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China, punto de inflexión

Sheng Lu: “Nos guste o no, ahora es improbable el aprovisionamiento de moda sin China”

El profesor de la Universidad de Delaware, experto en aprovisionamiento y en comercio mundial de ropa, defiende que la única forma de reducir la dependencia de China es la circularidad.

Sheng Lu: “Nos guste o no, ahora es improbable el aprovisionamiento de moda sin China”
Sheng Lu: “Nos guste o no, ahora es improbable el aprovisionamiento de moda sin China”
Sheng Lu es experto en comercio de moda y profesor de la Universidad de Delaware.

Iria P. Gestal

14 oct 2022 - 05:00

Mientras la política de Covid Cero y la crisis inmobiliaria ponen en jaque el modelo agotado de la economía china, el Partido Comunista Chino celebra un nuevo congreso que ha de apuntalar otro mandato de Xi Jinping, una decisión histórica que le hará encadenar tres mandatos.

 

 

Una moda sin ‘made in China’, el sueño imposible que redefine el aprovisionamiento

 

 

Hace un año, Sheng Lu situaba ya Taiwán como el mayor riesgo al que se enfrentaba el aprovisionamiento de moda. Hoy dice que es un evento “poco probable, pero de alto impacto”, para el que las empresas deben estar ya preparadas. “No hace daño a nadie hacer un test de estrés”, resume el experto en comercio de moda y profesor de la Universidad de Delaware. Lu apunta que hoy en día, un sourcing sin China es difícil de imaginar, pero propone una solución: un made in China sólo para China y otra cadena de valor regional, con materias primas recicladas procedentes de los mercados de consumo.

 

 

Pregunta: Las marcas han reducido su exposición a China notablemente en los últimos años. ¿Cuál ha sido el punto de inflexión?

 

Respuesta: Estas decisiones deben interpretarse en el contexto de una estrategia de diversificación del aprovisionamiento. No se trata de reducir el aprovisionamiento de China, sino que el entorno es incierto y hay que tomar decisiones: disrupciones en la supply chain, la guerra en Rusia, la geopolítica… Como China es el mayor país para el aprovisionamiento, reducir su exposición al país es una consecuencia muy natural de este proceso.

 

 

P.: ¿No hay una preocupación específica por el país?

 

R.: Definitivamente, especialmente para Estados Unidos. El Uyghur Forced Labor Prevention Act, que firmó el presidente Biden el año pasado, es un asunto importante. En 2017, el 30% de la ropa de algodón que importaba Estados Unidos venía de China. Este año, hasta agosto, es menos de la mitad. El otro día hablaba con una empresa para la que China ya supone menos del 1% de sus importaciones.

 

 

P.: ¿Es posible que el sector en su conjunto llegue a ese punto?

 

R.: Nos guste o no, ahora mismo es improbable librarse de China en la cadena de suministro, porque tiene un peso importante en las exportaciones totales de tejidos y materia prima de la que dependen también Vietnam, Bangladesh, Camboya…

 

 

 

 

P.: ¿La estrategia de China Plus One ya no es suficiente?

 

R.: China Plus One no consiste en aprovisionarse en dos países, sino en reducir el riesgo. Ahora, junto con la diversificación de países estamos viendo otra tendencia interesante: la reducción del número de proveedores con los que las marcas trabajan en cada mercado. Suena contradictorio, pero refleja que las compañías están reforzando sus relaciones con proveedores clave, lo que llamamos superproveedores, que tienen presencia en varios países y están integrados verticalmente.

 

 

P.: Algunos políticos han dicho que la guerra en Rusia ha sido el “despertar geopolítico” de Europa. ¿Ha ocurrido lo mismo en la moda?

 

R.: Claro. La moda es un sector global porque produce en cualquier sitio en el mundo y vende en cualquier sitio en el mundo, y muchas marcas son globales. Pero muchas se vieron obligadas a dejar Rusia, y eso fue consecuencia de la geopolítica. Lo mismo puede aplicar a China: era un país que se veía como un mercado de consumo muy atractivo, pero su política de Covid Cero ha planteado un dilema para muchas empresas del sector, y ya está afectando a su estrategia en el mercado. Lo mismo ocurre con los uigures: se forzó a las compañías a hacer una declaración apoyándolo, pero ahora tienen que acatar una ley que les prohíbe importar de Xinjiang. Lo que yo veo es un aprovisionamiento de China para China, y diseñar el resto de la cadena de valor para el resto de mercados. La moda será global, porque operará en muchos países, pero la naturaleza de esa globalización está cambiando sutilmente.

 

 

 

 

P.: ¿El sector ha sido ingenuo hasta ahora, ignorando este tipo de riesgos?

 

R.: No. La moda le da una gran importancia a lo que ocurre en el mundo, la geopolítica es algo de lo que se habla en los consejos de administración. Pero al mismo tiempo, son empresas de moda, no quieren y no pueden meterse en la política internacional. El entorno ideal para los negocios es la paz mundial, sin límites al comercio, pero desafortunadamente en estos tiempos hay demasiadas preocupaciones como para ignorarlas.

 

 

P.: ¿Hay que ser más prudente a la hora de definir el aprovisionamiento?

 

R.: Claro. Acabo de volver de un encuentro de la Organización Mundial del Comercio y se habló mucho del friendshoring. Los países quieren comerciar con países a los que ven como amigos. Este fenómeno es un resultado de los asuntos internacionales actuales, porque una nueva guerra fría tendría implicaciones a largo plazo para la industria de la moda. Esta situación requiere imaginación, preguntarse “¿estoy preparado para lo peor?”. Las compañías de moda ya notan la tensión, así que hay que definir la cadena de una forma muy difícil.

 

 

P.: ¿Un aprovisionamiento sin China es un aprovisionamiento más caro?

 

R.: Depende cómo se mire. La parte más desafiante es la materia prima. Pero si pensamos de forma innovadora, hay una oportunidad con los materiales reciclados. China no es el mayor proveedor de este tipo de materiales, porque proceden de residuos que se generan en Europa y Estados Unidos. Además, tiene sentido económico, porque normalmente este tipo de productos permiten cobrar un sobreprecio por ellos.

 

 

P.: ¿Es una oportunidad para otros polos?

 

R.: Sí, hay que pensar de otra manera la cadena de valor. Países como Marruecos o Túnez, que ahora juegan un rol pequeño en materias primas, pueden tenerlo si apuestan por la economía circular.  

 

 

P.: ¿Se imagina entonces una cadena de valor sin China?

 

R.: Hay mucho que trabajar para que eso sea realidad, y aún así es un gran interrogante, porque hay muchos factores: pese a las preocupaciones de Estados Unidos sobre China, en Asia Pacífico continúa siendo un actor muy popular. Vietnam o Bangladesh tienen mucha inversión china y quieren seguir abriéndose al país.

 

 

P.: ¿Es Taiwán hoy el mayor riesgo para la moda?

 

R.: Es un riesgo de bajas posibilidades, pero alto impacto. No se puede descartar la posibilidad, y las empresas deberían pensar en ello: cómo será su cadena de valor si eso ocurre. No está de más hace run test de estrés, porque la geopolítica no es algo que la industria pueda ni querrá ignorar.