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Hermanas Bóboli, relevo a tres bandas

Mónica, Arancha y Cristina Algás son la tercera generación de la familia fundadora de Bóboli. Dicen que la primera pone las ganas de aventura; la segunda, la cabeza, y la tercera, el método, y que complementarse de este modo (y no hablar de trabajo en casa) ha sido la clave para culminar a tres bandas el relevo generacional.

Hermanas Bóboli, relevo a tres bandas
Hermanas Bóboli, relevo a tres bandas
Mónica, Arancha y Cristina Algás, son segunda generación de la familia fundadora de la compañía de moda infantil Bóboli.

Iria P. Gestal

26 ene 2023 - 05:00

Todos los caminos llevan a Bóboli. Mónica, Arancha y Cristina Algás, segunda generación de la familia fundadora de la compañía de moda infantil, llegaron a la empresa familiar con tres recorridos diferentes. Arancha Algás, la mediana, fue la primera en incorporarse.

 

 

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Tras estudiar una diplomatura en Comercio Internacional, entró en Bóboli de prácticas en el área de retail, para más tarde centrarse en el área de producto y aprovisionamiento. Mónica Algás, por su parte, estudió Económicas y empezó su carrera en Nestlé. Por su cabeza no pasaba siquiera fichar por la empresa familiar: “la moda era un sector distinto, y la nuestra era una empresa industrial”, rememora. Terminó fichando por Bóboli en 1996, en el departamento de exportación, cuando la compañía estaba comenzando a vender en el extranjero.

 

Entonces, Bóboli estaba todavía liderada por su padre, Francisco Algás, que terminó cediéndoles las riendas a Mónica y Arancha Algás en 2014. La sucesión, aseguran ambas, fue muy natural, y vino acompañada de una transformación de la compañía, que entonces todavía tenía las herencias de su origen industrial. “En casa se hablaba mucho de trabajo -recuerdan-; pero eso nos hizo entender que un negocio así hay que empujarlo desde el corazón, la pasión se contagia”.

 

Cristina Algás fue la última en incorporarse a la compañía, tras una larga carrera como arquitecta. La ejecutiva, que en su anterior profesión participó en proyectos icónicos de Barcelona como la Torre Agbar o el Mercat dels Encants, se incorporó a la empresa en 2013, justo cuando Bóboli trasladó su sede de Mataró a Llinars del Vallès (Barcelona).

 

Dice que, aunque a veces echa de menos la arquitectura, el cambio le compensa por trabajar con la familia. “Antes tenía un know how importante, que aquí no aplico en el día a día”, dice Algás. Su hermana Arancha le corrige: “ha traído muchísimo know how, empezando por la gestión de equipos”. Parte del éxito reside, argumentan las hermanas, en que las tres se complementan.

 

 

 

 

Mónica Algás es la aventurera, la que impulsa los cambios. Cristina, la ingeniera, que aporta método. Y Arancha, la que pone orden y cabeza. “Creo que la plantilla lo ve así, y por eso lo valoran”, dice Mónica Algás. “Lo llevamos con naturalidad -añade Cristina Algás-; tenemos claras las prioridades y lo principal es entendernos”.

 

Las tres coinciden en describir el día a día en la compañía como “una montaña rusa”, y en que el peor momento de la historia de la empresa fueron los años de pandemia, aunque aseguran que también dejó recuerdos positivos, como la reacción del equipo.

 

Aunque en casa intentan no hablar de trabajo, dicen que pasar tanto tiempo juntas hace que al final compartan intereses. Arancha y Mónica Algás desconectan haciendo deportes al aire libre y jugando al golf; Cristina Algás, tricotando y yendo al teatro.

 

Si bien la siguiente generación está nutrida de candidatos a la sucesión (suman entre las tres ocho hijos; el mayor, de 24 años), las Algás no descartan que el relevo lo tome, cuando llegue el momento, un director general externo. En cualquier caso, Bóboli tiene desde hace años un protocolo familiar para blindar un posible traslado de la propiedad y asegurarse de que, si alguien de la familia quiere incorporarse a la empresa, lo haga con un buen currículum. “No queremos allanarles el camino: tienen que tener idiomas y experiencia en el puesto en otras compañías; a la empresa familiar hay que venir con la mochila llena”, sentencian.