Back Stage

Pablo Sánchez (BCorp): “Estamos pervirtiendo el uso del término sostenibilidad”

El director general de B Lab en España, una organización impulsada por BCorp para fomentar un cambio hacia la sostenibilidad, reconoce que por “el apetito de tener ese elemento diferenciador, muchas empresas se han sobrepasado en sus comunicaciones”.

Pablo Sánchez (BCorp): “Estamos pervirtiendo el uso del término sostenibilidad”
Pablo Sánchez (BCorp): “Estamos pervirtiendo el uso del término sostenibilidad”
Pablo Sánchez es director general de B Lab en España, una organización impulsada por BCorp para fomentar un cambio hacia la sostenibilidad.

C. Juárez

17 nov 2022 - 05:00

Acusaciones de greenwashing a empresas de moda y certificaciones bajo sospecha. La sostenibilidad en la industria de la moda ha estado bajo lupa durante los últimos meses y según Pablo Sánchez, director general de B Lab en España, una organización impulsada por BCorp para fomentar un cambio hacia la sostenibilidad, esto se debe a que “estamos pervirtiendo el uso del término sostenibilidad”. El experto considera que debido “al apetito de tener ese elemento diferenciador, muchas empresas se han sobrepasado en sus comunicaciones”, y reconoce que algunas certificaciones deberían repensarse porque han quedado obsoletas. Para Sánchez, el cambio vendrá de la mano no sólo de la Administración con la introducción de nuevas regulaciones, sino también del propio sector, que debe ser consciente de que “el crecimiento que ha tenido hasta ahora no va a volver”.

 

 

Pregunta: H&M, Asos… La moda se ha enfrentado en los últimos meses a acusaciones de greenwashing. ¿Qué se ha hecho mal?

 

Respuesta: Lo que está sucediendo es que estamos pervirtiendo el uso del término sostenibilidad. Cuando una empresa lo utiliza, lo hace en el marco de una prenda, una colección o un producto, pero tenemos que empezar a hablar del conjunto de la compañía para evitar la desinformación. La directiva de la Unión Europea sobre información corporativa en materia de sostenibilidad es un avance para proteger a los ciudadanos y que confíen en las empresas, ya que hasta ahora muchas desarrollan sus propios estándares. Hay que saber distinguir el grano de la paja.

 

 

P.: ¿Hablar de sostenibilidad hoy es más un riesgo que una ventaja?

 

R.: Hoy en día la sostenibilidad se debe entender de forma íntegra y holística para el conjunto de la compañía y debe ser una palanca que incluya todos los vectores. Pero por el apetito de tener ese elemento diferenciador, alguna marcas se han sobrepasado en sus comunicaciones. Sin embargo, también han respondido de manera positiva y reconociendo que esa información no era certera. En general, hay una voluntad positiva por parte de las empresas para avanzar en sostenibilidad, no me gusta criminalizar a la empresa, porque se han cometido errores, pero también se han tomado medidas.

 

 

 P.: El índice Higg también está bajo sospecha. ¿Están en duda las certificaciones?

 

R.: Depende. Es verdad que hay cuatrocientas en toda Europa, y dentro de ese espectro hay diferentes tipologías. Pero es cierto que algunas se tienen que reformar y actualizar los mecanismos, que en algunos casos se han quedado obsoletos, y marcar una señal sobre cómo las empresas están haciendo una transformación hacia la sostenibilidad.

 

 

 

 

P.: ¿Son fiables? ¿Deberían repensarse?

 

R.: Lo que hacen las certificaciones, en definitiva, es informar sobre un determinado estándar que una empresa cumple y ha sido certificado. Lo que habría que plantearse, más que si son fiables, es si son necesarias tantas. Si el mercado lo demanda, deberían estar, pero lo que hay que intentar es buscar un vertical que examine a toda la empresa.

 

 

 P.: ¿Se confunde al consumidor?

 

R.: Algunas certificaciones no informan sobre toda la compañía, sino sobre sólo un elemento, por lo que el consumidor no tiene una visión global. Necesitamos informar de forma más sencilla y más completa.

 

 

P.: ¿Quién debería adaptarse antes a la sostenibilidad, las marcas o los productores?

 

R.: La industria se lo va a encontrar, porque la regulación ha avanzado. Ya está en discusión la directiva europea sobre diligencia debida y va a hacer responsable a las empresas sobre su cadena de valor y van a tener que verificar su suministro. Esto supone obligar a las compañías a tener sistemas de verificación y control, que es el primer paso.

 

 

P.: ¿Hace falta más colaboración entre empresas e industria?

 

R.: Totalmente. La regulación marca un mínimo, y lo ideal es que las empresas vayan más allá, y eso lo tienen que hacer de a mano de la industria. Ya hay iniciativas de coalición para mejorar los estándares sostenibles en diferentes ámbitos y lograr tener el mejor impacto posible. Esas coaliciones son más positivas si la conforman empresas de diferentes ámbitos.

 

 

 

 

P.: ¿Qué más se necesita para avanzar?

 

R.: Todos deberían operar con las mismas normas de juego. Si se ponen en marcha todas las iniciativas que se están desarrollando supondría un cambio de paradigma dentro del sector privado. Yo soy partidario de que la regulación abarque lo mínimo y los consumidores exijan a las empresas el resto.

 

 

P.: ¿La Administración tendría que funcionar también como mecanismo de control y no solo de regulación?

 

R.: Ya lo son de alguna manera, determinando si la información es viable o no. La Administración, como servidor público, debería servir al bien común, dar respuestas y ser ejemplares, pero hay elementos suficientes como para decir que todavía hay mucho margen de mejora. La Administración tiene su rol, pero la empresa privada puede liderar el proceso de cambio porque también tiene muchos beneficios para ellos.

 

 

P.: ¿La moda puede crecer y ser sostenible?

 

R.: Seguramente hay algunos elementos que se deberían replantear. La moda es el segundo sector más contaminante del planeta, y su modelo de consumo también tiene efectos perjudiciales para el medio ambiente. Las que lo están haciendo bien ya están empezando a hablar de durabilidad, calidad o recuperación de materiales, pero se necesita un gran cambio y replantear toda la cadena de valor. Hay innovaciones que se pueden llevar a cabo para crecer y ser sostenible, pero está claro que el crecimiento que el sector ha tenido hasta ahora no va a volver.

 

 

P.: Muchos grupos industriales se quejan de que debido a la nueva regulación en Europa pierden competitividad. ¿La relocalización es una realidad?

 

R.: Conseguir el equilibrio va a ser muy complicado, y también depende de cada tipología de producto, pero sí que va a haber una tendencia hacia la relocalización. La industria europea va a tener una posición muy ventajosa en el futuro, aunque comprendo esa sensación de no competir en igualdad de condiciones con Asia. La solución también pasa por educar al consumidor, porque hemos adoptado un modelo que ha favorecido la producción en masa y en lejanía.