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Simon JH Kim (Clo): “Hay que pasar de entregar papeles a los proveedores a colaborar”

El ejecutivo lidera una compañía especializada en software de diseño en tres dimensiones para marcas y proveedores, que trabaja con compañías españolas como Mango. Kim confía en que será mainstream, aunque en la moda falta prueba-error.

Simon JH Kim (Clo): “Hay que pasar de entregar papeles a los proveedores a colaborar”
Simon JH Kim (Clo): “Hay que pasar de entregar papeles a los proveedores a colaborar”
Simon JH Kim reflexiona sobre el futuro del uso de las tres dimensiones en el sector de la moda, y de qué cree que depende la velocidad para innovar.

Iria P. Gestal

6 oct 2022 - 05:00

Cuando trabajaba en capital riesgo, Simon JH Kim intentó en cuatro ocasiones buscar inversión para Clo. Al final terminó incorporándose a la empresa como consejero delegado. La compañía, de origen coreano y con diez oficinas en todo el mundo, ha desarrollado un software de diseño en 3D con el que promete acabar con los muestrarios. En España, uno de sus principales clientes es Mango, con quien comenzó a trabajar hace ya cuatro años en el proyecto con el objetivo de optimizar el proceso de desarrollo de producto. Mango se suma así a una larga lista de marcas como Adidas, Hugo Boss, Desigual o Levi’s, además de empresas de otros sectores como Weta, el estudio de animación encargado de la película Avatar. Desde la sede de la empresa española en Palau Solità i Plegamans (Barcelona), Kim reflexiona sobre el futuro del uso de las tres dimensiones en el sector de la moda, y de qué cree que depende la velocidad para innovar.

 

 

Pregunta: ¿Qué falla hoy en el proceso de diseño en las empresas de moda?

 

Respuesta: Actualmente, los diseñadores hacen un boceto y lo envían junto con el Tech Pack al proveedor. El proveedor que lo recibe obtiene algo que no es muy preciso, así que tiene que hacer varias muestras hasta que da con la idea correcta. No es su culpa, es un problema de comunicación. A veces, los proveedores realizan muestras sólo para demostrar que el diseñador estaba equivocado. Pero no hay otra forma de colaborar que no sea esta, enviando mercancía de un lado para el otro, y además con tiempos muy ajustados. El 48% de todos los Tech Packs se interpretan mal y el 37% de las prendas nunca llegan al cliente final, así que no es un proceso eficiente. El 3D es un nuevo lenguaje que pueden compartir patronistas, diseñadores, proveedores… Y que permite una colaboración en tiempo real sin estar enviando ropa alrededor del mundo.

 

 

P.: La tecnología 3D está disponible desde hace tiempo, ¿por qué aún no es mainstream en el sector?

 

R.: Sólo hace falta tiempo. Las empresas llevan mucho tiempo haciendo las cosas de una manera determinada y cambiar eso lleva tiempo. Además, tenían unas percepciones negativas sobre el 3D, como que era difícil o poco preciso. Pero en 2017, coincidiendo con cuando se hablaba tanto del apocalipsis del retail, parece que hubo un alineamiento en la mentalidad del sector, de que había que implementar tecnología para no morir.

 

 

P.: Pero comparado con otras industrias ha ido más lento.

 

R.: A la moda le ha faltado mentalidad de prueba-error, pero cuando se abre a algo, el crecimiento es exponencial.

 

 

P.: La cadena de valor de la moda es global y está fragmentada. ¿Es una barrera?

 

R.: Es bueno para la industria. Porque las marcas, los proveedores, los patronistas… Todos tienen conocimientos distintos y juntarlos es positivo. Incluso dentro de las propias compañías, es bueno colaborar, en lugar de simplemente pasar de un lado a otro hojas de pedidos.

 

 

 

 

P.: La moda también es un sector de pymes. ¿Eso frena la innovación?

 

R.: No depende de si eres grande o pequeño, ni de si cotizas o no, sino de cuán consciente eres de los problemas en la cadena de valor. Tenemos un cliente que es una empresa familiar histórica en Alemania y trabaja con una fábrica en Bulgaria que está muy cerca, por lo que todo el mundo es consciente de lo lento que era y de la cantidad de muestras que se tiran. Ellos lo implementaron mucho antes que otras empresas más jóvenes. Algunas grandes marcas en Estados Unidos sólo diseñan, lo envían a China o India y se olvidan, así que a veces no son conscientes de la cantidad de problemas que hay por el camino. Si entiendes esos problemas, sabes la utilidad del 3D. Claro que no es algo que te haga pasar de cero a cien, pero sólo cambiar los dibujos en dos dimensiones a tres dimensiones ya mejora la precisión.

 

 

P.: El Covid-19 hizo que todo el sector fuera consciente de los problemas en la cadena de suministro. ¿Fue una oportunidad?

 

R.: Leía el otro día a alguien decir: ¿quién lideró la digitalización en tu empresa, tu director financiero, tu director de tecnología o el Covid? La respuesta siempre es el Covid. Por un lado, fue una oportunidad, pero al mismo tiempo también hizo que muchas compañías redujeran su inversión.

 

 

P.: Si este tipo de tecnologías se vuelven la norma, ¿cambiará el rol del diseñador?

 

R.: No, lo empodera. Si eres bueno en lo que haces, con el 3D se ve más. Si eres malo, también. Lo que hace es el proceso más transparente. Pero no tendrá impacto en el empleo. De la misma forma que con 3D puedes construir una casa para tus hijos en el jardín, pero no la torre Eiffel, en la moda necesitas expertise.

 

 

P.: Una de las aplicaciones es en ecommerce, pero ahí está aún más lejos de ser popular. ¿Qué falta?

 

R.: Nosotros aún estamos en fase de prueba. Muchas compañías tratan de solucionarlo con tecnología vinculada a la imagen, pero es una distorsión. La fotografía te muestra cómo se ve una prenda, pero no cómo te sienta.

 

 

 

 

P.: ¿Pero una réplica realista es compatible con lo aspiracional que es la moda?

 

R.: Es un desafío, una barrera que tenemos que superar. Tiene que ser lo más real posible, pero también lo más bonito posible. En cualquier caso, todo empieza por el diseño. En el futuro, llegará, y no se trata sólo de reducir las devoluciones, sino de conocer al consumidor, porque la forma de tu cuerpo es única y, hasta ahora, el sector de la moda lo ha estandarizado.

 

 

P.: ¿Cómo se encuentra España en términos de innovación, comparado con otros países?

 

R.: No hay diferencia entre países, aunque Europa en general ha recibido mejor esta tecnología. En parte, porque en Europa es más común hacer tu propio muestrario. Respecto a otras industrias, la moda es un sector innovador que quiere moverse rápido, pero veía difícil hacer este tipo de cambios porque afecta a toda la cadena.

 

 

P.: Están en plena expansión, ¿contemplan una ronda?

 

R.: Sólo hemos tenido dos en trece años, de seis millones de dólares en total, y desde 2016 somos rentables. Como inversor de capital riesgo, no podía entender la manera de hacer las cosas en Silicon Valley. Levantar mucho dinero, gastarlo todo, y seguir esa dinámica en bucle hasta que los fundadores tienen el 3%. Te vuelves un esclavo de la inversión y es muy difícil perseguir las visiones a largo plazo.