venidas de Aznar, que asumió la comercialización del producto, la empresa comenzó a expandirse. Cataluña se encontraba entonces en plena expansión textil, y allí el empresario compró nuevas maquinarias y el llamado punto inglés, que usaba la seda para la producción de medias.

 

Al incorporar esta maquinaria, Íñigo tuvo que trasladar la fábrica fuera del pueblo y continuó creciendo, haciendo que Aznar dejara el negocio de las caballerías y vendiera sus mulas y yeguas al ejército francés, a punto de embarcarse en la Primera Guerra Mundial.

 

El empresario destinó la venta del capital a la adquisición de maquinaria más moderna, lo que también permitió introducir nuevos materiales como la seda sintética o el rayón. Pero entonces, cuando la segunda generación ya se encontraba al frente, vino la Guerra Civil y la producción se paralizó.

 

 

 

 

En los años cincuenta, con la tercera generación, se contrató a un técnico catalán, Francisco Senar (que luego sería accionista), para impulsar la compañía, que incorporó el nylon y cambió de nombre a Marie Claire, además de diversificar con la producción de prendas de íntimo para hombre. Nacieron entonces los hermanos pequeños de la marca, como Calcetines Kler, Onne y Cherie y la empresa trasladó parte de la producción a Castellón con una nueva fábrica, que abrió en 1982 y que contaba con 57.000 metros cuadrados de superficie dedicados a la producción textil, convirtiéndose en la segunda mayor fábrica de medias de Europa.

 

El márketing fue uno de los motores de la empresa, que vivió su etapa de esplendor en los años ochenta y noventa del siglo XX. Marie Claire fue una de las compañías pioneras en apostar por la publicidad en televisión, cuando todavía había sólo un canal, e inundó las páginas de las revistas con su popular eslogan Un panty para cada mujer.

 

También fue entonces cuando la empresa dio sus primeros pasos fuera de España. En la década de los ochenta llegó el primer cambio de manos, con la venta del grupo a la compañía británica Harston. El nieto del fundador de la empresa, también llamado Celestino Aznar, continuó en la dirección de Marie Claire.

 

 

 

 

Seis años después, la empresa volvió a manos de la familia, que adquirió el 33%, en una operación respaldada por tres sociedades de capital riesgo. Espiga se hizo con el 16,8% de la empresa, mientras que Bridgepoint y Dinamia compraron un 25,06% cada una.

 

Las diferencias entre los socios llevaron a la familia Aznar a abandonar el consejo de administración de Marie Claire en 2005. La compañía, que llegó a facturar más de ochenta millones de euros antes de la crisis financiera, inició la segunda década del siglo XXI en la cuerda floja.

 

En 2009, el grupo obtuvo un aval público de dos millones de euros de la Generalitat valenciana y de la Diputación de Castellón con el objetivo de evitar la suspensión de pagos.  La ayuda pública permitiría a la empresa completar un crédito participativo de 9,5 millones y obtener una liquidez para las necesidades de capital circulante y mantener así su actividad. La medida se inscribió en un plan global que incluía el aplazamiento de las obligaciones con Hacienda y la Seguridad Social y un acuerdo con proveedores y trabajadores para retrasar los pagos. Pero finalmente, el grupo logró las garantías necesarias para acceder a un crédito bancario, por lo que no hizo uso del aval público, y acometió una reestructuración, que incluyó un expediente de regulación de empleo (ERE) para despedir a 225 trabajadores de sus centros de Castellón y Villafranca.

 

 

 

 

Marie Claire siguió entonces adelante, controlada por la sociedad Benacantil Inversiones. En 2013 puso en marcha un plan de expansión con retail a través de franquicias, y en 2014 redujo capital en 7,6 millones de euros con la finalidad de restablecer el equilibrio patrimonial como consecuencia de las pérdidas sufridas.

 

Tras unos años de sosiego, Marie Claire volvió a cambiar de manos en 2021, cuando selló su venta a A2D, dueños de la empresa logística Think Textil, que realizaron la operación de la mano de la Generalitat Valenciana a través del Fondo Valenciano de Resiliencia, que aportó 9,5 millones de euros de la administración. La financiación es parte de la Línea Fininval, de apoyo a empresas estratégicas afectadas por el Covid-19. La compra se realizó a través de la sociedad A2D Business Retail, controlado por los empresarios Álvaro Bordils y David Lasheras.

 

Entonces, los nuevos dueños pusieron en marcha un nuevo plan de viabilidad, que pasaba por “medidas de optimización de recursos productivos, reducción de costes de fabricación y de recursos energéticos, mejoras en la cadena de suministro y rejuvenecimiento de la estrategia de la marca”.

 

En septiembre de 2021, en el marco de este plan, Marie Claire estrenó una nueva imagen que une “lo vintage con lo moderno” y amplió su oferta para llegar a nuevos públicos, mediante colaboraciones con empresas como Singularu. En abril de 2022 dio otro paso con el fichaje de un nuevo director general, Vicente Ibarra. El último paso que dio la compañía fue en octubre: después de trasladar su fábrica y recortar su plantilla un 40%, Marie Claire redujo capital en cuatro millones de euros para reestablecer su equilibrio patrimonial y evitar la causa de disolución. Los planes de Marie Claire pasaban por cerrar 2022 con una facturación de diecinueve millones de euros y alcanzar el break even.